LA ESPALDA DE ALADINO
Pedro Sánchez, el presidente del gobierno, estaba muy contento de recibir a su nueva ministra de hacienda, Maria Jesús Montero, en el Palacio de la Moncloa. Ella era una de las pocas personas que se habían atrevido a aceptar ese cargo, tan difícil y polémico en tiempos de crisis económica y social. Pedro quería mostrarle su agradecimiento y confianza con un abrazo efusivo.
- Bienvenida, Maria Jesús. Estoy muy orgulloso de que formes parte de mi equipo. Sé que vas a hacer un gran trabajo al frente de la hacienda pública -le dijo Pedro, mientras la abrazaba y le frotaba la espalda con las manos.
- Muchas gracias, Pedro. Es un honor para mí asumir esta responsabilidad. Espero estar a la altura de las expectativas -le respondió Maria Jesús, un poco sorprendida por el gesto cariñoso de su jefe.
Lo que ninguno de los dos sabía era que Pedro, sin querer, había activado un mecanismo secreto que había en la espalda de la ministra. Resulta que ella llevaba puesto un chaleco mágico que le había regalado su marido, un coleccionista de antigüedades orientales. El chaleco tenía bordada una lámpara de Aladino, y al frotarla, se liberaba el genio que vivía dentro.
De repente, una nube de humo azul salió de la espalda de Maria Jesús, y de ella emergió una figura con turbante, barba, una sonrisa pícara y con un parecido increíble a Carles Puigdemont. Era el genio de la lámpara, y hablaba en catalán.
- Bon dia, sóc el geni de la llum. He vingut a concedir-vos un desig a cadascun. Però tingueu en compte que només podeu demanar una cosa, i que ha de ser possible i raonable. No podeu demanar coses com la immortalitat, l'amor o la pau mundial. Així que penseu bé el que voleu, i digueu-me-ho amb claredat -dijo el genio, mirando alternativamente a Pedro y a Maria Jesús.
Pedro y Maria Jesús se quedaron boquiabiertos al ver y escuchar al genio. No podían creer lo que estaba pasando. Pedro pensó que era una broma de mal gusto, y Maria Nieves pensó que su marido le había gastado una broma de mal gusto. Ambos se sintieron muy incómodos y asustados.
- ¿Qué es esto? ¿Quién eres tú? ¿Qué quieres de nosotros? -preguntó Pedro, tratando de mantener la calma.
- Ja t'ho he dit, sóc el geni de la llum, i he vingut a concedir-vos un desig a cadascun. Però no us entretingueu, que no tinc tot el dia. Si no em dieu el que voleu, me'n vaig i no torneu a veure'm mai més -respondió el genio, impaciente.
- Pero, ¿por qué hablas en catalán? ¿No puedes hablar en castellano? -preguntó Maria Jesús, confundida.
- Perquè sóc català, és clar. Vaig néixer a Amer, fa molts segles, i des de llavors visc dins d'aquesta llum. El meu amo original era un comerciant català que va comprar la llum a un mercat d'Orient. Des de llavors, he passat per moltes mans, i he après molts idiomes, però el meu preferit és el català. És la meva llengua materna, i la que em fa sentir més proper als meus orígens -explicó el genio, orgulloso.
- Bueno, bueno, no nos interesa tu historia. Lo que queremos es que te vayas y nos dejes en paz. No queremos ningún deseo. Esto es una locura -dijo Pedro, nervioso.
- ¿Estás seguro? Podrías pedir algo muy beneficioso para ti y para tu país. Algo que te haga más popular y más poderoso. Algo que te solucione muchos problemas -insistió el genio, tentador.
- ¿Como qué? -preguntó Pedro, curioso.
- No sé, se me ocurren muchas cosas. Por ejemplo, podrías pedir que Catalunya renuncie a sus pretensiones de referéndum de independencia o que no pida la cesión del 100% de los impuestos que recaudan o, mejor aún, que desistan de la amnistía. O podrías pedir que todos los partidos de la oposición se disuelvan, y así tendrías el control absoluto del parlamento. O podrías pedir que todos los españoles te adoren, y así tendrías el apoyo incondicional de la ciudadanía -sugirió el genio, malicioso.
- ¿Y eso es posible y razonable? -preguntó Pedro, incrédulo.
- Claro que sí. Yo soy el genio de la lámpara, y puedo hacer lo que me pidas, siempre que no viole las leyes de la naturaleza o de la lógica. Así que, ¿qué me dices? ¿Quieres alguno de esos deseos? -preguntó el genio, ansioso.
Pedro se quedó pensativo. La verdad es que esos deseos le parecían muy tentadores. Si los pidiera, podría resolver muchos de los problemas que tenía como presidente del gobierno, y podría hacer realidad sus proyectos y sus sueños. Pero no se fiaba del genio que hablaba catalán y se parecía a Puigdemont. ¿Y si tenía alguna trampa o algún efecto secundario? ¿Y si le pedía algo a cambio? ¿Y si le quitaba algo que él valoraba más que esos deseos?
- No, no quiero ninguno de esos deseos. Gracias, pero no. Además eso lo conseguiré dentro de esta legislatura. Así que, por favor, vete y déjanos tranquilos -dijo Pedro, decidido.
- Com vulguis. És la teva decisió. Però no saps el que et perds. Podries haver tingut tot el que volies, i ara t'has quedat amb res. Una oportunitat perduda, que potser no tornarà mai. Una pena -dijo el genio, decepcionado. Bueno, bueno, si no quieres tu deseo, tal vez ella sí quiera el suyo -dijo el genio, señalando a María Jesús.
- ¿Yo? ¿Qué deseo? -preguntó Maria Jesús, asustada.
- Sí, tu. Tu también tienes derecho a un deseo. ¿No quieres pedirme nada? ¿No tienes ninguna ilusión, ninguna aspiración, ninguna necesidad? -preguntó el genio, intrigado.
- Pues... la verdad es que no. Estoy muy contenta con mi vida. Tengo una familia que me quiere, un trabajo que me gusta, y un presidente que me ríe las gracias. No necesito nada más -dijo Maria Jesús, sincera.
- Vaja, quina gent més avorrida. No teniu cap gràcia, ni cap imaginació. No sabeu aprofitar les oportunitats que us dona la vida. No sabeu viure -dijo el genio, despectivo.
- Al contrario, sabemos vivir muy bien ¿o no has visto el falcon y los modelos que gasto?-dijo Maria Jesús, sabia.
- Què bonic, què bonic. Ara em fareu plorar. Però no em convenceu. Segueixo pensant que sou uns tontos, i que us heu equivocat. Però ja no hi ha res a fer. Si no voleu els vostres desitjos, jo me'ls quedo. I ara, adéu, que me'n vaig a buscar altres persones més interessants i més agraïdes.
"Se siente universal inquietud. Los menos perspicaces aguardan graves sucesos. Se teme, se espera." (Aunque parezca que la frase es de un contemporáneo nuestro, se le atribuye a Rafael Barrett nacido el 7 de enero de 1876 con lo que hay que suponer que el mundo no ha cambiado tanto)
Y se nos fue allí dónde no se vuelve al menos corporalmente, el 7 de enero de 2018 con 71 años. Ella no era Ella, si no France Galle. Fa uns anys quan saludaves a algú amb una abraçada al màxim que arribaves era a donar-li uns copets a l'esquena. Això ha canviat. Ara si li fas una abraçada a algú li fregues l'esquena amb les mans. No sé si perquè aprofites l'efusiu moment per a passar per la "chepa" un bitllet de loteria o perquè de l'espinada, amb el fregament, surti el geni del llum i ens concedeixi un desig.
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