¡QUIERO SER SUECO!
¿Alguna vez has tenido uno de esos días en los que piensas que la vida está conspirando en tu contra? Pues ese fue mi día hoy. Todo empezó cuando vi una noticia que me hizo preguntarme seriamente si el universo me estaba troleando.
«En Suecia, los abuelos recibirán un permiso retribuido de 90 días para cuidar a sus nietos»
Leí el titular tres veces. No, no era un error. Y no, no era el Día de los Inocentes. Esto era real. En Suecia, la tierra de los muebles planos y las albóndigas, los abuelos reciben una especie de vacaciones pagadas para hacer de niñeros profesionales. Mientras tanto, aquí estoy yo, a duras penas sobreviviendo al café de oficina y soñando con el fin de semana.
Vamos, imagina la situación. El abuelo Sven, después de una vida de trabajo, recibe un cheque del gobierno para pasar tres meses cuidando a sus nietos. Sven se despierta una mañana, se pone sus mejores pantuflas y, con una sonrisa en la cara, se prepara para un día de juegos, cuentos y siestas sincronizadas. Yo, por otro lado, me despierto con el sonido de mi alarma, mi gato pisándome la cara y una lista interminable de correos electrónicos que requieren “respuesta urgente”.
Decidido a entender el secreto sueco para la felicidad, me puse a investigar. Resulta que en Suecia, la vida está organizada de tal manera que hasta el más mínimo detalle parece diseñado para hacerte feliz. ¿Necesitas ir al médico? Sin problema, ahí está el sistema de salud público. ¿Tienes hambre? ¡Albóndigas para todos! ¿Estás estresado? Tómate una fika, una pausa para el café que en Suecia es casi sagrada. Y ahora, ¿tienes nietos? Perfecto, aquí tienes 90 días pagados para disfrutarlos.
Mientras tanto, en mi oficina, propongo la idea de un permiso retribuido para cuidar de los sobrinos. Mi jefe se ríe como si le hubiera contado el mejor chiste del siglo. “En tus sueños”, me dice entre carcajadas.
La verdad es que ser sueco debe ser una pasada. Imagínate: vacaciones pagadas, permisos de paternidad de ensueño, y ahora esto de los abuelos. No es de extrañar que los suecos siempre aparezcan en los primeros puestos de los rankings de felicidad. Me imagino a los abuelos suecos reunidos en un parque, con sus nietos correteando a su alrededor, riéndose de lo absurdo que es que en otros lugares esto no sea la norma.
Así que aquí estoy, con una taza de café que sabe más a desesperación que a cafeína, soñando con un mundo en el que pueda decirle a mi jefe: “Me voy tres meses a cuidar a mis sobrinos. Nos vemos en octubre”. Pero bueno, soñar es gratis, ¿no?
En fin, creo que es hora de empezar a aprender sueco. Tal vez, solo tal vez, algún día pueda disfrutar de una fika mientras cuido a mis nietos, todo pagado por el estado. Y quién sabe, a lo mejor hasta me gustan las albóndigas.
«El conocimiento sin acción es desperdicio, y la acción sin conocimiento es insensatez» (Esto lo dijo Al-Ghazali entre el 5 de julio de 1057 y el 19 de diciembre de 1111, un filósofo con conocimiento, acción y muy sensato. Por eso era jurista y místico)
Y que cumplas muchos más de los 74 de hoy y estés siempre de vacaciones, para que te aburras!!
Per sempre enganxats
Hem tingut alts i baixos, hem pensat en deixar-ho, hem dubtat, però mai hem actuat. Ens hem enganxat l'un a l'altre, com velcro a la roba, un vincle invisible que ens manté units.
Hem recorregut camins rocosos, hem tingut moments de follia, però sempre hem trobat el camí de tornada. Hem après a riure junts, a plorar junts, a perdonar-nos i a estimar-nos sense condicions.
Som dos peces d'un mateix trencaclosques, complementaris, inseparables. Per sempre enganxats, en la vida i en la mort, un amor que res pot trencar.
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