EL TRUEQUE
Jan Laporta se sentía cada vez más frustrado con el rendimiento de su equipo. Había elegido a Xavi Hernández como entrenador del Barcelona por una cuestión de orgullo personal, pero el resultado había sido decepcionante. El equipo no jugaba bien, los aficionados estaban descontentos y los medios de comunicación le criticaban constantemente. Laporta se arrepentía de su decisión, pero no podía admitirlo públicamente.
Un día, mientras veía las noticias deportivas, se fijó en el sorprendente líder de la liga: el Girona. El modesto rival del Barcelona había contratado a un entrenador desconocido, llamado Michel, que había logrado sacar lo mejor de sus jugadores. El Girona jugaba con garra, con pasión y con efectividad. Laporta sintió una punzada de envidia y de admiración.
Se le ocurrió una idea loca. ¿Y si llamaba al presidente del Girona y le proponía un intercambio de entrenadores? Tal vez así podría salvar la temporada y recuperar el prestigio del Barcelona. Se dijo a sí mismo que era una broma, que solo quería tantear la reacción del otro. Pero en el fondo, sabía que hablaba en serio.
Cogió el teléfono y marcó el número del Girona. Al otro lado, le contestó una voz amable.
-Hola, soy Delfí Geli, el presidente del Girona. ¿Con quién hablo?
-Hola, Delfí. Soy Jan Laporta, el presidente del Barcelona. ¿Cómo estás?
-Bien, bien. ¿Qué se te ofrece, Laporta? ¿Quieres felicitarme por el liderato de la liga?
-Bueno, sí, te felicito. Pero también te quiero hacer una propuesta.
-¿Una propuesta? ¿De qué se trata?
-Verás, Delfí, estoy muy impresionado con el trabajo de tu entrenador, Michel. Creo que es un gran profesional y que tiene mucho futuro.
-Gracias, Laporta. Yo también estoy muy contento con él. Ha sido un acierto ficharlo.
-Pues bien, Delfí, te voy a ser sincero. Yo no estoy tan contento con mi entrenador, Xavi Hernández. Creo que no ha sabido adaptarse al Barcelona y que no ha cumplido con las expectativas.
-Vaya, Laporta. Lo siento por ti. Pero eso no es culpa mía.
-No, no, claro que no. Pero escucha, Delfí. Te voy a hacer una oferta que no podrás rechazar. ¿Qué te parece si intercambiamos a nuestros entrenadores? Tú te quedas con Xavi y yo me quedo con Michel. Así, los dos salimos ganando. Tú te llevas a un ídolo del barcelonismo, un hombre que conoce la filosofía del club y que tiene experiencia internacional. Y yo me llevo a un entrenador que ha demostrado su valía y que ha sabido motivar a sus jugadores. ¿Qué me dices, Delfí? ¿Te animas?
Delfí Geli se quedó en silencio unos segundos. No sabía si Laporta estaba bromeando o hablando en serio. Le parecía una propuesta absurda, una locura. Pero también le tentaba la idea de tener a Xavi en su equipo, de darle un golpe de efecto al Barcelona y de hacer historia. Se decidió a seguirle el juego a Laporta.
-Bueno, Laporta. Me has dejado sorprendido con tu propuesta. No me la esperaba. Pero la verdad es que me resulta interesante. ¿Estás seguro de que quieres hacer este trueque?
-Sí, Delfí. Estoy seguro. Creo que es lo mejor para los dos. ¿Aceptas?
-Pues mira, Laporta. Te voy a decir una cosa. Acepto. Pero con una condición.
-¿Qué condición?
-Que el intercambio sea temporal. Solo hasta que me superes en la clasificación. Entonces, te devolveré a Xavi y tú me devolverás a Michel. ¿Te parece justo?
-¿Temporal? ¿Hasta que me superes en la clasificación? ¿Estás de broma?
-No, Laporta. No estoy de broma. Es mi condición. Si quieres hacer el trueque, tienes que aceptarla. Si no, olvídate de Michel.
Laporta se quedó pensando. Le parecía una condición ridícula, pero también un reto. Estaba seguro de que con Michel, el Barcelona remontaría y superaría al Girona en poco tiempo. Así que aceptó.
-Está bien, Delfí. Acepto tu condición. Pero te advierto que te vas a arrepentir. Con Michel, el Barcelona va a ser imparable.
-Ya veremos, Laporta. Ya veremos. ¿Cuándo hacemos el intercambio?
-¿Qué te parece mañana? Así, los entrenadores tienen tiempo de conocer a sus nuevos equipos y preparar el próximo partido.
-De acuerdo, Laporta. Mañana mismo. Nos vemos en el Camp Nou.
-Nos vemos, Delfí. Hasta mañana.
Los dos presidentes colgaron el teléfono. Cada uno pensaba que había hecho el negocio del siglo. Pero ninguno de los dos sabía lo que les esperaba.
“El amor es una pasión que no puede ser contenida” (Alfred de Musset, su vida que empezó el 11 de diciembre de 1810 fue casi un suspiro: murió a los 46 años. Tal vez tuvo mucho que ver su ‘amor’ al alcohol que no pudo contener)
Y que cumplas muchos más de los 83 de hoy. Cuídate la artrosis para continuar tocando la guitarra como lo haces. Tothom que coneix als personatges del relat sap que és impossible que la conversa s'hagi produït de la manera relatada: els dos van parlar en català.
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