SUEÑOS ABSURDOS
Te encuentras en una playa paradisíaca, de esas que solo ves en los anuncios de crema solar y en los folletos de agencias de viajes. Arena blanca, agua turquesa y un sol que te abraza como una mantita en una tarde de invierno. Estás ahí, tumbado en tu toalla, soñando despierto con unas vacaciones que nunca terminan.
De repente, como salidos de una película mala de los años ochenta, aparecen dos socorristas musculosos. Sí, de esos que parecen esculpidos en mármol, con la piel bronceada y sonrisas que podrían iluminar la habitación más oscura. Están todos mojados, chorreando agua salada porque, al parecer, acaban de rescatar a alguien del mar. Te miran y, sin más preámbulos, te piden una toalla. No tienen la decencia de llevar la suya, ¿puedes creerlo?
Tú, siendo la persona amable que eres, les pasas tu toalla, y es entonces cuando el calor del sol hace su magia. Sus cuerpos empiezan a brillar, el sudor resalta cada músculo y, por algún motivo que solo Dios entenderá, deciden que la mejor idea del día es quitarse los uniformes. Ahí estás, tratando de no babear, viendo cómo dos Adonis comienzan a competir por tu atención. Se empujan, se pavonean, se tiran miradas desafiantes como si estuvieras en una escena de "Gladiator" pero con menos sangre y más aceite corporal.
Y ahí los tienes, peleándose en la arena como si ganar tu favor fuera la última Coca-Cola en el desierto. Te resulta surrealista, como sacado de una fantasía barata que nunca admitirías en voz alta. Empiezas a preguntarte si te has pasado con las revistas eróticas y las películas picantes. De hecho, mientras observas este espectáculo absurdo, te das cuenta de que la línea entre la realidad y tus fantasías está peligrosamente borrosa.
En ese momento, te despiertas, con la misma sensación que cuando te das cuenta de que el helado que compraste está derretido. La realidad te golpea: esas revistas y películas eróticas te están alejando del mundo real. Es hora de poner los pies en la tierra y salir a conocer gente normal, con sus defectos y todo, como cualquier mortal.
«El escritor verdadero no busca contar la verdad, sino revelar las verdades ocultas que yacen bajo la superficie de lo aparente» (, nacido el 15 de julio de 1892 escribió la anterior frase antes del 26 de setiembre de 1940 y yo me la aplico al pie de la letra)
Y que cumplas muchos más de los 34 de hoy; y una cosa: así nunca te santificarán, pero ¿te hace falta?
Santificat
El noi caminava solitari pel carreró. Els records del seu antic amant circulaven sense aturador pel seu cap. Enyorava aquells braços que un dia l'havien estret fort, però ara tan sols li provocaven tristor. Mentre repassava mentalment els moments feliços ja passats, una melodia eixia del seu mòbil. La lletra del tema l'emocionà, ja que reflectia amb exactitud els seus sentiments. Continuà caminant, però ara una mica més consolat.
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