EXPEDIENTE DE REGULACIÓN DE EMPLEO
Había llegado el día de la cuenta para aquel partido político, y la factura que les presentaron no era precisamente una de esas tarifas promocionales que te hacen creer que estás ahorrando. No, señor. Los resultados electorales habían sido tan catastróficos que se habían convertido en el chiste más triste de la política contemporánea. De 31 diputados a tan solo 5. ¡Vaya bajada de estatus! Como si de repente te quitaran el sillón de terciopelo y te dejaran en uno de esos asientos de plástico incómodos que te hacen sentir como si estuvieras sentado en un paquete de patatas fritas arrugadas.
Aquél partido político, que alguna vez había sido la esperanza de los desencantados, había caído en desgracia gracias a una gestión desastrosa en el gobierno de coalición que habían formado con el otro partido mayoritario. Era como si una pareja disfuncional decidiera mudarse juntos y, en lugar de crear un hogar feliz, se dedicaran a tirarse los platos a la cabeza y a echarse la culpa mutuamente de todo lo que andaba mal. Y, como era de esperar, la gente ya no quería saber nada de ellos. ¿Quién iba a confiar en un partido que parecía más una competencia de egos que un proyecto político serio?
Pero las desgracias nunca vienen solas, y este partido político tenía una mala suerte que hacía parecer a la Lotería de Navidad como un premio a la fortuna. Resulta que, con tan pocos diputados, ya no podían detentar el poder que les otorgaba gobernar, ni siquiera en coalición. Se quedaron sin la silla grande y les tocó conformarse con el taburete de segunda mano que nadie quería. Y lo peor de todo era que, al perder tanto poder, también perdieron los recursos económicos que venían adjuntos. Esos recursos tan suculentos que les permitían financiar sus campañas, pagar a sus asesores y, por supuesto, mantener sus lujosos despachos en el centro de la ciudad.
La cosa se ponía fea para el partido político en cuestión. Sin acceso a las subvenciones estatales, se encontraban como un músico callejero sin monedas en el sombrero, sin más recursos materiales que una guitarra desafinada y una voz desgastada por el desuso. Pero esta situación les llevó a tomar una decisión que, en lugar de ser un gesto de humildad y responsabilidad, fue más bien un golpe bajo. Decidieron reducir personal, y ¿adivinen a quiénes eligieron como sacrificio inicial? ¡Adivinaron! A los trabajadores más humildes, a esas administrativas y conserjes que, hasta ahora, habían sido las invisibles heroínas del partido.
¿Y qué decir de las metáforas y comparaciones que adornan este panorama desolador? Pues bien, me viene a la mente esa imagen de un elefante bailando en la cuerda floja, tratando de mantener el equilibrio mientras el público observa con incredulidad, esperando el momento en que caiga estrepitosamente. O tal vez sea más apropiado compararlos con un barco a la deriva, con la tripulación peleando entre sí y el capitán escondido en su camarote, rezando para que el naufragio no sea total.
En este país tan acostumbrado a hacer de la demagogia su seña de identidad, la conclusión era clara: los partidos políticos y los sindicatos se habían convertido en marionetas dependientes de los dineros públicos. Pero eso es otra historia. La historia de un partido político de izquierdas que, en su afán por sobrevivir, perdió la brújula y se olvidó de sus principios más básicos.
Y así, entre subvenciones perdidas y empleados sacrificados, aquel partido político se hundió en las aguas turbulentas de la realidad política, convirtiéndose en una anécdota más en los libros de historia, un recordatorio de lo efímero y volátil que puede ser el poder político. Pero eso, querido lector, ya es otra historia para contar en otro momento.
"En política lo que no es posible es falso" (Esto lo dijo, ni más ni menos, que Antonio Cánovas del Castillo, político español y máximo exponente del Partido Conservador que bien podrían aplicarse miembros de la "chupiguay" izquierda española contemporánea. Pero seguro que leer a un conservador muerto el 8 de agosto de 1897 no es "progresista")
Y hoy, como dicen los The Clash, una canción que es un información de servicio: conoce tus derechos. Evidentment que el relat d'avui s'aplica a un partit polític d'esquerres. Els que ho van fer anteriorment eren de dretes o ultradreta i a aquests ja se'ls suposa un menyspreu per a la classe treballadora.
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