¿SON ELLOS O SOMOS NOSOTROS?
La ciudad siempre había tenido un zumbido, una especie de murmullo mecánico que se elevaba y se desvanecía con el pasar de las estaciones. Pero últimamente, parecía haber adquirido un tono más agudo, más insistente. La ciudad se estaba convirtiendo en una colmena de robots. No solo los trabajadores de las fábricas, sino también los meseros, los conductores, los cuidadores. Incluso los amantes.
La gente decía que era una cuestión de tiempo antes de que no pudieras distinguir a un humano de un robot. Algunos decían que ese día ya había llegado.
Sentado en su sillón favorito, el viejo escritor contemplaba el horizonte urbano a través de la ventana panorámica. A su lado, una taza de té humeante y un bloc de notas abierto. En todo lo demás, una quietud estéril.
"¿Es posible?", se preguntó en voz alta, "¿Podríamos ser nosotros los robots y no darnos cuenta?"
La pregunta flotó en el aire, desapareciendo gradualmente en el zumbido persistente de la ciudad. El viejo escritor se levantó, caminó hacia su escritorio y comenzó a escribir.
"En un mundo donde los robots han aprendido a amar, a odiar, a soñar, ¿qué nos queda a nosotros?" Su pluma se deslizó por la página, dejando una estela de tinta azul. "¿Qué nos hace humanos?"
El hombre se detuvo, mirando fijamente las palabras que acababa de escribir. ¿Qué nos hace humanos? ¿Es el amor? ¿El odio? ¿Los sueños? ¿O es algo más profundo, más visceral?
Permaneció en silencio durante un buen rato, escuchando el zumbido de la ciudad, sintiendo su propio corazón latiendo en su pecho. Luego volvió a su sillón, retomó su pluma y continuó escribiendo.
"Quizás los humanos somos los auténticos robots. Los robots que se esfuerzan por sentir, por amar, por soñar. Los robots que se despiertan cada mañana y se enfrentan al mundo con esperanza, a pesar de todo. Los robots que se aferran a la vida con una tenacidad desesperada, incluso cuando todo parece perdido."
El hombre se detuvo de nuevo, su pluma suspendida en el aire. Después de un momento, sonrió y asintió para sí mismo.
"Sí", dijo en voz baja. "Sí, eso es lo que nos hace humanos. No es el amor, o el odio, o los sueños. Es la esperanza. La esperanza inquebrantable de un futuro mejor. Eso es lo que nos distingue de los robots."
“Y sí alguien no es fiel, entonces ¿qué pasa? ¿La susodicha no puede ser ya ni cariñosa, ni bella, ya no se puede ni siquiera quererla? […] Sólo que vosotros también tendríais que tomar conciencia de esto, puesto que es la realidad: que podamos amar a dos o más personas a la vez. El ser humano es así“ (Milán Füst, nacido el 17 de julio de 1888 se atrevió a decir lo que otr@s incluso negaban. No consta que no diese a basto en su capacidad de amar no obstante ser un humano)
No es el aniversario de quién sale en el vídeo, es de quién canta la canción, Carla Boni, pero me ha parecido que tod@s saldríamos ganando si salía la Loren bailando y montando un "mambo" de calibre. Y a Carla Boni no le importará porque ya no cumple desde hace 14 años. Bona nit a tothom i prepareu-vos per la calorada de demà.
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