LAWFARE
Era una fría mañana de invierno cuando María se despertó sobresaltada por el timbre del teléfono. Con pesadez se levantó de la cama y caminó descalza por el frío piso de madera hasta llegar a la cocina. Descolgó el auricular y escuchó una voz grave del otro lado:
-Buenos días, ¿la señora María García?
-Sí, soy yo -respondió ella extrañada.
-Le hablamos de la fiscalía para informarle que se ha abierto una investigación en su contra por presunto fraude fiscal. Necesitamos que venga hoy a declarar.
María sintió que el corazón se le detenía. Sabía que ella siempre había cumplido con sus obligaciones tributarias. ¿Cómo podían acusarla injustamente de algo así? En ese instante comprendió que era víctima de una campaña de lawfare, el uso estratégico de la justicia para perseguir fines políticos.
Intentó calmarse y le pidió más detalles al hombre. No pensaba permanecer en silencio ante semejante injusticia. Estaba decidida a enfrentar ese engaño con la fuerza de la verdad.
María colgó el teléfono con una mezcla de indignación y miedo. Sabía que era inocente, pero también entendía la gravedad de estar implicada en una investigación penal.
Rápidamente llamó a su abogado y amigo de la infancia, Pablo. Él la escuchó en silencio mientras ella le describía la extraña llamada que acababa de recibir.
-No te preocupes, María. Esto huele a lawfare desde lejos. Alguien está intentando perjudicarte con acusaciones falsas, por tu vinculación política con el independentismo. No permitiremos que te inculpen injustamente -la tranquilizó Pablo.
Durante los siguientes días, María y su abogado trabajaron incansablemente para preparar su defensa. Reunieron toda la documentación necesaria para probar que ella siempre había cumplido correctamente con sus obligaciones tributarias.
Finalmente, el día de la declaración llegó. María se presentó en la fiscalía con la cabeza en alto y respondió punto por punto a todas las preguntas con precisión y veracidad. El fiscal no pudo demostrar ninguna acusación en su contra.
Después de semanas de enorme presión, la pesadilla de María parecía haber terminado. La investigación en su contra por fraude fiscal fue archivada por falta de pruebas. Ella se sintió reivindicada, aunque sabía que la cicatriz emocional permanecería. Pablo la abrazó y le dijo que lamentablemente el lawfare se estaba convirtiendo en una peligrosa tendencia.
Sin embargo, su alivio duró poco. El fiscal, que no se resignaba a perder el caso, había encontrado una nueva forma de incriminarla. Utilizó un informe de la guardia civil que la vinculaba con un delito de homicidio. Según el informe, María había causado la muerte por infarto de un funcionario de hacienda que la vio en una foto y se emocionó de su belleza. El fiscal argumentó que María había usado su encanto para seducir al funcionario y obtener información privilegiada sobre sus impuestos. Así, la acusó de homicidio por imprudencia grave y de cohecho.
María no podía creer lo que estaba escuchando. Era una acusación absurda, sin ningún fundamento. ¿Cómo podía ser responsable de la muerte de alguien que ni siquiera conocía? ¿Cómo podía ser culpable de cohecho si ella siempre había pagado sus impuestos correctamente? Era evidente que el fiscal estaba actuando con mala fe, buscando cualquier excusa para perjudicarla.
María se sintió desesperada. Sabía que se enfrentaba a un nuevo proceso judicial, mucho más grave que el anterior. Sabía que el fiscal haría todo lo posible para destruir su reputación y su vida. Sabía que el lawfare no tenía límites.
"El derecho no puede ser en sí mismo un obstáculo a la realización de la justicia” (Miguel Reale, nacido el 6 de noviembre de 1910. A su frase hubiese añadido esta: ni las ideas políticas tampoco)
Y esta fue una de las canciones más escuchadas en el mundo en noviembre de 1973. Cuarenta y cuatro años más tarde much@s de nosotr@s nos hartamos de atar cintas amarillas por todas partes. I si tot fos una farsa, una gran farsa del PSOE perquè Junts no tingués una altra alternativa que votar a P. Sanches com a president?
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