LUZ LÍQUIDA
El mundo entero se estaba marchitando bajo el implacable y abrasador sol. Lagos que alguna vez fueron vastos y profundos ahora no eran más que depresiones polvorientas, y los ríos, antes majestuosos, se habían convertido en hilos de agua estancada. La humanidad estaba al borde del colapso, mientras científicos y gobiernos luchaban por encontrar una solución a la crisis hídrica global.
Fue entonces cuando apareció el Dr. Ignacio Ferrer, un excéntrico genio con una predilección por lo imposible, en un descuidado laboratorio en las afueras de Madrid. Anunció con entusiasmo su último descubrimiento: la luz líquida. "¡Un milagro!", clamaba, sosteniendo una botella de un líquido brillante que emitía una luz blanca y pura.
El primer experimento en el centro de la ciudad fue asombroso. Apenas se vertió una pequeña cantidad de luz líquida en el suelo agrietado del parque central, surgió un manantial cristalino. En cuestión de horas, el parque floreció con una vegetación exuberante, y el agua comenzó a fluir libremente.
La noticia se propagó como pólvora, y pronto, ciudades y pueblos de todo el mundo estaban utilizando la luz líquida para restaurar sus fuentes de agua. Los campos volvieron a ser verdes, los animales regresaron, y la vida, por fin, parecía haber encontrado un camino de regreso.
Sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que surgiera un problema que nadie había previsto. Al caer la noche, algo extraño sucedió: no había oscuridad. Las ciudades permanecían iluminadas por un resplandor constante, como si la luz líquida hubiese impregnado cada rincón del mundo. Las noches estrelladas se convirtieron en un recuerdo lejano.
Al principio, la gente no le dio mucha importancia. ¿Qué tenía de malo un poco de luz extra? Pero pronto, comenzaron a surgir efectos secundarios inquietantes. Los ciclos de sueño se alteraron, las personas empezaron a sufrir insomnio y fatiga crónica. Los animales nocturnos estaban desorientados, y las plantas, acostumbradas al ciclo natural de luz y oscuridad, comenzaron a marchitarse nuevamente.
La falta de oscuridad también trajo consecuencias psicológicas. Sin la cobertura de la noche, los habitantes del mundo se sentían expuestos, vulnerables. Los secretos que normalmente se escondían bajo el manto de la oscuridad ahora estaban a la vista de todos. Los crímenes nocturnos disminuyeron, pero las tensiones aumentaron. Sin un momento de descanso del implacable brillo, la paranoia y la desconfianza comenzaron a proliferar.
El Dr. Ferrer, alarmado por las repercusiones no deseadas de su invención, se dedicó a encontrar una solución. Se recluyó en su laboratorio, rodeado de libros, aparatos y fórmulas, buscando desesperadamente una manera de devolver la oscuridad al mundo sin sacrificar el agua recién recuperada.
Después de semanas de intensas investigaciones, Ferrer finalmente emergió con una nueva fórmula: un compuesto capaz de neutralizar la luz líquida y restaurar el equilibrio natural entre luz y oscuridad. Con cautela, se realizaron pruebas en pequeñas áreas. El primer intento parecía prometedor; la oscuridad volvió brevemente, pero algo estaba mal. La sombra era demasiado densa, como si absorbiera todo a su alrededor.
Confiando en que podría ajustar la fórmula, Ferrer procedió a implementarla a gran escala. Pero en lugar de restaurar el equilibrio, el mundo se sumió en una "luminosidad oscura", una paradoja donde la luz y la oscuridad se entrelazaban de manera inquietante. No era la oscuridad habitual, sino una ausencia total de percepción, un vacío brillante que cegaba tanto como la más absoluta oscuridad.
Las ciudades, bajo esta nueva y extraña condición, se transformaron en paisajes de espectros luminosos. Las luces artificiales dejaron de tener sentido, y la gente comenzó a moverse como sombras atrapadas en una neblina sin fin. La naturaleza, confundida, comenzó a adaptarse de maneras imprevistas; las plantas desarrollaron hojas translúcidas y los animales nocturnos mutaron para sobrevivir en este entorno surrealista.
La humanidad, incapaz de adaptarse rápidamente a esta "luminosidad oscura", se vio forzada a reimaginar su existencia. Las sombras, antes un refugio, ahora eran trampas mortales de desorientación. Las personas empezaron a perder la noción del tiempo, y la locura se esparció como una plaga. Ferrer, consumido por la culpa y la desesperación, se dio cuenta de que había creado un nuevo tipo de prisión para la humanidad, una que ni siquiera él podía deshacer.
En un último y desesperado intento, el Dr. Ferrer se sumergió una vez más en su laboratorio, esta vez sin ninguna certeza de éxito. La humanidad, atrapada en esta luminosa penumbra, miraba hacia un futuro incierto, donde la luz y la oscuridad ya no eran aliados, sino enemigos mortales en una batalla por el alma del mundo.
«Observar y clasificar el mundo natural requiere una mente que pueda ver más allá de la superficie y entender la complejidad subyacente» (Esta frase bien la podría haber dicho Andrea Cesalpino, nacido el 6 de junio de 1519, pero no puedo asegurarlo. Lo que si es cierto que si no la dijo, lo pensaba y a mí me viene muy al pelo para condensar la simbología del relato de hoy)
Y el 6 de junio de 1969 se lanzó ese primer disco de un autor que luego hizo coas muchísimo mejores. Ahí dejo esa ópera prima para que veáis cómo un@ se puede superar.
Cel buit
La nit s'estén com un llenç negre, tachonat de llums llunyanes que semblen llàgrimes d'estrelles. El vent xiula entre els arbres nus, cantant una cançó de solitud. Un home camina sol per un carreró fosc, la seva ombra s'allarga davant d'ell com un fantasma. Se sent perdut, com si estigués navegant per un cel buit, sense brúixola ni guia. Busca alguna cosa, qualsevol cosa, que li doni un sentit d'esperança. Però tot el que veu és la foscor que l'envolta.
De sobte, veu una llum a la distància. S'acosta amb cautela, el seu cor bategant amb esperança. La llum prové d'una finestra petita, i a través del vidre pot veure una figura solitària asseguda davant d'una taula. La figura està llegint un llibre, i la seva cara està il·luminada per la llum tènue de la llàntia.
L'home s'atura, dubtant del que ha de fer. Se sent atret per la llum, però també té por del desconegut. Finalment, decideix acostar-se i trucar a la porta.
La porta s'obre lentament, i la figura aixeca la vista del seu llibre. Els seus ulls es troben amb els de l'home, i en ells veu una llum familiar: la llum de l'esperança.
"Entri", diu la figura amb un somriure càlid. "He estat esperant-lo."
L'home entra a la casa, i la porta es tanca darrere d'ell. Per primera vegada en molt de temps, se sent com si hagués trobat un lloc on pertany.
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