viernes, 14 de julio de 2023

EL VOTO ESTIVAL


Había llegado el verano, y con él, la época electoral. Los políticos habían salido a la calle, con sus promesas y sus sonrisas forzadas, intentando convencer a los votantes de que eran la mejor opción para dirigir el país. Pero este año era diferente. La pandemia había cambiado las cosas, y muchos ciudadanos habían optado por el voto por correo para evitar aglomeraciones en los colegios electorales.

Sin embargo, había un problema. Algunos políticos de la oposición se habían dado cuenta de que el retraso en la entrega de los votos por correo podía perjudicarles. El ministerio encargado de la gestión del correo estaba gobernado por el partido en el poder, y no era difícil imaginar que podrían haber interferido en el proceso para beneficiarse.

Pero el ministro y los tertulianos afines al gobierno actual salieron rápidamente a defenderse. Hablaban de la profesionalidad de los funcionarios encargados del correo, y aseguraban que el servicio funcionaba impecablemente. ¿Cómo podían insinuar que se habían producido retrasos a propósito?

La respuesta, sin embargo, estaba en otra cuestión. ¿Y si el voto fuese telemático? ¿A quién le echarían la culpa entonces? La pregunta flotaba en el aire, sin respuesta. Porque en realidad, el problema no era el sistema de voto, sino la falta de confianza en las instituciones encargadas de gestionarlo.

En ese momento, un joven periodista se acercó a uno de los políticos de la oposición, y le preguntó qué pensaba sobre la posibilidad de un voto telemático. El político se encogió de hombros.

- No lo sé. Pero lo que sí sé es que necesitamos una reforma profunda de nuestras instituciones. Necesitamos que los ciudadanos vuelvan a confiar en ellas. Sin eso, da igual el sistema de voto que utilicemos.

El periodista asintió, y se alejó con esas palabras resonando en su cabeza. Tenía razón. La solución no era cambiar el sistema de voto, sino recuperar la confianza en las instituciones. Y eso, como bien sabía, no era tarea fácil.

“Existen sólo dos caminos, victoria para la clase trabajadora, libertad, o victoria para los fascistas lo cual significa tiranía. Ambos combatientes saben lo que le espera al perdedor. Nosotros estamos listos para dar fin al fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno Republicano“ (Buenaventura Durruti nació el 14 de julio de 1896 y murió el 20 de noviembre de 1936. También es casualidad que lo hiciese el mismo día, pero 39 años antes, que aquél a quién combatió) 

Y que cumplas muchos más de los 36 de hoy siendo tan creyente como eres. Alguien tiene que serlo.  Llegint el que va dir Durruti sembla com que el temps no hagi avançat res. Més que el temps, la política.


 

 


 

 

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