sábado, 14 de octubre de 2023

 LAS FIESTAS DE LA TESTOSTERONA


En una era donde la masculinidad se cuestionaba y se ponía a prueba, un hombre llamado Malcolm Smith se atrevió a enfrentar las sombras de la duda. Inspirado por las historias que leía de niño, Malcolm era un visionario que buscaba soluciones originales para un problema que, según él, amenazaba el alma de la hombría. Creía que las praderas de la testosterona se estaban marchitando, dejando a los hombres sin vigor ni confianza. Pensaba que, con el paso del tiempo, la virilidad había perdido su brillo y su fuerza, convirtiéndose en una sombra de lo que fue.

Fue así como se le ocurrió la extravagante idea de las “fiestas de testosterona”. Su visión era simple pero audaz. Con espíritu emprendedor, fundó una startup que organizaba eventos únicos con un objetivo claro: aumentar los niveles de testosterona de los hombres, no mediante pastillas o inyecciones, sino fomentando hábitos saludables. Las fiestas no eran para los tímidos ni para los que temían sudar la camiseta.

El edificio donde se celebraban estas singulares fiestas tenía una atmósfera que te atrapaba como una novela de aventuras. Los murales de sus paredes mostraban héroes antiguos y modernos, un homenaje a la masculinidad en su esplendor. Los asistentes, llamados “Los Guerreros de la Testosterona”, se reunían en lo que parecía una mezcla entre un gimnasio y una discoteca retro, todo iluminado por una luz dorada que daba un toque épico al lugar.

Entre el ruido y la música estridente, un entusiasta Malcolm se dirigió a los presentes, su voz cargada de emoción y pasión.

“¡Amigos, bienvenidos al templo de la testosterona! Aquí, no solo vamos a medir vuestra virilidad, sino también a potenciarla hasta el infinito. Cada latido de vuestro corazón, cada gota de sudor, será una melodía que hará que vuestra testosterona se dispare como un cohete espacial”.

El público aplaudió, y las carcajadas llenaron la sala. Las fiestas no solo incluían ejercicios físicos y pruebas de fuerza, sino también charlas, consejos sobre nutrición y bienestar, e incluso una estación de medición de niveles de testosterona. Al final, como colofón, se celebraba una “batalla de los titanes”, donde los hombres demostraban su resistencia y habilidad en una competición digna de una película de acción.

Sin embargo, conforme las noches de testosterona se sucedían, la duda empezó a colarse entre los participantes. ¿Era realmente necesario este énfasis en subir los niveles de testosterona? ¿No eran los hombres mucho más que sus hormonas? Las conversaciones se hicieron más profundas, y las risas de la sala se matizaron con un tono de reflexión.

Un hombre mayor, con una melena plateada que le daba un aire filosófico, habló con la sabiduría de los años: “La virilidad es como un río, siempre fluye, siempre cambia. No necesitamos medirla para saber que somos hombres. Nuestra masculinidad es tan variada como las estrellas en el firmamento, y no se puede resumir en un número en un papel”.

La era de las fiestas de testosterona había llegado a su punto crítico. Los Guerreros de la Testosterona empezaron a preguntarse si su búsqueda de virilidad estaba equivocada, y si tal vez, la masculinidad era un arco iris en lugar de una línea recta.

Así pues, entre risas sarcásticas y debates acalorados, Malcolm Smith y su startup se vieron ante una encrucijada. ¿Era la relación entre la testosterona y la masculinidad tan evidente como habían pensado, o había más matices en el espectro de la hombría de lo que sus gráficos podían mostrar?

En el espejo de la noche, se reflejaban preguntas que iban más allá de la ciencia y se adentraban en las profundidades de la identidad masculina. Las “fiestas de testosterona” habían empezado como una respuesta a un dilema cultural, pero terminaron siendo un cuestionamiento de la misma naturaleza de la masculinidad. En un mundo en constante cambio, la única constante era la inagotable búsqueda de lo que significa ser un hombre.

"La verdad es una rueda en constante movimiento, y nadie sabe hacia dónde se dirige." (Lo dijo y escribió Katherine Mansfield, escritora neozelandesa nacida el 14 de octubre de 1888 que sabía dónde dirigirse)

Y que cumplas muchos más de los 83 de hoy y no hay nada más que decir. O si. El que va crear la *startup aquesta s'ha d'estar fent d'or amb un parell.


 

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