RESPLANDOR ATRONADOR
Un extraño resplandor me ensordeció. Fue tan luminoso que temí perder los sonidos del mundo. Me encontraba en la terraza de mi apartamento, observando el crepúsculo desvanecerse lentamente, cuando una luz inusual se desplegó en el horizonte, más allá de las montañas. Era como si el cielo se abriera para revelar un secreto antiguo, uno que había permanecido oculto durante eones.
La luz me envolvía, transformando los contornos de la ciudad en siluetas indistintas. Mis ojos, incapaces de asimilar tanta claridad, se cerraron por reflejo. La percepción de los sonidos se diluía en esa blancura cegadora, y el habitual bullicio urbano se desvanecía, dejando un silencio espectral. Sentí un vacío indescriptible, un eco de inexistencia que reverberaba en mi mente.
"¿Qué es esto?", me pregunté, consciente de la banalidad de mis palabras ante la magnitud de lo que estaba experimentando. "¿Es una revelación? ¿Una advertencia?".
La luz se intensificó aún más, y un mareo me obligó a buscar apoyo en la baranda. La textura fría del metal me ancló a la realidad, pero sólo en parte. Me invadió una sensación de levedad, como si mi ser se estuviera desintegrando, fundiéndose con esa luz.
Cerré los ojos y en la oscuridad de mis párpados vi una ciudad diferente, una urbe etérea donde los edificios eran filamentos de luz y las calles, ríos de energía. Me sentí flotar sobre esa ciudad fantasmagórica, mi cuerpo inmóvil en la terraza mientras mi conciencia se aventuraba más allá del entendimiento.
"¿Es esto lo que se siente morir?", reflexioné. "¿O es una especie de renacimiento?".
Los recuerdos se mezclaban con visiones que no reconocía como propias. Caminaba por pasillos de tiempo, viendo fragmentos de vidas pasadas y futuras. En cada puerta abierta, una versión distinta de mí mismo me observaba, todas coexistiendo en un presente eterno.
"El tiempo no es lineal", susurró una voz que no era la mía pero que sentí profundamente conocida. "Todo sucede ahora, siempre ahora".
Volví a la terraza, mi cuerpo aún temblando. La luz empezaba a disiparse, y con ella regresaban los sonidos: el murmullo del tráfico, el canto lejano de un pájaro nocturno, el viento susurrando entre los árboles. Abriendo los ojos, vi la ciudad de nuevo, la misma de siempre, pero con una claridad nueva, una agudeza que nunca había experimentado.
El resplandor había dejado una marca en mí, una comprensión tácita de que la realidad es mucho más de lo que nuestros sentidos perciben. Me sentí pequeño, insignificante y, al mismo tiempo, vasto, como si todo el universo residiera en mí.
"Todo es uno", murmuré, y la frase resonó en mi mente como una verdad indiscutible. "Uno es todo".
Esa noche, al irme a la cama, el eco del resplandor aún danzaba en mis pensamientos. No podía conciliar el sueño, pero tampoco quería. Sentía que debía mantenerme consciente, no perder el vínculo con esa revelación. Cerré los ojos, y en la oscuridad de mi habitación, vi de nuevo aquella ciudad de luz, y supe que, de alguna manera, siempre había estado ahí, esperando ser descubierta.
Al día siguiente, el sol se alzó como de costumbre, pero yo lo observé con nuevos ojos. Cada rayo de luz era un hilo que me conectaba con algo más grande, más profundo. Caminé por la ciudad, sintiendo el latido de su energía, y comprendí que, aunque el resplandor se había desvanecido, su esencia permanecía en mí.
«La verdadera libertad es la de ser capaz de decirle a alguien lo que no quiere oír» (Eduardo de Guzmán, nacido el 19 de junio de 1908 por decirle a much@s lo que no querían oír fue represaliado por el generalísimo y tuvo que dedicarse a escribir novelas del oeste para ganarse la vida)
Y que cumplas muchos más de los 71 de hoy aunque sigas en tu mundo de fantasía... como hago yo.
Fantasia
En un món on la música flueix com el vent, la terra tremola al ritme d'un tambor i el foc il·lumina la nit, neix una fantasia. Un espai on els somnis prenen vida, on cada pas és una dansa i cada mirada un crit d'alegria.
Allí, on l'amor s'escriu amb melodies i la llibertat es canta a cappella, la gent es troba per celebrar la vida, per deixar-se endur per la màgia del moment.
En aquesta fantasia, tot és possible. Els cors s'uneixen en una sola veu, els cossos es mouen al uníson i les ànimes s'envolten en un abraç sonor.
És aquí, en aquest espai on la realitat es transforma en un somni vibrant, que descobrim el veritable poder de la música: unir-nos, emocionar-nos i fer-nos sentir vius.
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