miércoles, 1 de noviembre de 2023

EL DÍA QUE EL DINERO DESAPARECIÓ

Nadie sabe exactamente cómo ocurrió, pero un día el dinero desapareció de la faz de la Tierra. Los billetes se volvieron cenizas, las monedas se fundieron, las tarjetas se borraron y las cuentas bancarias se vaciaron. El mundo se colapsó en cuestión de horas. Los gobiernos cayeron, las empresas quebraron, los mercados se cerraron y el caos se extendió por todas partes. La gente entró en pánico, saqueó, protestó y se enfrentó por los escasos recursos que quedaban. La civilización se desmoronó como un castillo de naipes.

Pero la humanidad no se rindió tan fácilmente. Algunos sobrevivientes se organizaron y buscaron formas alternativas de intercambio. Recordaron una antigua práctica que había sido olvidada por siglos: el trueque. Sin dinero, lo único que valía era lo que uno podía ofrecer a cambio de lo que necesitaba. Así surgieron los clubes de trueque, lugares donde la gente podía reunirse y negociar con sus bienes y servicios. Había clubes de todo tipo: de comida, de ropa, de medicinas, de libros, de arte, de tecnología… Cada uno tenía sus propias reglas, sus propios líderes y sus propios conflictos.

Uno de esos clubes era el Club de Trueque Literario, ubicado en una antigua biblioteca pública en el centro de Barcelona. Allí, los amantes de la literatura podían intercambiar sus libros por otros objetos de valor cultural o sentimental. El club estaba dirigido por una mujer llamada Clara, una ex profesora de literatura que había logrado salvar su colección personal de la quema masiva que se había producido tras el fin del dinero. Clara era una mujer culta, elegante y severa, que cuidaba sus libros como si fueran sus hijos. Tenía un ojo clínico para detectar las joyas literarias entre la basura y un sentido del humor irónico que no todos apreciaban.

Un día, un hombre llamado Marcos entró al club con una mochila llena de objetos. Marcos era un ex ingeniero informático que había perdido su trabajo y su familia tras el cataclismo económico. Se había dedicado a vagar por las calles en busca de algo que le diera sentido a su vida. Un día encontró un libro abandonado en una papelera: era “1984” de George Orwell. Lo leyó con avidez y quedó fascinado por la historia y el mensaje del autor. Decidió que quería leer más libros como ese y se enteró de la existencia del Club de Trueque Literario.

Marcos se acercó al mostrador donde Clara estaba sentada con una libreta y un bolígrafo. Le saludó con una sonrisa nerviosa y le mostró su mochila.

-Hola, vengo a cambiar algunos objetos por libros -dijo Marcos.

-Buenas tardes -respondió Clara con frialdad-. Veamos qué tienes.

Clara abrió la mochila y empezó a examinar su contenido con desdén. Había un reloj digital, una linterna, una brújula, una navaja, una lata de sardinas, un paquete de chicles, una botella de agua y un mechero.

-¿Esto es todo? -preguntó Clara con sarcasmo-. ¿Qué esperas conseguir con esto? ¿Un libro para colorear?

-No, yo quiero leer algo más interesante -dijo Marcos-. Algo como “1984”, ¿lo tiene?

-Sí, lo tengo -dijo Clara-. Pero no te lo voy a dar por esta basura. Ese libro es una obra maestra de la literatura distópica, una crítica feroz al totalitarismo y a la manipulación del lenguaje. No lo cambio por menos de un cuadro original de Picasso o una guitarra firmada por Bob Dylan.

-Pero yo no tengo nada de eso -protestó Marcos-. ¿No hay nada en mi mochila que le interese?

-Déjame ver… -dijo Clara-. Tal vez este mechero… Si me lo das, te puedo dar un libro muy apropiado para ti.

-¿Cuál? -preguntó Marcos con curiosidad.

-“Fahrenheit 451” de Ray Bradbury -dijo Clara con una sonrisa maliciosa-. Es una novela sobre un futuro donde los bomberos queman los libros y la gente vive alienada por la televisión. El protagonista es un bombero que empieza a cuestionar su trabajo y a rebelarse contra el sistema. Te va a encantar.

-¿De verdad? -dijo Marcos con ilusión-. Bueno, pues trato hecho. Tome el mechero y deme el libro.

-Aquí lo tienes -dijo Clara entregándole el libro-. Pero ten cuidado, no vayas a quemarlo por accidente.

-No se preocupe, lo cuidaré como si fuera oro -dijo Marcos abrazando el libro-. Muchas gracias.

-De nada -dijo Clara-. Y vuelve cuando quieras. Aquí siempre hay libros para todos los gustos.

Marcos salió del club con una sonrisa en la cara y se dirigió a un parque cercano. Se sentó en un banco y abrió el libro. Empezó a leer las primeras líneas:

“Estaba el mundo lleno de fuego y de ceniza, y la luna era como una gota de sangre…”

"Si todos obedecieran, todos serían esclavos." (Étienne de La Boétie, nacido el día de todos los santos –y santas- de 1530. Únicamente fue esclavo de su pensamiento)

Y ya no puede cumplir más de los 74 del año 2021 que fue cuando se le paró el tiempo en este mundo. No obstante los sueños del rock and roll seguirán haciéndose realidad. Bé després de la castanyada tots a continuar obeint com a bons nois i noies. Bona nit.





 

 

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