miércoles, 3 de julio de 2024

 ¿«BUENROLLISMO LABORAL»?: ¡NO, GRACIAS!

Marc se despertó un lunes con la sensación de haber caído en un pozo sin fondo. La alarma de su teléfono sonaba como una sirena de emergencia, y su cerebro tardó en desconectar del sueño inquieto que había tenido. “Hoy es mi cumpleaños”, se dijo en un intento por encontrar algo de entusiasmo. Pero la perspectiva de un día libre se desvaneció rápidamente cuando recordó la lista de tareas pendientes.

“¡Feliz cumpleaños, Marc!”, le gritó Paula, la directora de recursos humanos, cuando llegó a la oficina. Paula era el epítome del buenrollismo laboral: siempre sonriente, siempre entusiasta, siempre dispuesta a recordarte lo afortunado que eras de trabajar allí. “No te olvides del afterwork que organizaste para esta tarde”, añadió con un guiño. Marc forzó una sonrisa y asintió, sintiendo un nudo en el estómago.

La oficina de Maravillosa S.A. parecía más una cafetería hipster que un lugar de trabajo. El aroma del café recién molido y la fruta fresca llenaban el aire, y los pósters motivacionales colgaban de las paredes como si fueran obras maestras. “Ambiente joven y fresco”, decían las ofertas de trabajo. Y vaya si era cierto. Todos parecían salidos de un catálogo de moda, con sus atuendos casuales y sus sonrisas perfectas.

Marc se instaló en su escritorio, intentando ignorar el zumbido constante de las conversaciones animadas a su alrededor. Abrió su correo electrónico y, como era de esperar, encontró una avalancha de mensajes urgentes. “Marc, necesitamos que revises este documento para ayer”. “Marc, ¿puedes encargarte de esta presentación? Es para una reunión en una hora”. “Marc, ¿podrías cubrir a Ana? Está de baja por estrés”.

Proactividad. Flexibilidad. Implicación. Palabras que resonaban en su mente como un mantra maligno. En algún momento, había aceptado el discurso del buenrollismo sin cuestionarlo. Pero ahora, atrapado en un ciclo interminable de trabajo, empezaba a ver las grietas en la fachada.

El afterwork llegó demasiado rápido. Marc se encontró en un bar lleno de colegas sonrientes, todos con un vaso en la mano y risas que llenaban el aire. Pero, mientras sus compañeros parecían disfrutar genuinamente, él solo podía pensar en la pila de trabajo que le esperaba al día siguiente.

“Vamos, Marc, relájate un poco”, le dijo Paula, acercándose con su eterna sonrisa. “Aquí trabajamos duro, pero también sabemos disfrutar”. Marc asintió, pero por dentro solo sentía cansancio.

Mientras caminaba de regreso a casa esa noche, la fachada del buenrollismo se desmoronó por completo. Había dado todo de sí mismo para una empresa que le ofrecía café gratis y días libres ilusorios a cambio de su salud mental. Ya no podía seguir así.

Al día siguiente, llegó a la oficina con una resolución clara. Ignoró el café, la fruta y las sonrisas forzadas. Entró en el despacho de Paula y, con una calma que no había sentido en mucho tiempo, entregó su carta de renuncia.

“¿Estás seguro, Marc?”, preguntó Paula, sorprendida.

“Sí”, respondió él, sintiendo un peso enorme levantarse de sus hombros. “Prefiero pagarme yo mismo el café y la fruta si eso significa que me paguen lo suficiente y me respeten como profesional. El buenrollismo está bien, pero no a costa de mi salud”.

Marc salió de la oficina sintiéndose libre por primera vez en mucho tiempo. Había aprendido la lección: no todo lo que brilla es oro. Y definitivamente, no se dejaría seducir por el buenrollismo nunca más.

«No hay mente femenina. El cerebro no es un órgano sexual. Podríamos hablar igualmente de un hígado femenino» (Charlotte Perkins Gilman del 3 de julio de 1860 nacida para activar las mentes masculinas y hacerlas femeninas es decir, tod@s iguales)

Y que cumplas muchos más de los 80 de hoy y que el próximo lunes lo podáis seguir celebrando en Francia.

La mirada perduda

El soroll de la multitud s'esvaeix en un murmuri llunyà mentre la seva mirada es fixa en el no-res. Un somriure trist dibuixa un arc a la seva boca, un record fugaç d'un amor no correspost. La melodia de "Love Me, Please Love Me" ressonen en la seva ment, un eco del que hauria pogut ser i mai no va ser.

Els seus ulls, com dos farols en la nit, busquen un rostre conegut entre la multitud, un rostre que li retorni la mirada perduda. Però només troba rostres indiferents, gent que passa sense adonar-se del drama que s'escenifica en el seu interior.

Un sospir s'escapa dels seus llavis, carregat de decepció i resignació. Abaixa el cap i es perd entre la multitud, un més entre milers, amb el cor ferit per un amor que mai no va ser.


 

 

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