jueves, 14 de septiembre de 2023

 LA ÚLTIMA FILOSOFÍA


Había una vez una joven estudiante de filosofía, cuyos ojos brillaban con la pasión del conocimiento y la búsqueda incesante de la verdad. Su mente era un crisol de ideas, siempre anhelando entender el universo mismo. Por otro lado, se encontraba un astrónomo, un soñador cautivado por los misterios que yacían más allá de nuestras estrellas. Fascinado por el vasto lienzo celestial, su alma anhelaba descubrir los secretos ocultos en la inmensidad del cosmos. El destino los unió en una conferencia sobre la relación entre la ciencia y la filosofía, y desde el primer encuentro, sus corazones sintieron una conexión especial, como si las estrellas mismas hubieran conspirado a su favor.

El amor floreció entre ellos, tan rápido y poderoso como un cometa rasgando el firmamento. Prometieron nunca separarse y, en una pequeña iglesia, rodeados de seres queridos y amigos, unieron sus vidas en matrimonio. Juntos, decidieron establecer su hogar en una casa en el campo, donde un vasto jardín y un majestuoso telescopio se convertirían en testigos de su vida compartida. Allí, entre flores que alzaban sus pétalos al cielo y estrellas que titilaban en la negrura de la noche, se dedicaron a su trabajo, a su pasión y, sobre todo, a su amor.

Sin embargo, el destino, con su inescrutable sabiduría, tenía preparado un desafío para su amor inquebrantable. Un día, como un meteorito que irrumpe en la quietud del cielo, él recibió una oferta que no pudo rechazar. Le propusieron formar parte de una misión espacial, la primera en explorar los confines del sistema solar más allá del planeta rojo. Era una oportunidad única, un sueño que se había materializado frente a sus ojos. Pero también implicaba un riesgo descomunal y una larga separación.

Así, con su traje espacial y su casco brillante como una estrella solitaria en la negrura, partió hacia las vastedades del espacio. Ella, por su parte, quedó en la tierra, con su libro lleno de palabras y su anillo cargado de promesas. Los meses se convirtieron en años, y los años en siglos, mientras él viajaba por el cosmos, descubriendo nuevos mundos y desvelando los enigmas que yacían ocultos en la vastedad del universo. Mientras tanto, ella vivía su vida en la tierra, envejeciendo lentamente bajo la sombra de los días que se desvanecían uno tras otro. Él, por otro lado, se mantenía inmutable, perpetuamente joven gracias a las leyes de la relatividad que gobernaban su extraño viaje.

Finalmente, llegó el día en que él regresó a la tierra, con su experiencia y su gloria. Pero el tiempo había dejado su huella en ambos. Mientras él emergía de la cápsula espacial, lleno de asombro y emoción, ella lo esperaba en el hospital, con el rastro de una arruga en su frente y la sabiduría acumulada en sus recuerdos. Sus miradas se encontraron, y en ese instante, todos los años de separación se desvanecieron como estrellas fugaces en el horizonte.

"Te amo más que a nada en el universo", susurró él, sus palabras flotando en el aire como polvo estelar.

"El amor es la última filosofía de la tierra y el cielo", respondió ella, su voz suave como el susurro del viento entre los árboles.

 "Todos los que parecen estúpidos, lo son y, además también lo son la mitad de los que no lo parecen" (Francisco de Quevedo, que a pesar de haber nacido el 14 de setiembre de 1580 tenía una idea muy clara de la especie que lo rodeaba. Tiene infinidad de frases pero hoy, toca esa y la que ha inspirado el relato)

Y que cumplas muchos más de los 64 de hoy; sigue así, sin enfrentarte a nadie o a mí. Tal vegada per això als EUA avui s'ha creat un nou departament per a estudiar el fenomen OVNI "amb absoluta transparència" ja!



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