REALIDAD AUMENTADA PARA LA VIDA COTIDIANA
Marta se ajustó las gafas de realidad aumentada y salió de su apartamento. Era una mañana soleada de septiembre en Barcelona, y la ciudad estaba llena de vida. Caminó por las calles, admirando la arquitectura modernista y las obras de arte urbano. Las gafas le mostraban información sobre los lugares que veía, como el nombre del artista, el año de construcción o el significado histórico. También le sugerían actividades, eventos y ofertas que podían interesarle.
Marta se dirigió a una tienda de electrodomésticos, donde quería comprar una cafetera nueva. Al entrar, las gafas le dieron la bienvenida y le mostraron un mapa de la tienda con los productos disponibles. Se acercó a una cafetera que le gustó y las gafas le mostraron su precio, sus características, sus opiniones y una comparativa con otros modelos similares. Al final se decidió por la cafetera y las gafas le indicaron cómo pagarla con su móvil.
Salió de la tienda con su nueva cafetera y se dirigió a su coche. Al llegar, las gafas se conectaron con el sistema del vehículo y le mostraron el nivel de batería, el estado del motor y el tráfico en tiempo real. Introdujo su destino y las gafas le mostraron la ruta óptima, con indicaciones visuales y auditivas.
Marta condujo hasta su casa, donde la esperaba su marido Luis. Luis también llevaba unas gafas de realidad aumentada, que le habían ayudado a preparar una deliciosa comida. Marta le dio un beso y le enseñó su nueva cafetera. Luis se alegró y le dijo que la probaran juntos.
Marta colocó la cafetera en la cocina y las gafas le mostraron cómo instalarla y cómo usarla. Le dieron instrucciones paso a paso, con imágenes y vídeos que se superponían a la realidad. Siguió las indicaciones y pronto tuvo lista una taza de café humeante.
Marta llevó el café al salón, donde Luis había puesto música y unas velas. Se sentaron en el sofá y brindaron por su aniversario. Las gafas les mostraron fotos y vídeos de sus momentos más felices juntos, creando un ambiente romántico.
Marta sonrió y abrazó a su marido. Se quitó las gafas y le dijo:
Te quiero, Luis.
Yo también te quiero, Marta -respondió él, quitándose también las gafas.
Se miraron a los ojos y se besaron con pasión.
“La ignorancia es la noche de la mente: pero una noche sin luna y sin estrellas” (Confucio, nacido el 28 de setiembre del 551 a. de C. No sé cómo pueden estar tan segur@s de la fecha de su nacimiento a no ser que se la adjudicaran en una noche sin luna y sin estrellas)
Y que cumplas muchos más de los 36 de hoy. Sin despertarse también se puede soñar. Tal vegada la foto que il·lustra el relat res tingui a veure amb ell, però així de bonica lluïa la Lluna. I ho he volgut compartir des d'aquesta part de l'Univers. I oi que enlluerna?
No hay comentarios:
Publicar un comentario