EL DESAFÍO DE PITÁGORAS AL ORÁCULO DE PATMOS
Érase una
vez, en los tiempos antiguos, cuando los griegos se dedicaban a la filosofía y
a la matemática, un sabio llamado Pitágoras, que era el hijo de Mnesarco y de
Pítaide. Pitágoras era un filósofo y un matemático que había viajado por Egipto
y Babilonia para aprender los secretos de la ciencia y la religión. Pitágoras
había fundado una escuela esotérica en Crotona, una ciudad del sur de Italia,
donde enseñaba a sus discípulos las leyes del cosmos y del alma.
Pitágoras
tenía una pasión: buscar la armonía del universo y de la vida. Para ello se
basaba en el número y la proporción, que consideraba los principios de todas
las cosas. Pitágoras había descubierto el teorema que lleva su nombre, que dice
que en un triángulo rectángulo el cuadrado de la hipotenusa es igual a la suma
de los cuadrados de los catetos. Pitágoras había inventado el concepto de
música de las esferas, que dice que los cuerpos celestes emiten sonidos
armónicos al moverse según las leyes matemáticas.
Pitágoras
tenía un sueño: conocer el plan divino y el destino humano. Para ello
consultaba los oráculos, que eran los lugares donde se comunicaba con los
dioses. Pitágoras había visitado el oráculo de Delfos, el santuario más famoso
de Grecia, donde se pronunciaban las profecías de Apolo, el dios de la luz y la
verdad. Pitágoras había visitado el oráculo de Amón, el santuario más sagrado
de Egipto, donde se revelaban los misterios de Ra, el dios del sol y la vida.
Pitágoras
decidió visitar otro oráculo: el oráculo de Apolo en Patmos, una isla del mar
Egeo. El oráculo de Apolo en Patmos era menos conocido que el de Delfos, pero
no menos poderoso. El oráculo de Apolo en Patmos estaba situado en una cueva
cerca del mar, donde se escuchaba el rumor de las olas y se veía el brillo de
la luna.
Pitágoras
viajó a Patmos con sus discípulos y se alojó en una posada cerca del puerto.
Allí se preparó para consultar al oráculo. Se purificó con agua y con fuego. Se
vistió con una túnica blanca y se calzó con unas sandalias. Se adornó con un
anillo y un collar con símbolos sagrados. Se armó con un bastón y una lira.
Pitágoras
entró en la cueva del oráculo con sus discípulos y se postró ante el altar de
Apolo. Allí había una estatua del dios con un arco y una lira. Allí había
también una sacerdotisa llamada Febe, que era la encargada de transmitir las
respuestas del dios.
Pitágoras
le hizo su pregunta a Febe: ¿cuál es el sentido de la vida?
Febe le
hizo su pregunta a Apolo: ¿cuál es el sentido de la vida?
Apolo le
hizo su pregunta a Pitágoras: ¿cuál es el sentido de la vida?
Pitágoras
se quedó sorprendido y confundido por la pregunta del dios. No esperaba que le
devolviera su propia pregunta. No sabía qué responder.
Pitágoras
pensó en todas las cosas que había aprendido y enseñado. Pensó en el número y
la proporción, en el teorema y la música, en el cosmos y el alma.
Pitágoras
le respondió a Apolo: el sentido de la vida es buscar la armonía.
Apolo le
respondió a Pitágoras: buscar la armonía es solo una parte del sentido de la
vida.
Febe le
respondió a Pitágoras: buscar la armonía es solo una parte del sentido de la
vida.
Pitágoras
se quedó perplejo y decepcionado por la respuesta del dios. Se dio cuenta de
que le había cuestionado su sabiduría y su pasión. Se dio cuenta de que le
había planteado un reto y una duda.
Pitágoras
le preguntó a Apolo: ¿y cuál es la otra parte del sentido de la vida?
Apolo le
preguntó a Pitágoras: ¿y qué crees tú que es la otra parte del sentido de la
vida?
Pitágoras
se quedó callado y pensativo por un momento. Luego le respondió a Apolo: la
otra parte del sentido de la vida es compartir la armonía.
Apolo le
respondió a Pitágoras: compartir la armonía es la otra parte del sentido de la
vida.
Febe le
respondió a Pitágoras: compartir la armonía es la otra parte del sentido de la
vida.
Pitágoras
se quedó aliviado y feliz por la respuesta del dios. Se dio cuenta de que le
había elogiado su inteligencia y su nobleza. Se dio cuenta de que le había dado
un consejo y una alegría.
Pitágoras
salió de la cueva del oráculo con sus discípulos y se dirigió a la posada. Allí
celebró su consulta con un banquete y un concierto. Allí tocó su lira y cantó
sus himnos.
Pitágoras
siguió buscando y compartiendo la armonía hasta el final de sus días.
"La Felicidad consiste en poder unir el principio con el fin" (Pitágoras, podría haber nacido hoy ¿quién lo sabe? Lo cierto es que el -y su teorema- no morirán nunca)
Y que cumplas muchos más de los 47 de hoy porque, en verdad, este mundo es maravilloso... a veces y según para quién. Avui dono un premi per a aquella persona que pugui interpretar-me la frase de Pitàgores. Algú s'anima?
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