viernes, 12 de abril de 2024

 LA NOCHE DE YURI: SINFONÍA DE ESTRELLAS


Bajo un cielo cuajado de diamantes celestiales, donde la Vía Láctea se derramaba como un río de polvo de estrellas, la ciudad vibraba con la emoción de la Noche de Yuri. Era el 12 de abril, una fecha grabada a fuego en la historia de la humanidad, el aniversario del primer viaje espacial tripulado, protagonizado por el intrépido Yuri Gagarin.

En el corazón de esta celebración cósmica, me encontraba yo, Pablo, un joven escritor con la cabeza llena de sueños y el corazón rebosante de curiosidad. La noche era una sinfonía de luces y sonidos: desde la algarabía de los niños que perseguían pompas de jabón iridiscentes que reflejaban la luna, hasta el murmullo de las conversaciones entre adultos que miraban hacia el cielo con nostalgia, recordando la era dorada de la exploración espacial.

Un grupo de astrónomos aficionados había instalado sus telescopios en el parque, invitando a los curiosos a echar un vistazo a las maravillas del cosmos. Me uní a la fila, ansioso por contemplar la inmensidad del universo a través de esos lentes cósmicos. Mientras esperaba, mi mirada se posó en una pareja de ancianos sentados en un banco. Sus ojos, llenos de arrugas y sabiduría, brillaban con la luz de las estrellas. Me acerqué a ellos, intrigado por su aura de serenidad.

"Disfrutando de la Noche de Yuri, ¿verdad?", les pregunté con una sonrisa.

El anciano, con una voz ronca como el viento entre las estrellas, me respondió: "Sí, hijo. Esta noche nos recuerda que no estamos solos en este universo, que somos parte de algo mucho más grande que nosotros mismos."

Sus palabras resonaron en mi mente como un eco lejano, encendiendo una chispa de inspiración dentro de mí. En ese instante, supe que tenía que escribir una historia, una historia que capturara la magia de la Noche de Yuri, la emoción de la exploración espacial y la belleza del universo infinito.

De repente, un grito de asombro se elevó entre la multitud. Miré hacia arriba y vi un espectáculo que me dejó sin aliento. Una lluvia de meteoros surcaba el cielo, dejando un rastro de luz fugaz como lágrimas de estrellas. Era como si el universo mismo se hubiera unido a la celebración, brindándonos un espectáculo de fuegos artificiales cósmicos.

En ese momento mágico, supe que la Noche de Yuri no era solo una celebración del pasado, sino también una mirada hacia el futuro, un futuro lleno de posibilidades infinitas, donde la humanidad continuaría explorando las vastas fronteras del cosmos. Con el corazón rebosante de emoción, comencé a escribir, dejando que las palabras fluyeran como un río de estrellas, narrando una historia que trascendía el tiempo y el espacio, una historia que celebraba la infinita maravilla del universo.

"No te vuelvas vengativo ni asustes a nadie. El miedo y la venganza son los extremos de la debilidad." (Mahavira del 12 de abril del 599 a. de C., por lo que nunca fue seguidor de él. Aunque también podríamos deducirlo de sus palabras)

Y que cumplas muchos más de los 67 de hoy acordándote de las sonrisas que te hicieron feliz.

La memòria del teu somriure

La pluja cau sobre el vidre, emmirallant les llàgrimes que baixen per les meves galtes. Cada gota és un record teu, un eco del teu riure que encara resona en el meu cor.

He intentat oblidar-te, escapar del teu record, però la teva memòria em persegueix com una ombra persistent. Els carrers buits reflecteixen la meva solitud, i cada racó em murmura el teu nom.

Tanco els ulls i et veig, radiant i feliç, com si el dolor mai no hagués tocat la teva ànima. I en aquest instant, sé que mai podrè superar-te.

La pluja s'intensifica, i jo em refugio en els teus records, buscant un oasi de calidesa enmig de la fredor de la desolació.

Sé que un dia el dolor s'esvairà, i només quedarà el tendre record del teu amor. Però fins llavors, em permeto navegar en el mar dels teus somriures, buscant la força per seguir endavant.


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario