Y AHORA LA PANDEMIA DE CALOR
En el año 2023, la humanidad se enfrentó a una pandemia sin precedentes. No se trataba de un virus invisible o una bacteria microscópica, sino de una invasión de calor. Un calor tan intenso que dejó las calles desiertas y los edificios deshabitados. A diferencia de la pandemia de Covid-19, no había máscara que pudiera proteger contra el abrasador sol, ni vacuna que pudiera inocularte contra el sofocante aire. Los gobiernos del mundo se encontraban perplejos. ¿Cómo se combate una pandemia de calor?
Los legisladores de todo el mundo estaban desesperados. Los científicos estaban confundidos. Las compañías farmacéuticas estaban desilusionadas. ¿Cómo se podía monetizar el aire acondicionado? Y luego, como un relámpago en un cielo despejado, a alguien se le ocurrió una idea.
El Dr. Ignacio Frío, un científico poco conocido que se había dedicado a estudiar los patrones climáticos, propuso una solución. Frío, a pesar de su apellido irónicamente apropiado, siempre había sido objeto de burla en la comunidad científica por sus ideas extravagantes. Pero ahora, en medio de la crisis del calor, su idea parecía menos descabellada.
"Muy sencillo", propuso Frío en una conferencia de prensa virtual, "si no podemos enfriar el planeta, ¿por qué no enfriamos a las personas?". Hubo un silencio incómodo. "Propongo la creación de una inyección termorreguladora. Básicamente, una vacuna contra el calor".
La idea era inyectar a las personas con una nanoemulsión de perfluorocarbono, un compuesto capaz de disipar el calor. El cuerpo humano, en teoría, podría resistir temperaturas mucho más altas sin sufrir los efectos negativos del calor.
A medida que la idea de Frío se difundía, la gente comenzó a reírse. Los memes inundaron Internet. "¡Prepárate para el pinchazo fresquito!" se convirtió en una frase popular. Los científicos más serios rechazaron la idea. "Es una locura", decían. "Es más probable que nos congelemos antes de que funcione".
Pero el Dr. Frío no se desalentó. Con el apoyo de algunos inversores ávidos de publicidad, comenzó a trabajar en su "vacuna de frescura". Y, para sorpresa de todos, ¡funcionó! A los tres meses, las personas empezaron a recibir sus inyecciones de frescura. Los efectos secundarios incluían escalofríos ocasionales y un antojo inusual por helados, pero la gente estaba eufórica al poder salir a la calle nuevamente.
El Dr. Frío se convirtió en un héroe mundial, las farmacéuticas encontraron su nueva mina de oro, y las calles volvieron a llenarse de vida. Y así, la humanidad sobrevivió a la pandemia de calor. Aunque, como efecto colateral, el consumo mundial de helado se disparó a niveles nunca antes vistos. Pero, ¿quién se quejaría de eso?
Así concluye la peculiar historia de cómo el mundo se salvó de la pandemia de calor. Un recordatorio de que, a veces, las ideas más descabelladas pueden ser las más brillantes. Y de que, en tiempos de crisis, lo que más necesitamos es un poco de frescura.
"Solo nos desprecian cuando toleramos que suceda" (Nathalie Sarraute, nacida el 18 de julio de 1902 como Natalia Cherniak nos enseñó el camino para ser respetad@s aunque algun@s no lo acaban de entender)
Hoy hace 57 años que se fue a la habitación de al lado con 24 años para darle un poco de ritmo. No sé si lo dio pero las que bailan en el vídeo no han sido mejoradas en sus movimientos. Bé, la veritat és que no ho sé, però d'alguna cosa em serveix la imaginació.
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