ESA LUNA QUE NOS UNE
La luna llena brillaba en el cielo nocturno, iluminando la ciudad con su luz plateada. Ella salió al balcón de su apartamento, envuelta en una bata de seda, y suspiró. Él estaba lejos, en otro continente, y no sabía cuándo volvería a verlo. Se sentía sola y triste, y deseaba poder abrazarlo y besarlo.
De repente, escuchó un sonido familiar. Era su teléfono móvil, que vibraba sobre la mesita de noche. Corrió a cogerlo y vio su nombre en la pantalla. Era él. Le había enviado un mensaje de voz. Lo reprodujo con ansiedad y escuchó su voz grave y dulce.
"Hola, mi amor. Te echo mucho de menos. Quería decirte que te estoy mirando. Bueno, no exactamente a ti, sino a la luna. La misma luna que tú ves desde tu balcón. La misma luna que nos une, aunque estemos separados por miles de kilómetros. La misma luna que nos hace soñar con el día en que nos volveremos a encontrar. Te quiero, mi luna."
Ella sintió un nudo en la garganta y una lágrima rodó por su mejilla. Levantó la vista al cielo y sonrió. La luna le devolvió la sonrisa con un guiño cómplice. Le respondió al mensaje con un "Te quiero, mi sol", contestó sintiendo su calor en el corazón.
Y que cumplas muchos más de los 71 de hoy y con esa marcha que te gastas ¡por favor, me lo pido para que me limpie mi casa! Cada dijous presumptament sant passa el mateix: lluna plena i llops i llobes udolant del plaer de veure-la.
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