CADA CUAL CUIDA SU NEGOCIO

En la penumbra de una habitación engalanada con la ostentación decadente de un tiempo pasado, dos personajes, el doctor Aldous Huxley y su viejo amigo, el coronel Augustus Brackenbury, se erguían como dos faros luminosos en un mar de desconcierto. Un vaso de whisky, medio lleno y medio vacío, descansaba en la mesa de caoba, reflejando los destellos ámbar del fuego crepitante.

"La medicina ha avanzado tanto que ya todos estamos enfermos, Augustus," pronunció Aldous con una sonrisa sarcástica, mientras sus dedos tamborileaban en el vaso de cristal.

La risa del coronel Brackenbury llenó la habitación con un eco de los días de gloria perdidos. "¡Ah, Aldous, siempre tan pesimista! ¿No es la enfermedad el precio de la vida?"

El médico se reclinó en su sillón, permitiendo que el calor del fuego se mezclara con el frío gélido de su whisky. "No, mi querido Augustus, no es pesimismo. Es simplemente el reconocimiento de que el avance, cualquier avance, lleva consigo su propia forma de decadencia."

Un silencio cayó entre ellos, roto solo por el chispeante susurro del fuego. El coronel Brackenbury contempló a su amigo, sus ojos reflejando la luz de las llamas, y una sonrisa lenta y astuta se formó en su rostro. "Cada uno cuida de su negocio, Aldous. Por ejemplo, ¿quiere la industria armamentística acabar con las guerras?"

El médico levantó una ceja, su interés picado. "La respuesta es obvia, no. Las guerras alimentan su negocio."

"Exactamente," continuó el coronel, su sonrisa convirtiéndose en una mueca sardónica. "Por tanto, ¿busca la industria farmacéutica acabar con las enfermedades?"

El doctor Huxley, sin decir una palabra, alzó su vaso en un brindis silencioso y lo vació de un trago. El fuego crepitó, las sombras danzaron, y la risa amarga de la ironía llenó el aire. En el juego del progreso, parecía que todos estábamos destinados a ser perdedores.

"La mejor manera de enfrentar obstáculos...usarlos como escalones, ríete de ellos, pasa por encima de ellos y deja que te lleven a un lugar mejor" (Enid Blyton, aunque nació el 11 de agosto de 1897 muchas generaciones de adolescentes y no tanto anteriores a Harry Potter se leyeron todos sus libros. El que suscribe es uno de ellos)

Y que cumplas muchos más de los "sesenta y todos" de hoy. Voy saliendo que tengo que acabar la historia de hoy... y de siempre. I ara a sopar... amanideta i mató amb poma bullida que cal cuidar-se.