lunes, 22 de abril de 2024

 UNA DECLARACIÓN DE AMOR SIN LLUVIA Y SIN GRITOS NO ES UNA DECLARACIÓN

Había algo en el aire esa mañana. Algo más que la humedad pegajosa y el olor a café recién molido. Era la promesa de un día especial, de esos que solo aparecen en las películas románticas o en las historias de Instagram. Sí, porque en la vida real, las declaraciones de amor no suelen ser tan cinematográficas. Pero eso no importaba. Mañana iba a ser un buen día para hacer una declaración de amor.

En el pequeño café de la esquina, los clientes charlaban animadamente. La barista, con su delantal manchado de café, sonreía mientras preparaba los capuchinos. Y allí, en una de las mesas junto a la ventana, estaba él: Daniel, un tipo normal con una camiseta de Star Wars y una mirada nerviosa. No era un galán de película, pero tenía algo auténtico, algo que lo hacía encantador.

La lluvia golpeaba los cristales, como si el cielo también estuviera emocionado por lo que estaba a punto de suceder. Daniel miró su teléfono. La aplicación meteorológica decía que la lluvia llegaría en exactamente tres minutos y veinticinco segundos. Perfecto. Había planeado todo al detalle. Incluso había elegido la canción de fondo: “Nothing Else Matters” de Metallica. Porque, ya sabes, los violines siempre funcionan.

Justo en ese momento, ella entró al café. María, con su paraguas rosa y su sonrisa tímida. Daniel sintió que su corazón se aceleraba. Era ahora o nunca. Se levantó de la silla, tropezando con la pata de la mesa. La gente lo miró, pero él no se inmutó. Se acercó a María, quien lo miraba con curiosidad.

—¿Daniel? —dijo ella.

—Sí, soy yo. —Daniel tragó saliva—. María, necesito decirte algo. Algo importante.

María frunció el ceño. ¿Qué estaba pasando? ¿Acaso iba a confesarle su amor en medio de un café? Pero antes de que pudiera decir algo, Daniel alzó la voz:

—¡María! —gritó—. Te amo. Sí, como en las películas. Y no me importa que estemos en un café cutre y que la lluvia esté a punto de caer. Porque, ¿sabes qué? Las declaraciones de amor son mucho más convincentes si se hacen gritando a todo el volumen que den los pulmones en medio de un chaparrón.

María parpadeó, sorprendida. La gente dejó de hablar y los violines invisibles comenzaron a sonar en su mente. Daniel continuó:

—Así que, María, ¿quieres ser mi compañera de aventuras? ¿Quieres ser mi coprotagonista en esta historia absurda que estamos viviendo? Porque, ya sabes, somos bobos. Pero, ¿qué importa? El mundo es un lugar extraño y a veces, solo a veces, las cosas salen bien.

María sonrió. La lluvia comenzó a caer, como si el universo también estuviera de acuerdo. Y en ese pequeño café, bajo el sonido de la lluvia y la mirada de todos los presentes, María dijo:

—Sí, Daniel. Acepto.

Y así, en medio de un chaparrón y con los violines imaginarios tocando, comenzó su historia de amor. Porque, al final del día, las aplicaciones pueden decirte cuándo va a llover, pero no pueden predecir el corazón humano. Y eso, querid@s lector@s, es lo que hace que la vida sea tan maravillosamente impredecible.

“Se mide la inteligencia del individuo por la cantidad de incertidumbres que es capaz de soportar.” (Immanuel Kant, nacido el 22 de abril de 1724, ‘Manolo’ nos dejó muchas críticas y preguntas que aún no podemos contestar por mucha IA que exista)

Y que cumplas muchos más de los 73 de hoy, que pasen muchas, muchísimas lunas.


Quantes llunes més?

La melodia melancòlica omplia l'habitació mentre en Joan observava la pluja caure per la finestra. La llum tènue de la lluna es reflectia en els seus ulls, brillants de nostàlgia. Cada gota era un record, un eco del temps perdut, un murmuri del que ja no era.

Quantes llunes més hauria d'esperar? Quants cicles lunars més haurien de passar fins que el dolor s'esvaís? La música continuava, cada nota punxant com una espina al seu cor. En Joan va tancar els ulls, deixant-se endur per la melodia, perdent-se en un mar de records i emocions.

En algun lloc, en el fons de la seva ànima, sabia que la resposta no estava en les llunes. La resposta estava en ell mateix, en la seva força per seguir endavant, per trobar la llum enmig de la foscor.

Amb un sospir profund, en Joan es va aixecar de la cadira. La pluja havia parat, i un arc de Sant Martí brillava al cel, un símbol d'esperança enmig de la grisor. Era hora de començar de nou, de deixar anar el passat i abraçar el futur.

 

 

2 comentarios:

  1. Bona nit , avui me imagino un conta romántico, y com el día esta melancolic , tu compru be

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    1. Si, si. Amb una mica de sarcasme, com tota la qüestió romàntica. :)

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