miércoles, 20 de diciembre de 2023

EL VAGABUNDO FILOSÓFICO


El sol de la tarde comenzaba a descender sobre la plaza, tiñendo de naranja los adoquines y las fachadas de los viejos edificios coloniales que la circundaban. Pude ver claramente la silueta de las nubes al oeste, ondeando lánguidamente como fantasmas perezosos reacios a regresar al más allá. 

En una de las bancas de la plaza, como un monumento a la pereza, yacía tendido un personaje que ya me era familiar. Era el vagabundo local, conocido por todos sólo como "El Loco". Con su cara bronceada y su barba descuidada que le conferían un aire de profeta errante, solía pasar sus tardes divagando en voz alta sobre cualquier tema que cruzara por su mente. Aunque algunos lo tomaban a broma, había quienes opinaban que bajo sus arranques delirantes se escondía una inteligencia aguda y una visión singular del mundo.

Me acerqué con curiosidad y lo saludé. Comenzó entonces a despotricar sobre la hipocresía humana que, según él, era la raíz de todos nuestros males. "Dicen ser buenos con todos, pero su bondad no es más que una máscara para encubrir su verdadera naturaleza", explicó entre largas caladas a un cigarro que se consumía lentamente entre sus dedos.

Justo en ese momento pasó por ahí el alcalde de la ciudad, que se detuvo brevemente a saludar. Con una sonrisa falsamente cordial le preguntó a "El Loco" cómo estaba, a lo que éste replicó con sorna: "Tan bien como alguien puede estar en un mundo donde hasta la decencia se vende al mejor postor". El alcalde frunció el entrecejo y prosiguió apresuradamente su camino.

"Es el perfecto ejemplo", continuó el vagabundo. "Se hace pasar por el ciudadano ejemplar, siempre con una sonrisa y un saludo para todos. Pero detrás de su máscara de bonhomía se esconde un corazón podrido que sólo late para alimentar sus propias ambiciones".

Sus palabras despertaron en mi mente ciertas dudas sobre las verdaderas intenciones de aquellos que se pavoneaban de su virtud pública. Quizás "El Loco" no estaba tan loco después de todo y en su mirada errante había aprendido lecciones sobre la condición humana que los demás no alcanzábamos a ver.

"La tolerancia no es condescendencia, es la convicción profunda de que todas las ideas tienen derecho a existir." (Ferdinand Buisson, nacido el 20 de diciembre de 1847 para que le diesen el premio Nobel de la Paz en 1927. Convencido de su idea estaba, pero es tan difícil coexistir)

Y que cumplas muchos más que los 33 de hoy aunque tu nombre suene igual que la risa de Santa Klaus.  Està vist que la relació que va tenir la cantant del vídeo no va tenir un final agradable, però  ja se sap que no hi ha final bo.


 

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