miércoles, 10 de julio de 2024

 EL ÁLBUM DE CROMOS

 


Mientras sostenía el viejo álbum de cromos de futbolistas, mis dedos acariciaban las esquinas desgastadas de las páginas, cada una de ellas un testimonio silencioso del paso del tiempo y de las innumerables horas dedicadas a coleccionar y cambiar aquellos pequeños tesoros de papel. La luz del atardecer se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras alargadas sobre la mesa, y en ese instante, una oleada de recuerdos me envolvió, transportándome a una tarde de verano de mi infancia, cuando el mundo parecía más simple y los días se extendían interminablemente ante mí.

Recordé con vívida claridad el momento en que, con apenas ocho años, había encontrado el cromo de mi jugador favorito, aquel que había buscado con tanto ahínco. La emoción que sentí al descubrirlo en el sobre recién abierto, el latido acelerado de mi corazón y la sonrisa que se dibujó en mi rostro, eran sensaciones que, aunque atenuadas por el paso del tiempo, aún resonaban en mi memoria con una intensidad sorprendente. Mi padre, observándome desde la puerta, había sonreído con ternura, comprendiendo la magnitud de aquel pequeño triunfo en mi universo infantil.

Ahora, al contemplar el álbum, me daba cuenta de cómo esos momentos aparentemente insignificantes habían moldeado mi percepción del mundo y de mí mismo. La búsqueda de aquel cromo no era solo un juego de niños, sino una metáfora de las aspiraciones y deseos que me habían acompañado a lo largo de mi vida. En la quietud de la habitación, con el álbum abierto ante mí, me permití un momento de introspección, reflexionando sobre la naturaleza efímera de la felicidad y la manera en que los recuerdos, como los cromos, se coleccionan y atesoran en el álbum de la memoria.

«No dejamos de jugar porque envejecemos; envejecemos porque dejamos de jugar» (Marcel Proust, nacido el 10 de julio de 1871 para escribir una obra maestra de la literatura universal. Él fue capaz de darle vida a una magdalena sumergida en el café)

Y que cumplas muchos más de los 54 de hoy  teniendo en cuenta que nunca segundas partes fueron buenas.

Tornar millor

El va veure al carrer i va ser com si el temps s'hagués aturat. Era ell, després de tants anys. Encara sentia la mateixa esperança al cor. Va somriure tímidament i ell li va tornar la sonrisa, com sempre havia fet. Amb un gest, li va dir que tornaria a quedar-se. Ella ja no dubtava que aquesta vegada seria diferent. L'enyorava cada dia, però ara ja no hauria de fer-ho més. Ell havia tornat, i aquesta vegada prometia quedar-se per sempre.


 

 

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