NUBES DE VERANO
En lo más alto del vasto lienzo celeste, las nubes de verano danzan al capricho del viento, como suspiros etéreos que se desvanecen en la inmensidad del horizonte. Contemplo su danza desde el prado donde yacen mis pensamientos, anhelando ser llevados por esas corrientes celestiales hacia un destino incierto y apasionante.
Las nubes, como las dificultades en nuestra vida, se deslizan por el firmamento con una gracia imposible de ignorar. Son caprichosas, cambiantes, y a veces, amenazantes. Pero también son efímeras, siempre en movimiento, nunca estancadas. Así son las dificultades que nos acechan en el camino de la existencia: momentos de incertidumbre y desafío que ponen a prueba nuestra fortaleza y determinación.
En ocasiones, las nubes se congregan en densas masas grises, como tormentas en ciernes que amenazan con desatar su furia. El cielo se oscurece y la tranquilidad se desvanece, pero en mi corazón surge la certeza de que tras la lluvia, el sol volverá a brillar con más fuerza. Así también ocurre en la vida: tras los momentos de adversidad, renace la esperanza y se despliegan las oportunidades.
Pero no todas las nubes son sombrías. Hay nubes de algodón que se desplazan suavemente, como suspiros de amor en el aire. Son esas nubes las que me inspiran a soñar, a imaginar un futuro lleno de posibilidades y promesas. En cada una de ellas vislumbro la oportunidad de abrazar la felicidad y la plenitud.
Cuando el sol se oculta tras el horizonte, las nubes de verano se encienden con los tonos cálidos del atardecer. Parecen arder en llamas de ámbar y oro, pintando el cielo con una paleta de colores que despierta emociones profundas en mi corazón. Es en esos momentos cuando comprendo que, a pesar de las dificultades, la belleza y la pasión están siempre presentes en nuestras vidas, esperando ser descubiertas.
Así, mientras observo las nubes de verano danzar en el firmamento, reflexiono sobre las dificultades que surgen en mi camino. No puedo evitar maravillarme ante su belleza efímera y su capacidad de transformarse en algo más, en algo que trasciende su propia naturaleza. Y en esa contemplación encuentro la fuerza para superar mis propios obstáculos, para abrazar la vida con valentía y para descubrir el amor en cada paso que doy.
Porque al final, las nubes de verano son mucho más que simples masas de vapor suspendidas en el cielo. Son un recordatorio de que en medio de la incertidumbre y la tormenta, siempre hay un rayo de luz que nos guía hacia la dicha y la plenitud. Y así, con el corazón lleno de esperanza, continúo mi camino, sabiendo que las nubes de verano son solo un preludio de los milagros que aguardan en mi destino.
"Un pequeño paso para el hombre, un gran paso para la humanidad" (Neil Armstrong, cuando nació el 5 de agosto de 1930 aún no sabía que la frase que dijo sería la más famosa de todo el siglo XX)
Y que cumplas muchos más de los 39 de hoy y aprovecha, que la lozanía son dos días... a lo sumo, tres. Un secret: avui he hagut de canviar la frase del dia tres vegades. Els que van néixer en 5 d'agost ho van fer per a deixar-nos els seus frasoplones i posar-m'ho difícil.
No hay comentarios:
Publicar un comentario