EL MISTERIO DE SANT CLIMENT DE PAL
La nieve caía con fuerza cuando el detective Ramón Sánchez llegó al pequeño pueblo de Pal, en Andorra. Había recibido una llamada extraña desde allí informándole de algo sospechoso que había ocurrido en la Iglesia románica de San Climent.
Siguiendo las indicaciones, Ramón se dirigió a la gran construcción de piedra que dominaba el pueblo. La puerta principal estaba cerrada, pero logró entrar por una pequeña entrada lateral. Dentro, reinaba una penumbra inquietante iluminada solo por las pocas velas que quedaban encendidas.
Mientras recorría el interior en busca de pistas, Ramón notó que algo no encajaba. Detrás del altar, una de las piedras parecía ligeramente desplazada. Con cuidado, la movió y descubrió un pasaje oculto. Siguiendo un oscuro túnel, emergió en una cripta subterránea desconocida.
Dentro, encontró signos de un reciente altercado. Pero lo más sorprendente fue ver que una de las lápidas funerarias había sido removida, dejando un oscuro agujero. En ese momento, oyó pasos acercándose. Al girar, se encontró cara a cara con el cura de la iglesia, que empuñaba un arma.
Tras una breve pero tensa confrontación, Ramón logró desarmarlo y esposarlo. Ahora sólo quedaba resolver el misterio: ¿qué escondía realmente la Iglesia de San Climent y por qué el cura intentaba ocultarlo tan desesperadamente?
Ramón interrogó al cura para tratar de descubrir la verdad. Este, acorralado, terminó confesando: dentro de la lápida vacía, ocultaba un antiguo manuscrito que podría poner en entredicho la historia oficial de la Iglesia.
Intrigado, Ramón movió la lápida con ayuda del cura. Dentro, envuelto en lienzos polvorientos, encontró un viejo libro de páginas amarillentas. Lo abrió con cuidado y descubrió que estaba escrito en un extraño idioma desconocido.
De vuelta en la comisaría, llamó a su experto en historiografía, el doctor Marcial. Este, luego de estudiar el manuscrito, explicó su hallazgo: era un antiguo texto gnóstico que cuestionaba diversos dogmas de la fe católica.
Entonces Ramón comprendió la razón del miedo del cura. Si ese secreto salía a la luz, podría crear un gran cisma entre los fieles. Decidió proteger el manuscrito y el misterio de la Iglesia de San Climent. Sin embargo, había resuelto el enigma que lo trajo hasta aquel pequeño y encantador pueblo de montaña.
"El límite de nuestras conquistas está en la proporción de nuestros esfuerzos y aspiraciones" (Jacob Bolotin, nacido el 3 de enero de 1888 sabía de lo que hablaba: se licenció en medicina con honores a los 24 años. Fue el primer médico ciego en hacerlo)
Hoy hubiese cumplido 104 años pero se quedó en 81 que tampoco está mal y eso que siempre quiso ser americano que, tal y como están las cosas, no es ninguna ganga en Irán. Tot el que estem vivint aquests dies d'atemptats a un costat i a l'altre és l'inici d'un camí incert i perillós pel qual anem tots excepte els que sortiran guanyant: els xinesos.
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