miércoles, 23 de agosto de 2023

 

PRIGOJIN, VOLABA HACIA MOSCÚ PERO SE LE ESTRELLÓ EL AVIÓN

 


En el despiadado teatro de los mercenarios, el nombre de Ievgueni Prigojin, el doble de Jesús Gil, resuena como una broma cruel, una parodia del poder. Con su corpulencia y su sonrisa de tiburón, Prigojin se parece tanto a Putin que uno podría pensar que fue esculpido en el mismo bloque de hielo siberiano. Pero la reciente asonada contra el jefe del Kremlin puso en evidencia una grieta en la fachada de este bromance de acero.

Hace unas semanas, las noticias de la rebelión de Prigojin se extendieron por el mundo como un incendio en un depósito de vodka. En la corte de Putin, donde los traidores suelen tener una esperanza de vida similar a la de un mosquito en un sauna, Prigojin se había convertido repentinamente en el bufón temerario que tira una tarta a la cara del rey.

Pero luego, como un viejo matrimonio que decide ignorar una infidelidad por el bien de los niños, Putin y Prigojin parecían haberse reconciliado. Los titulares cantaban loas a la amistad inquebrantable, pero los observadores más astutos notaron la tensión en los ojos de Prigojin. Aquellos ojos que solían tener el brillo de un hombre que disfruta de un chiste privado, ahora parecían tan apagados como las luces de una discoteca a las 5 de la mañana.

Después de semanas de silencio, Prigojin reapareció el 22 de agosto, luciendo algo desmejorado. Pero no había tiempo para análisis detallados de su apariencia. Prigojin estaba en camino a Moscú, a bordo de un avión privado tan lujoso que haría ruborizarse a un oligarca del petróleo.

"¿Por qué el silencio, Ievgueni?" preguntó Putin por teléfono, su voz era tan fría como el viento que azota las estepas rusas. "Tú sabes que no me gusta cuando mis amigos se esconden".

"Estuve reflexionando, Vlad", respondió Prigojin, su voz temblaba como un niño atrapado en una mentira. "Sobre lo que pasó... y lo siento mucho".

El avión empezó a temblar. Prigojin miró por la ventanilla, el cielo estaba tan oscuro que parecía que Dios había olvidado pagar la factura de la luz. Y entonces, el avión cayó.

Al día siguiente, la noticia de la muerte de Prigojin sacudió el mundo. El doble de Jesús Gil, el mercenario rebelde, había encontrado su final en un avión estrellado. ¿Un accidente? ¿O tal vez un acto de desesperación por parte de un hombre que había visto demasiado?

En el Kremlin, Putin sonrió. Era una sonrisa de satisfacción, como la de un gato que acaba de comerse a un canario. Miró la foto de Prigojin, su doble, su amigo.

"Adiós, Ievgueni", musitó. "Fuiste un buen peón, hasta que dejaste de serlo".

Y así, en la oscura comedia del poder, la cortina cayó sobre la vida de Ievgueni Prigojin. Un hombre que, a pesar de sus esfuerzos, nunca pudo salir de la sombra de Putin. Un hombre que se parecía tanto a Jesús Gil, pero que al final, resultó ser tan desechable como una botella de vodka vacía.

“No me siento viejo porque tenga años tras de mí, sino por los pocos que tengo por delante.(Esto lo dijo Ephraim Kishon, nacido el 23 de agosto de 1924, cuando le quedaban unos 80 años por delante. Muy optimista no lo era, no)

Y que cumplas muchos más de los 71 de hoy viendo lo que ves. No sé vosaltres però si li poseu el casc del mercenari a Jesús Gil, són dues gotes d'aigua... o vi.



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