LA CUADRATURA DEL CÍRCULO LABORAL
El lunes amaneció con un cielo plomizo, como si hasta el clima quisiera reflejar el ánimo sombrío que se respiraba en la oficina de Vodafone. Las sillas de diseño ergonómico y las paredes de vidrio, que generalmente reflejaban un ambiente de modernidad y dinamismo, parecían hoy tan frías como las noticias que circulaban por los pasillos.
Marta, una veterana del equipo de marketing, se aferraba a su taza de café con las dos manos, como si de alguna manera ese calor pudiera disipar la sensación de incertidumbre. Al otro lado de la sala, Pedro, un joven programador que aún no había cumplido los treinta, golpeaba suavemente el teclado de su ordenador, aunque sus pensamientos estaban muy lejos de las líneas de código.
"¿Has oído lo de los despidos?", susurró Marta, acercándose a la mesa de Pedro. Sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y resignación.
"Sí, lo he oído", respondió Pedro sin apartar la vista de su pantalla. "Dicen que han perdido 400.000 clientes en los últimos dos años. Y la facturación ha caído un 8%."
"Ya, como si eso justificara todo", replicó Marta con un tono de ironía. "Pero lo mejor de todo es cómo nos lo van a vender. ¿Has oído quién viene hoy?"
Pedro levantó la vista, intrigado. "¿Quién?"
"George Clooney", dijo Marta, enfatizando cada sílaba. "Sí, el mismísimo. Va a ser el encargado de dar el discurso de despedida. Porque claro, si te va a despedir una superestrella de Hollywood, todo duele menos, ¿no?"
Pedro soltó una risa amarga. "La cuadratura del círculo laboral. Te despiden, pero te sientes honrado de haber trabajado para una compañía tan 'prestigiosa'."
La sala de reuniones estaba a rebosar. Todos querían presenciar la llegada de la estrella, aunque fuera para ver si los rumores eran ciertos. La tensión era palpable, pero se diluía en un aire de expectativa casi morbosa. Las conversaciones en voz baja parecían cuchicheos en una misa negra.
Finalmente, las puertas se abrieron y entró George Clooney, con su impecable traje y su sonrisa carismática. Caminó hacia el estrado como si estuviera en una alfombra roja, no en un escenario de despidos masivos.
"Buenas tardes a todos", comenzó, con una voz que parecía envolver la sala en un cálido abrazo. "Estoy aquí porque Vodafone, una empresa que todos sabemos es sinónimo de innovación y excelencia, se enfrenta a tiempos difíciles."
Algunas cabezas asintieron. Otras permanecieron inmóviles, con la mirada fija en el suelo.
"Quiero que sepáis que cada uno de vosotros ha sido parte fundamental de esta compañía. Y aunque hoy nos toca tomar decisiones difíciles, quiero que os vayáis con la cabeza alta, sabiendo que habéis contribuido a algo grande."
Clooney continuó hablando, hilando palabras que sonaban como música para los oídos cansados de los empleados. Habló de desafíos, de nuevos comienzos y de la importancia del sacrificio por el bien común. Y, sorprendentemente, cuando terminó, muchos de los presentes se sintieron casi agradecidos.
"¿Te lo puedes creer?", dijo Pedro después, mientras él y Marta salían del edificio. "Nos ha hecho sentir como si esto fuera un honor."
"Es el truco más viejo del libro", respondió Marta. "Apelan al prestigio de la empresa, a la misión. Te hacen sentir parte de algo tan grande que hasta olvidas que lo único que importa es el valor de tu trabajo, lo que realmente cobras por él."
Mientras caminaban hacia la parada del autobús, el cielo seguía gris, pero el peso de las palabras de Clooney, mezclado con la realidad de sus despidos, había dejado una huella extraña. Como si fueran personajes de una película, despedidos por un guaperas de Hollywood, se alejaban con una sonrisa amarga y una resignación que sabían no deberían sentir.
Marta miró a Pedro y, con un tono medio sarcástico, medio melancólico, añadió: "La próxima vez que el jefe empiece a hablar de valores y misión, recuerda mirar tu nómina. Ese es el único valor que cuenta."
Pedro asintió, y juntos se perdieron en la multitud de la ciudad, con la lección aprendida y una historia más para contar en los días venideros.
«La dignidad humana no tiene precio, no puede ser comprada ni vendida» (Harriet Martineau, nacida el 12 de junio de 1802 por lo que es seguro que no trabajó para Vodafone –al menos en ese estado físico- pero que resume perfectamente el valor de la dignidad)
Si, ya sé que hoy no cumplirás 73 porque te quedaste en 56 tal vez por el peso del avispero que tenías en tu cabeza.
Més que un sentiment
La melodia flueix pels altaveus, inundant la petita cafeteria. En Marc tanca els ulls i deixa que les notes el transportin a un altre lloc, un lloc on el temps no passa i els somriures són eterns. A la seva ment, veu Marianne ballant sota la llum tènue, els seus cabells al vent com una cascada daurada.
Un soroll el torna a la realitat. La tassa de cafè s'ha buidat. En Marc s'aixeca, paga i surt al carrer. La ciutat bulliciosa l'envolta, però ell encara porta a Marianne al cor. Sap que només és un record, però en aquell moment, era més que un sentiment. Era una melodia que li parlava a l'ànima.
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