LA ROSA ROJA Y EL LIBRO
Era el 23 de abril, el día de Sant Jordi, y Barcelona se llenaba de libros y rosas. En la Rambla, una de las calles más emblemáticas de la ciudad, se agolpaban los puestos de libreros y floristas, que ofrecían sus productos a los transeúntes. Entre ellos se encontraban José y Carmen, un matrimonio de ancianos que llevaba más de cincuenta años vendiendo libros en su pequeña caseta.
José y Carmen se habían conocido en esa misma calle, cuando eran jóvenes y trabajaban para otros libreros. Se habían enamorado al instante y habían decidido montar su propio negocio. Desde entonces, habían compartido su pasión por la lectura y habían formado una familia numerosa: cuatro hijos y seis nietos, que les visitaban a menudo.
Ese día, José y Carmen estaban especialmente contentos, pues era su aniversario de boda. Como cada año, José le regaló a Carmen una rosa roja, que ella colocó en un jarrón sobre el mostrador. Carmen le sonrió con ternura y le dio un beso en la mejilla.
-Te quiero, José -le dijo.
-Y yo a ti, Carmen -le respondió él.
Los dos se miraron con complicidad y siguieron atendiendo a los clientes, que se acercaban a curiosear entre los libros. Había de todo: novelas, ensayos, cómics, poesía… Pero había uno que destacaba sobre los demás: un libro antiguo, de tapas de cuero y páginas amarillentas, que tenía grabado en la portada un dragón alado.
José y Carmen no sabían muy bien cómo había llegado ese libro a sus manos. Lo habían encontrado hacía unos días en el almacén, entre unas cajas viejas que habían comprado en un mercadillo. No tenían ni idea de quién era el autor ni de qué trataba la obra. Lo único que sabían era que tenía una inscripción en la primera página: “Para el amor de mi vida”.
José y Carmen habían pensado en quedarse el libro para ellos, pues les parecía una reliquia. Pero al final decidieron ponerlo a la venta, por si alguien lo apreciaba más que ellos. Lo pusieron en un lugar visible, con una etiqueta que decía: “Libro misterioso. 50 euros”.
El libro llamó la atención de muchos curiosos, pero nadie se atrevió a comprarlo. Algunos lo abrían y lo hojeaban con interés, pero lo dejaban al ver que estaba escrito en un idioma extraño e incomprensible. Otros lo miraban con recelo y lo apartaban con gesto de desagrado, como si presintieran algo malo.
Así pasaron las horas, hasta que llegó el momento de cerrar el puesto. José y Carmen recogieron los libros que no habían vendido y los guardaron en unas cajas. El libro misterioso seguía ahí, intacto e ignorado.
-¿Qué hacemos con él? -preguntó José.
-No sé… ¿Por qué no nos lo quedamos? -sugirió Carmen.
-Bueno… vale. Tal vez podamos averiguar algo más sobre él -aceptó José.
Los dos cogieron el libro con cuidado y lo metieron en una bolsa. Luego se despidieron de los otros libreros y floristas y se dirigieron a su casa, que estaba cerca.
Al llegar, subieron las escaleras hasta el tercer piso y entraron en su modesto apartamento. Allí les esperaban sus hijos y nietos, que les habían preparado una sorpresa: una tarta con velas y un cartel que decía: “Feliz aniversario”.
-¡Sorpresa! -gritaron todos al verlos.
José y Carmen se quedaron boquiabiertos. Sus hijos y nietos salieron de sus escondites y les dieron un fuerte abrazo, mientras les felicitaban y les deseaban lo mejor. José y Carmen se emocionaron al ver la sorpresa de su familia y les agradecieron el gesto con lágrimas en los ojos.
