ANSIA CONSTANTE: UNA HISTORIA DE AMOR Y DESAMOR
Elena se despertó con la sensación de que le faltaba algo. Era una sensación que la acompañaba desde hacía mucho tiempo, desde que había dejado a su novia Laura por una oportunidad de trabajo en otra ciudad. Pensaba que el cambio le vendría bien, que podría olvidar a Laura y empezar de nuevo. Pero se equivocó. Lo único que consiguió fue aumentar su ansia por ella, por su voz, por su risa, por su abrazo.
Se levantó de la cama y se dirigió al baño. Se miró al espejo y se vio cansada, ojerosa, triste. Se duchó y se vistió con ropa formal. Tenía una reunión importante con unos clientes y quería dar una buena impresión. Se puso el perfume que le había regalado Laura y sintió un escalofrío. Recordó el día que se lo dio, el día de su cumpleaños. Fue el último día que la vio.
Elena salió de su apartamento y cogió un taxi hasta la oficina. Durante el trayecto, puso la radio y escuchó una canción que le gustaba. Era Constant Craving, de k.d. lang, una canción que hablaba sobre el deseo constante que siente el ser humano por algo o alguien, y cómo ese anhelo nunca se satisface del todo. Se sintió identificada con la letra y cerró los ojos. Imaginó que Laura estaba a su lado, cogiéndole la mano, susurrándole al oído.
Llegó a la oficina y entró en la sala de reuniones. Allí estaban sus compañeros y sus jefes, esperándola. También estaban los clientes, unos ejecutivos serios y formales. Les saludó con una sonrisa forzada y se sentó en su sitio. La reunión empezó y Elena tuvo que exponer su proyecto. Habló con seguridad y profesionalidad, mostrando los datos y los gráficos que había preparado. Los clientes asintieron con interés y le hicieron algunas preguntas. Les respondió con solvencia y claridad. Parecía que todo iba bien.
Pero en realidad, Elena no estaba allí. Su mente estaba en otro lugar, en otro tiempo, en otro mundo. Un mundo donde Laura existía, donde Laura la quería, donde Laura la esperaba. Un mundo donde no había trabajo, ni estrés, ni distancia. Un mundo donde solo había amor.
Terminó su exposición y recibió un aplauso de los presentes. Los clientes se mostraron satisfechos y felicitaron a Elena por su trabajo. Sus compañeros y sus jefes también le expresaron su reconocimiento y su admiración. Elena agradeció los elogios con humildad y cortesía. Pero en el fondo, no le importaban. No le importaba nada de lo que había conseguido con su esfuerzo y su sacrificio. Solo le importaba Laura.
Salió de la sala de reuniones y fue al baño. Se encerró en un cubículo y sacó su móvil del bolso. Buscó el número de Laura y lo marcó. Esperó a que contestara, pero nadie lo hizo. Solo escuchó el tono de llamada una y otra vez.
Elena colgó el teléfono y se echó a llorar.
Elena tenía todo lo que quería, menos lo que necesitaba.
Elena tenía ansia constante.
Siempre había sido así.
Siempre sería así.
"La satisfacción sexual no puede separarse de la satisfacción emocional en la vida de una persona" (Shere Hite, nacida el 2 de noviembre de 1942 que dedujo como nadie que lo importante de una persona está en el interior, pero muy en el interior ¿eh?)
Y que cumplas muchos más de los 62 de hoy, es mi deseo sincero y constante que a lo mejor no se satisface nunca. I aquí estem tots, els burlats i les burlades, aplaudint als burladors que, una vegada més, busquen sobreviure als seus còmodes i luxoses butaques de comandament.
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