LA ESCLAVITUD NO SE DESTRUYE, SOLO SE TRANSFORMA
El aire olía a humedad y salitre. Las gotas de agua resbalaban por las paredes descascarilladas del viejo almacén abandonado. La luz anaranjada de la puesta de sol se filtraba por las rendijas de los tabiques de madera podrida, iluminando tenuemente el polvoriento suelo de cemento. Entre sobras y desperdicios se reunían en un círculo cuatro sombras encapuchadas.
Uno de ellos rompió el silencio:
- Llevamos años hablando de la esclavitud moderna, de cómo la dependencia al dinero nos ha privado de nuestra libertad. Pero las cosas no han cambiado. Sigue siendo imposible vivir al margen del sistema.
Otro asintió con resignación
- Desde la revolución industrial, el poder se concentra cada vez más en pocas manos. Las grandes corporaciones controlan ahora todos los aspectos de nuestras vidas, desde lo que comemos hasta lo que pensamos.
Un tercero intervino con ironía
- ¿No es irónico que hayan tenido que pasar siglos para que la esclavitud cambiara de forma? Ya no se atan personas con cadenas, ahora son sus propios deseos y necesidades las que los mantienen prisioneros.
El más anciano tomó la palabra con voz cansada
- Es cierto, la esclavitud evolucionó. Pero los amos siguen siendo los mismos. Ahora son CEOs y banqueros los que se sientan en su trono invisible, dictando sus órdenes desde la oscuridad. Incluso ellos son esclavos, esclavos del poder y la codicia. Todo el sistema se sustenta sobre la explotación del hombre por el hombre.
Un silencio pesado se adueñó del ambiente. Los cuatro contemplaban las sombras proyectadas en el suelo, sin encontrar respuestas a los problemas planteados. La opresión seguía su curso, aunque hubiera cambiado de apariencia. La libertad seguía siendo un sueño lejano e inalcanzable.
Se levantaron finalmente, envueltos en las sombras de la noche que caía. Sus pasos resonaron en la soledad del almacén, quizás por última vez. La vieja lucha había terminado, pero la nueva apenas comenzaba. La esclavitud no se destruiría fácilmente, solo cambiaría de forma una y otra vez para adaptarse a los tiempos.
“¿Sabes lo qué es el amor? Te lo voy a decir: es todo aquello que aún puedes traicionar” (John Le Carré, pasó a la habitación de al lado, lleno de misterio, el 12 de diciembre de 2020. Raro es que hable del amor, pero no de traición. De eso sabía mucho)
Hoy hubiese cumplido 108 años pero se fue volando hacia la luna a los 83 años dejando un mundo muy diferente al que conocía. Su Voz no se apagará nunca. I així, entre espies i homes de l'hampa reciclats -afortunadament- en cantants, em vaig a la tele una estona que vull esclavitzar-me una mica més. Bona nit.
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