Luego se sentaron en el sofá y les contaron que habían encontrado un libro misterioso entre los que vendían en su puesto. Sacaron el libro de la bolsa y se lo enseñaron. Era un libro antiguo, de tapas de cuero y páginas amarillentas, que tenía grabado en la portada un dragón alado. Sus hijos y nietos se quedaron intrigados y quisieron saber más sobre él. ¿De dónde había salido? ¿Qué contenía? ¿Por qué era tan especial? José y Carmen les dijeron que no sabían mucho, solo que tenía una inscripción en la primera página: “Para el amor de mi vida”. Entonces José y Carmen decidieron abrir el libro y leer la primera página en voz alta, para compartirlo con su familia. Pero al hacerlo, se dieron cuenta de que el libro era un diario personal, escrito por una mujer llamada Rosa, que había vivido en Barcelona durante la Guerra Civil. En el diario, Rosa contaba su historia de amor con un hombre llamado Jordi, que era un soldado republicano. El libro era el regalo que Jordi le había hecho a Rosa el día de Sant Jordi, antes de partir al frente. En la última página, había una rosa roja seca, que Rosa había guardado como recuerdo de su amado.
José y Carmen sintieron una gran curiosidad por el diario de Rosa y se preguntaron quiénes eran ella y Jordi. Así que se conectaron a internet y buscaron sus nombres en diferentes páginas web y bases de datos. Para su asombro, descubrieron que Rosa y Jordi eran sus abuelos maternos, de los que nunca habían oído hablar. Resulta que Rosa y Jordi se habían enamorado y casado en secreto, pero poco después Jordi había caído en la batalla del Ebro. Rosa había quedado embarazada y había dado a luz a una niña, que era la madre de José y Carmen. Pero Rosa había muerto al poco tiempo, víctima de una bomba, y la niña había sido adoptada por otra familia. El libro era el único testimonio de su amor.
José y Carmen se llenaron de emoción al descubrir que Rosa y Jordi eran sus abuelos maternos. Decidieron compartir el hallazgo con sus hijos y nietos, que también se sorprendieron y se emocionaron.
-¿En serio? ¿Rosa y Jordi eran nuestros abuelos? -preguntó uno de sus hijos.
-Sí, hijo. Así es. Lo hemos descubierto gracias a este libro -respondió José, mostrándoles el diario.
-¿Y qué dice el libro? ¿Qué historia cuenta? -quiso saber una de sus nietas.
-El libro es un diario personal, escrito por Rosa. Ella cuenta su historia de amor con Jordi, que era un soldado republicano. El libro era el regalo que Jordi le hizo a Rosa el día de Sant Jordi, antes de partir al frente. En la última página, hay una rosa roja seca, que Rosa guardó como recuerdo de su amado -explicó Carmen, enseñándoles la rosa.
-Qué bonito y qué triste a la vez… -comentó otra de sus hijas.
-Sí… Es una historia muy conmovedora. Nos gustaría rendirles un homenaje a nuestros abuelos. ¿Nos acompañáis al cementerio? -propuso José.
-Claro que sí, papá. Vamos todos juntos -aceptaron sus hijos y nietos.
Juntos decidieron rendir un homenaje a Rosa y Jordi, llevando el libro y la rosa roja al cementerio donde estaban enterrados. Allí les dejaron el libro y la rosa, junto con una nota que decía: “Para el amor de nuestra vida”.
"Si todo el año fuese fiesta, divertirse sería más aburrido que trabajar" (William Shakespeare, probablemente nació el 23 de abril de 1564 y estuvo trabajando toda su vida y, sin embargo, se divirtió un montón. Evidentemente William Shakesperare tiene montones de frasoplones pero pongo una de autoayuda para l@s que mañana van a trabajar. Que os dure mucho el trabajo. Sois el sostén de l@s pensionistas)
Y que cumplas muchos más de los 47 de hoy. Vívelos con pasión como la denuncia de tu canción: un homenaje a todas esas mujeres que son tratadas como objetos. "María va pensar que l'amor era un manament". No ho és. És una comunió. Espero que hàgiu passat una bona diada de Sant Jordi. Bé i que també ho passeu fantàstic demà. Petonets per a tots.
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