EL SECRETO REVELADO
El día que el Congreso de Estados Unidos celebró la audiencia pública sobre las acusaciones de que el Gobierno estaba ocultando “vehículos completos intactos y parcialmente intactos de origen no humano” de manera ilegal, el mundo entero se quedó en vilo. ¿Sería cierto que existían pruebas irrefutables de la presencia extraterrestre en la Tierra? ¿Qué implicaciones tendría eso para la humanidad?
La audiencia fue transmitida en directo por todos los medios de comunicación, y millones de personas siguieron atentamente las declaraciones de los testigos, los expertos y los políticos. Algunos defendían la necesidad de desclasificar toda la información sobre el tema, mientras que otros argumentaban que se trataba de un asunto de seguridad nacional y que había que proteger el interés público.
Entre los testigos, hubo uno que llamó especialmente la atención. Se trataba de un hombre de unos sesenta años, con el pelo canoso y las gafas redondas, que se presentó como el doctor Robert Smith, un ex científico del Área 51. El doctor Smith afirmó haber trabajado durante más de una década en el estudio y la ingeniería inversa de los vehículos extraterrestres recuperados por el Gobierno. Según él, había al menos una docena de naves de diferentes formas y tamaños, algunas intactas y otras dañadas, que habían sido halladas en distintos lugares del mundo.
El doctor Smith dijo que las naves eran una maravilla tecnológica, capaces de viajar a velocidades increíbles, de manipular el espacio-tiempo y de generar campos de energía desconocidos. También reveló que habían encontrado restos biológicos en algunas de ellas, lo que sugería que los extraterrestres eran seres orgánicos y no robots o inteligencias artificiales.
Pero lo más sorprendente fue cuando el doctor Smith sacó de su maletín un pequeño objeto metálico, del tamaño de una moneda, y lo mostró a la cámara. Dijo que se trataba de un dispositivo de comunicación alienígena, que había logrado activar y descifrar con la ayuda de un equipo de lingüistas y criptógrafos. Según él, el dispositivo contenía un mensaje dirigido a la humanidad, que había sido enviado por una civilización avanzada y pacífica, que quería establecer contacto y cooperación con nosotros.
El doctor Smith dijo que había decidido hacer público el mensaje, porque creía que era nuestro derecho saber la verdad y porque pensaba que era una oportunidad única para el progreso y la paz mundial. Entonces, pulsó un botón y el dispositivo emitió una serie de sonidos extraños, seguidos por una voz sintetizada en inglés, que decía:
“Saludos, habitantes del planeta Tierra. Somos los Zeta Reticuli, una raza de exploradores interestelares. Hemos estado observando vuestro mundo desde hace mucho tiempo, y hemos decidido contactar con vosotros para ofreceros nuestra amistad y nuestra ayuda. Sabemos que estáis atravesando una época difícil, llena de conflictos, problemas ambientales y desigualdades. Queremos compartir con vosotros nuestro conocimiento y nuestra experiencia, para que podáis superar estos retos y alcanzar un nivel superior de desarrollo. No tenemos ninguna intención hostil ni queremos interferir en vuestros asuntos internos. Solo deseamos establecer una relación pacífica y beneficiosa para ambos. Esperamos vuestra respuesta.”
El mensaje causó un impacto enorme en todo el mundo. Algunos lo recibieron con entusiasmo y esperanza, mientras que otros lo rechazaron con escepticismo y temor. Se desató un intenso debate sobre cómo debía responderse al mensaje y qué consecuencias tendría aceptar o rechazar la oferta alienígena.
El Gobierno estadounidense se vio obligado a reconocer la existencia de los vehículos extraterrestres y a admitir que los había ocultado durante décadas. También anunció que iba a formar una comisión internacional para estudiar el caso y decidir el curso de acción más adecuado.
El doctor Smith se convirtió en un héroe para unos y en un traidor para otros. Recibió amenazas de muerte y ofertas millonarias por su testimonio. Pero él dijo que solo había hecho lo que creía correcto, y que esperaba que la humanidad supiera aprovechar la oportunidad que se le presentaba.
El destino de la Tierra estaba en juego.
"El corazón es lo último que se desprende de la tierra y la memoria lo último que se desprende del corazón" (Alejandro Dumas que, como se puede ver por su fecha de nacimiento del 27 de julio de 1824, es el llamado "hijo" y, como su padre, construía unas frases del copón)
Y que hay extraterrestres y son buenos que nos quieren enseñar sus avances ya lo sabía -y cantaba- David Bowie. No me extrañaría nada que él fuese uno de ellos. Ja estan entre nosaltres: ens miren, ens vigilen, ens controlen i es desesperen veient el primitius que som.
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