domingo, 7 de julio de 2024

EL GARABATO GIGANTE DE LA VIDA


Reunidos en el pequeño café del barrio, un grupo de jóvenes escuchaba atentamente a Don Ernesto, el viejo librero conocido por su sabiduría y sentido del humor afilado. Con su barba canosa y su inseparable boina, Ernesto parecía salido de un cuento, y sus historias siempre tenían ese toque especial que las hacía inolvidables.

"Chicos, hoy les voy a dar un consejo que no encontrarán ni en los mejores blogs de vida saludable ni en los discursos de los influencers: nunca elijan un trabajo solo por el salario," dijo Ernesto, mientras levantaba una ceja con expresión pícara. "Sí, sí, ya sé que el dinero compra muchas cosas, pero créanme, no hay sueldo que valga una vida de sufrimiento."

Los jóvenes lo miraron con curiosidad, esperando una de sus famosas metáforas. "Miren, trabajar solo por dinero es como casarse con un maniquí. Puede que se vea bien en la sala de estar, pero cuando necesitas una conversación o un abrazo, es un completo desastre. El trabajo, como el amor, debería llenar tu alma, no solo tu bolsillo."

Una de las chicas, Ana, levantó la mano tímidamente. "Don Ernesto, ¿pero qué pasa si no hay otra opción? A veces hay que tomar lo que hay, ¿no?"

"Ah, claro, querida Ana, la realidad a veces nos da un cachetazo en la cara," respondió él, con una risa ronca. "Pero incluso en esos casos, hay que encontrar un equilibrio. Buscar algo que, aunque no sea perfecto, al menos te deje espacio para respirar y para tus pasiones. Porque, si no, acabarás como yo cuando intenté ser corredor de bolsa."

Los jóvenes rieron, imaginando a Ernesto con su boina y su barba en medio de Wall Street. "Fue un desastre total," continuó. "Ni siquiera sabía qué era un índice NASDAQ, pero allí estaba, intentando vender acciones como quien vende churros. Al final del primer mes, casi había perdido todo mi cabello y mi sentido del humor. Decidí que prefería vivir con menos dinero pero con más paz mental, así que me fui y me abrí la librería."

Los ojos de los jóvenes brillaban de interés. Ernesto siempre tenía una historia para cada situación. "Y aquí estoy, sin un millón en el banco, pero con un montón de libros y sin úlcera. Ahora, otro consejo: no se casen con alguien solo porque es el más guapo o la más guapa de la fiesta. La belleza exterior es como un globo de cumpleaños; muy bonito al principio, pero inevitablemente se desinfla. Y cuando eso pasa, necesitas algo más para mantener la relación a flote."

Uno de los chicos, Mario, rió y comentó, "Entonces, ¿qué recomiendas, Don Ernesto? ¿Casarnos con alguien feo?"

"¡No, no me malinterpretes, Mario! La belleza es un plus, claro, pero no debe ser el pilar de tu relación. Casarse solo por la apariencia es como comprar un coche deportivo solo porque es bonito, sin verificar si tiene motor. Busca a alguien que te haga reír, que te apoye en los días malos y que tenga la misma pasión por las cosas que te importan. Créeme, eso es lo que realmente te mantendrá feliz a largo plazo."

Los jóvenes asintieron, reflexionando sobre sus propias vidas. "Y recuerden, siempre hay tiempo para equivocarse y aprender," concluyó Ernesto, tomando un sorbo de su café. "Yo me equivoqué más veces de las que puedo contar, pero cada error me enseñó algo valioso. Así que vivan, ríanse de sus errores y sigan adelante. La vida no es una línea recta, es más bien un garabato gigante, y eso es lo que la hace interesante."

«Por peligroso que pueda ser el choque de un cometa, podría ser tan leve que solo causaría daño en la parte de la Tierra donde realmente golpeara; quizás incluso podríamos quedar en paz si, mientras un reino fuera devastado, el resto de la Tierra disfrutara de las rarezas que un cuerpo que vino de tan lejos podría traer» (Pierre Louis Maupertuis, nacido el día de San Fermín de 1698 cuando aún no se celebraban en Pamplona. Tuvo que ser un hombre optimista porque él se situaba en la parte de la población que sobrevivía al impacto del meteorito y podría contarlo)

Y que cumplas muchos más de lo 75 de hoy ... sin guerras hay muchas más posibilidades.



Als que va ferir l’amor

En un racó ple de records, on la pols s'entrellaça amb els somnis, un piano vell plora melodies silenciades. Les seves tecles, gastades per carícies i llàgrimes, murmuren cançons d'amor perdut. Cada nota, un eco d'un cor trencat, cada melodia, un record que s'esvaeix en la penombra.

A la llum tènue de la lluna, la figura d'un home emergeix de la foscor. Els seus dits, tremolosos, acaronen les tecles amb tendresa, despertant els fantasmes del passat. La música omple l'habitació, carregada de nostàlgia i melangia.

En cada nota, hi ha una història, un amor que va ser i ja no és. Un adéu dolorós, una promesa trencada, un cor ferit. La música és el seu refugi, l'únic lloc on pot expressar el dolor que porta a dins.

A la darrera nota, un silenci sepulcral envaeix l'espai. L'home tanca els ulls, deixant-se endur per la tristesa que l'envolta. En la foscor, les llàgrimes brollen lliurement, un tribut al que va ser i mai més podrà ser.

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