martes, 20 de junio de 2023

  EL ASTEROIDE Y LA INDEPENDENCIA (y 2ª parte)

El mundo entero se quedó boquiabierto cuando se enteró de que el asteroide Apofis se había desviado de su trayectoria original y ya no suponía una amenaza para la Tierra. La noticia fue recibida con alivio y alegría por la mayoría de la población, que celebró el milagro como una señal de esperanza y de gratitud hacia la vida.

Pero no todos estaban contentos. Algunos se preguntaban cómo era posible que el asteroide se hubiera desviado sin ninguna explicación lógica. ¿Qué había fallado en la misión espacial? ¿Qué había ocurrido en el espacio? ¿Qué fuerza había intervenido para cambiar el destino del planeta?

Las respuestas no tardaron en llegar. Los científicos que habían participado en la misión espacial revelaron que la carga nuclear que habían enviado al espacio no había detonado correctamente, y que por lo tanto no había tenido ningún efecto sobre el asteroide. Según ellos, el asteroide se había desviado por una causa desconocida, que escapaba a su comprensión y a su control.

Pero hubo alguien que sí sabía lo que había pasado. Alguien que había sido testigo directo del fenómeno que había salvado al mundo. Alguien que guardaba un secreto increíble.

Ese alguien era Alexandre Deulofeu.

Deulofeu estaba en su casa de Figueras, rodeado de libros y de mapas, cuando sintió una vibración extraña. Era como si todo su cuerpo se electrificara, como si una corriente invisible le recorriera las venas. Se levantó de su escritorio y se asomó a la ventana. Lo que vio le dejó sin aliento.

En el cielo, sobre el horizonte, se dibujaba una silueta oscura y amenazante. Era el asteroide Apofis, que se acercaba a gran velocidad hacia la Tierra. Deulofeu sabía que ese era el momento decisivo, el momento en que el destino de la humanidad se jugaba en un instante.

Pero también sabía que él tenía algo que ver con eso. Porque él había descubierto algo que nadie más sabía. Algo que le había permitido alterar los ciclos de la historia. Algo que le había dado un poder inimaginable.

Deulofeu había descubierto la fuerza de Cataluña.

La fuerza de Cataluña era un misterio ancestral, un legado oculto de una civilización perdida. Deulofeu la había encontrado por casualidad, mientras investigaba los orígenes de su pueblo. Había hallado unas ruinas en las montañas del Pirineo, unas ruinas que pertenecían a una cultura desconocida, anterior a los íberos y a los celtas. Una cultura que había dominado el arte de la geometría sagrada, y que había construido unos monumentos megalíticos capaces de canalizar la energía cósmica.

Deulofeu había estudiado esos monumentos con fascinación, y había descubierto que formaban una red geométrica que cubría todo el territorio catalán. Una red que conectaba los puntos más importantes del paisaje: las montañas, los ríos, las fuentes, los bosques, los santuarios... Una red que creaba un campo magnético especial, un campo que influía en las personas y en los acontecimientos.

Deulofeu había comprobado que ese campo magnético tenía un efecto sobre la historia de Cataluña. Que hacía que los catalanes fueran un pueblo creativo, innovador, emprendedor y resistente. Que les daba una identidad propia y una voluntad de ser libres. Que les permitía superar las adversidades y las opresiones.

Pero también había comprobado que ese campo magnético tenía un potencial mucho mayor. Que podía ser activado o desactivado según la voluntad de quien lo conociera. Que podía ser usado para influir en el curso de la historia mundial.

Deulofeu había decidido usar ese poder para su causa. Para conseguir la independencia de Cataluña. Para cambiar el mundo.

Por eso, había ideado un plan maestro. Había inventado la historia del asteroide Apofis, y la había difundido por los medios de comunicación. Había creado una falsa amenaza que provocara el pánico y la confusión en el mundo. Había esperado el momento oportuno para convocar el referéndum de independencia. Y había activado la fuerza de Cataluña.

La fuerza de Cataluña era capaz de modificar la trayectoria de los cuerpos celestes. Deulofeu lo sabía, porque lo había experimentado antes. Había sido él quien había provocado el eclipse solar de 1999, que coincidió con el día en que se inauguró el Museo Dalí en Figueras. Había sido él quien había causado el cometa Hale-Bopp de 1997, que coincidió con el día en que se celebró el primer referéndum consultivo sobre la independencia de Cataluña. Había sido él quien había generado el meteorito de Cheliábinsk de 2013, que coincidió con el día en que se formó una cadena humana de 400 kilómetros por la independencia de Cataluña.

Y ahora, había sido él quien había desviado el asteroide Apofis.

Deulofeu lo había hecho con un simple gesto. Había levantado su mano derecha, y había apuntado al cielo con su dedo índice. Había concentrado toda su voluntad, toda su energía, toda su fe. Y había pronunciado una sola frase:

-Visca, Catalunya Lliure!

En ese instante, el asteroide Apofis se desvió. Se desvió hacia la derecha, hacia el este, hacia el Mediterráneo. Se desvió hacia donde Deulofeu le indicaba. Se desvió hacia España.

Deulofeu sonrió con satisfacción. Su plan había funcionado. Había salvado al mundo del asteroide, pero al mismo tiempo había eliminado al principal obstáculo para la independencia de Cataluña: el Estado español.

El asteroide Apofis impactó contra la península ibérica, provocando una explosión catastrófica que arrasó todo a su paso. El gobierno español y sus instituciones quedaron aniquilados. La mayor parte del territorio español quedó devastado e inhabitable. Millones de personas murieron o quedaron heridas.

Pero Cataluña se salvó. Cataluña se salvó porque estaba protegida por la fuerza de Cataluña. La fuerza de Cataluña creó un escudo invisible que repelió la onda expansiva y los escombros del asteroide. La fuerza de Cataluña mantuvo intacta la integridad física y moral de los catalanes.

Deulofeu lo vio todo desde su ventana. Vio cómo el cielo se iluminaba con un fuego infernal. Vio cómo la tierra temblaba con una furia descomunal. Vio cómo España desaparecía del mapa.

Y vio cómo Cataluña nacía como una nación libre e independiente.

"Toda multitud es como el mar, que abandonado a sí mismo permanece naturalmente inmóvil, hasta que los vientos y las tormentas lo excitan“ (Escipión el Africano, aguerrido político romano nacido el 20 de junio del 236 a. de C.. En aquella época ya sabía cómo buscarle las cosquillas al pueblo para despertarlo)

Y que cumplas muchos más de los 74 de hoy... no te preocupes: que lo diga ella primero. Per als menys informats dir-vos que Alexandre Deulofeu és un personatge real i va escriure un celebrat llibre anomenat "La matemàtica de la història" (molt recomanable) L'asteroide Apofis també és real. La resta pertany a la imaginació de l'autor... i és que Deolofeu va morir al 1978.


 

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