miércoles, 29 de noviembre de 2023

 EL DÍA QUE NACIÓ LA FLORIDA OCCIDENTAL BRITÁNICA


Era una tarde fría y lluviosa en Pensacola, la antigua capital de la Florida Occidental española. El viento soplaba con fuerza desde el golfo de México, haciendo ondear las banderas de los Estados Unidos que adornaban las fachadas de los edificios. El año era 2005, y hacía más de dos siglos que España había cedido aquel territorio a los británicos, que a su vez lo habían perdido ante los estadounidenses. Sin embargo, para un pequeño grupo de personas, aquel pedazo de tierra seguía siendo parte del imperio británico, y estaban dispuestos a demostrarlo.

En una modesta casa de madera, se reunían en secreto los líderes de la micronación de la Florida Occidental Británica, una organización que pretendía restaurar la soberanía británica sobre la región. Su fundador y autoproclamado gobernador era Robert Williamson, un hombre de mediana edad, de cabello canoso y ojos azules, que vestía un traje gris y una corbata con la bandera de la Unión. A su lado, se encontraban sus principales colaboradores: James Smith, un abogado jubilado que hacía de secretario; Mary Jones, una profesora de historia que se encargaba de la propaganda; y John Brown, un veterano de guerra que dirigía la milicia.

-Señoras y señores, ha llegado el momento de la verdad -dijo Williamson, levantándose de su asiento y mirando a los presentes con solemnidad-. Hoy, 29 de noviembre de 2005, vamos a proclamar la independencia de la Florida Occidental Británica, y a reclamar nuestro derecho a ser reconocidos como una nación soberana y aliada del Reino Unido.

-¿Estamos preparados para hacer historia? -preguntó Smith, alzando la voz.

-¡Sí! -respondieron al unísono los demás, con entusiasmo.

-Bien, pues entonces, procedamos -dijo Williamson, tomando un papel y una pluma-. Voy a redactar la declaración de independencia, basándome en la que hicieron los padres fundadores de los Estados Unidos, pero adaptándola a nuestra situación.

Williamson empezó a escribir con rapidez, mientras los demás lo observaban con admiración. En pocos minutos, terminó su obra, y la leyó en voz alta:

“Nosotros, el pueblo de la Florida Occidental Británica, en ejercicio de nuestro derecho natural e inalienable a la autodeterminación, y en virtud de los tratados internacionales que nos amparan, declaramos solemnemente que esta región es, y debe ser, libre e independiente de los Estados Unidos de América, y que queda restablecida la soberanía británica sobre la misma, bajo el nombre de Dominio de la Florida Occidental Británica, con capital en Pensacola, y con el gobernador Robert Williamson como jefe de estado y de gobierno, hasta que Su Majestad la Reina Isabel II se digne a nombrar un representante oficial. Invocamos la protección de Dios, y el apoyo de todas las naciones civilizadas, para que reconozcan y respeten nuestra legítima aspiración a vivir en paz y libertad, bajo la sombra de la bandera de la Unión.”

-¡Bravo, bravo! -aplaudieron los demás, emocionados.

-Gracias, gracias -dijo Williamson, sonriendo-. Ahora, solo falta firmarla, y hacerla pública.

-Yo me encargo de eso -dijo Jones, cogiendo el papel y una cámara de fotos-. Voy a colgarla en el ayuntamiento, y a tomar una foto para subirla a internet. Así, todo el mundo sabrá que hemos nacido.

-Ten cuidado, Mary -le advirtió Brown-. Puede haber policías o agentes federales por ahí. No queremos que nos detengan antes de tiempo.

-No te preocupes, John -le dijo Jones, confiada-. Sé cómo pasar desapercibida. Además, ¿quién va a sospechar de una inocente profesora de historia?

Jones salió de la casa, con el papel en el bolso y la cámara en la mano. Caminó con paso firme por las calles de Pensacola, bajo la lluvia, hasta llegar al ayuntamiento, un edificio de ladrillo rojo, con una cúpula blanca y una bandera estadounidense en el mástil. Jones esperó a que no hubiera nadie cerca, y se acercó a la puerta principal. Con un alfiler, sujetó el papel en la madera, y con la cámara, tomó una foto. Luego, se alejó rápidamente, sin que nadie la viera.

-Ya está hecho -se dijo a sí misma, satisfecha-. Ahora, solo queda esperar la reacción del mundo.

Jones volvió a la casa de Williamson, donde los demás la esperaban con ansiedad. Les mostró la foto, y les dijo que la había subido a la página web de la micronación, y a las redes sociales.

-¡Excelente trabajo, Mary! -la felicitó Williamson-. Has sido muy valiente.

-Gracias, Robert -le dijo Jones, ruborizándose-. Pero esto no es nada, comparado con lo que tú has hecho. Tú eres el verdadero héroe.

-No, no, yo solo soy un humilde servidor de la causa -dijo Williamson, modesto-. El mérito es de todos nosotros, que hemos tenido el coraje de seguir nuestro sueño.

-¿Y ahora qué? -preguntó Smith-. ¿Qué vamos a hacer?

-Ahora, vamos a esperar -dijo Williamson-. A esperar que el Reino Unido nos reconozca, y nos envíe un embajador. A esperar que los Estados Unidos nos respeten, y no nos ataquen. A esperar que el mundo nos acepte, y nos trate como iguales.

-¿Y si no pasa nada de eso? -preguntó Brown-. ¿Y si nos ignoran, o nos rechazan, o nos invaden?

-Entonces, lucharemos -dijo Williamson-. Lucharemos por nuestra libertad, y por nuestra dignidad. Lucharemos hasta el final, como hicieron nuestros antepasados.

-Así sea -dijeron los demás, alzando sus copas.

-Por la Florida Occidental Británica -brindó Williamson.

-Por la Florida Occidental Británica -repitieron los demás.

Y así se quedaron: esperando a que el mundo se enterase de su gesta.

 “Mientras uno encuentra en sí mismo y en lo que persigue, no puede sentirse viejo. El signo más cierto de la vejez es el sentimiento de la soledad.” (Louisa May Alcott, nacida el 29 de noviembre de 1832 y que hoy me ha alegrado el día con la frase. Por cierto es mundialmente conocida por su novela “Mujercitas”. Que no os confunda el título)

Y que cumplas muchos más de los 90 de hoy, apesar de lo que has "soplado". Este solo de armónica "a capella" no ha sido superado aún hoy dia... y dudo que sin ayuda de la IA se supere nunca.  I amb aquest ritme de l'harmònica de l'il·lustre John Mayall us deixo per avui amb les cames ballant-me.


 

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