SE ACABARON LAS FIESTAS DE NAVIDAD
Hoy 6 de enero se apagan las luces de la Navidad, es decir, hoy se acaban las fiestas. Y hemos sobrevivido a ellas. Bueno, yo he sobrevivido, no sé los demás. Porque este año ha sido especialmente duro, con todo lo que ha pasado.
Mi nombre es Eduard y tengo 63 años. Soy profesor jubilado de literatura y vivo solo en un pequeño apartamento en Barcelona. No tengo familia, ni pareja, ni amigos. Solo tengo libros, muchos libros. Y un gato llamado Kafka, que es mi única compañía.
Este año, como todos los años, me preparé para pasar unas fiestas tranquilas y solitarias, leyendo mis clásicos favoritos y escuchando música clásica. Pero el destino tenía otros planes para mí.
Resulta que mi vecina de enfrente, una joven llamada Laura, se fue de viaje con su novio y me dejó a cargo de su perro, un mastín llamado Cervantes. Me dijo que solo serían unos días, que volvería antes de Reyes, y que el perro era muy bueno y obediente. Yo, que soy un hombre educado y solidario, acepté el encargo sin rechistar.
Pero resulta que el perro no era tan bueno ni tan obediente como me habían dicho. Era un animal enorme, hiperactivo, glotón y destructor. Desde el primer día, se dedicó a hacer de las suyas por todo el apartamento, mordiendo los muebles, arañando las paredes, destrozando los cojines, ladrando a todas horas y persiguiendo a Kafka, que se refugiaba debajo de la cama.
Yo intenté poner orden, pero el perro no me hacía caso. Era más fuerte y más rápido que yo. Así que me resigné a aguantar sus travesuras, esperando que Laura volviera pronto.
Pero Laura no volvió pronto. De hecho, no volvió nunca. Me enteré por una llamada que me hizo desde el otro lado del mundo, diciéndome que se había casado con su novio y que se quedaba a vivir allí. Y que me dejaba el perro como regalo de bodas.
Yo no podía creer lo que oía. Le dije que no quería el perro, que no podía cuidarlo, que no era justo. Pero ella no me escuchó. Me dijo que era un favor que me hacía, que el perro me haría compañía, que me alegraría la vida. Y colgó.
Así que me quedé con el perro. Y con el gato. Y con los libros. Y con las fiestas.
Hoy 6 de enero se apagan las luces de la Navidad, es decir, hoy se acaban las fiestas. Y hemos sobrevivido a ellas. Bueno, yo he sobrevivido, no sé los demás. Porque ahora tengo un nuevo problema: ¿cómo voy a explicarle a Kafka que Cervantes se queda con nosotros?
«La vida sólo existe en este mismo momento, y en este momento es infinita y eterna, porque el momento presente es infinitamente pequeño; antes de que podamos medirlo, se ha ido, y sin embargo existe para siempre….» (Alan Watts, nacido el 6 de enero de 1915 y que nos dejó citas como la anterior que son para releer y releer y meditar mucho. 'Sic transit mundi', que decían algun@s)
Y que cumplas muchos más de los 87 de hoy y no dejes de fumar... por lo que te queda ya da igual. Ella li va mirar amb ulls de desitj i li va murmurar a cau d'orella: "Vina amb mi". Ell no ho va dubtar ni un segon. Va deixar la seva maleta al terra, va agafar la seva mà i va sortir corrent cap al taxi. No sabia on anaven, però li era igual. Només volia estar amb ella.
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