LOS DUEÑOS DE UCRANIA
No era la primera vez que veía sangre en las calles de Kiev, pero nunca me acostumbraría a esa visión. La guerra había dejado cicatrices profundas en la ciudad y en sus habitantes. La reconstrucción era lenta y costosa. Muchos edificios seguían en ruinas, muchos negocios habían cerrado, muchos sueños se habían roto.
Yo era uno de los pocos periodistas que se habían quedado a cubrir la situación. La mayoría se habían ido cuando el conflicto se había calmado, buscando otras historias más interesantes o más rentables. Pero yo sentía que tenía una responsabilidad con la gente de Ucrania, con su lucha, con su esperanza.
- Hola, ¿quién habla?
- Soy tu editor, tengo una noticia importante que debes investigar.
- ¿De qué se trata?
- BlackRock, la empresa de inversión más grande del mundo, ha comprado una gran parte de la deuda pública de Ucrania.
- ¿Qué? ¿Cómo es eso posible?
- No lo sé, pero parece que hay algo turbio detrás de ese acuerdo. Podría tener consecuencias graves para la soberanía y la democracia del país.
- ¿Qué quieres que haga?
- Quiero que entrevistes al presidente Zelensky y averigües qué hay detrás de todo esto. Es una oportunidad única para sacar a la luz una historia que puede cambiar el rumbo de la historia de Ucrania.
- Vale, lo intentaré. ¿Tienes algún contacto o alguna pista?
- No, tendrás que buscarte la vida. Pero confío en ti, eres el mejor periodista que tengo. No me falles.
- No te preocupes, haré lo que pueda. ¿Cuándo necesitas el reportaje?
- Lo antes posible. El tiempo corre en tu contra. Y ten cuidado, puede ser peligroso. No sabes con quién te estás metiendo.
- Está bien, gracias por la confianza. Te mantendré informado. Adiós.
- Adiós y buena suerte.
No me lo podía creer. ¿Cómo era posible que el gobierno hubiera vendido su futuro a una corporación extranjera? ¿Qué intereses ocultos había en juego? ¿Qué papel tenía Rusia en todo esto? Tenía muchas preguntas y pocas respuestas.
Me puse en contacto con el gabinete de prensa de Zelensky y solicité una entrevista. Al parecer el presidente estaba muy ocupado y no podía atenderme. Insistí y les recordé que era un periodista independiente y que tenía derecho a informar a la opinión pública. Me dijeron que lo intentarían, pero que no me hiciera ilusiones.
Pasaron los días y no recibí ninguna respuesta. Decidí ir al palacio presidencial y esperar a que Zelensky saliera. Me planté en la puerta con mi grabadora y mi cámara. Esperé durante horas, bajo el sol, el frío y la lluvia. Vi salir y entrar a muchos políticos, empresarios, diplomáticos y militares. Pero no vi a Zelensky.
Estaba a punto de rendirme cuando lo vi. Salía por una puerta lateral, escoltado por varios guardaespaldas. Llevaba un traje gris y una corbata azul. Tenía el pelo engominado y la cara cansada. Se subió a un coche blindado y se alejó a toda velocidad.
Corrí tras él, gritando su nombre. Le pedí que me diera una entrevista, que me explicara lo de BlackRock, que me dijera la verdad. Los guardaespaldas me empujaron y me tiraron al suelo. El coche se perdió en el tráfico.
Me levanté, dolorido y enfadado. Miré el palacio presidencial, imponente y frío. Me di cuenta de que Zelensky no era el dueño de Ucrania. Era solo un títere de BlackRock. Y yo era solo un testigo impotente de la traición a su pueblo.
“No es el amor quien muere, somos nosotros los que morimos por dentro” (Juan Ramón Jiménez, nació el 23 de diciembre de 1881 para ser premio Nobel de Literatura en 1956. Hay que cuidarse del amor, al primer síntoma de que nos abandona, medicarse rápido. El problema está en cómo)
Y que cumplas muchos más de los 45 de hoy. La canción del vídeo es para ser cantada a "cau d'orella" y a media luz. Lo demás ya os lo dejo a vuestra imaginación. No és sol Ucraïna la venuda I del nostre País qui és amo? A qui obeeixen els titelles que ens governen? Seguiu el rastre dels diners i ho sabreu.
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