CINCUENTA SOMBRAS DE ÁLEX (I)
En un rincón apartado de la gran ciudad, donde las luces de neón apenas llegaban y las voces se perdían en susurros, vivía la humanidad en todo su esplendor y variedad. Aquí, las normas que dictaban lo que debía ser hombre o mujer se diluían como la niebla al amanecer, dejando entrever un abanico de posibilidades que pocos se atrevían a contemplar.
La historia de Juan y Sofía comenzó en uno de esos días en los que el cielo parecía decidido a caer sobre la tierra. Era su primer ultrasonido juntos, y el entusiasmo por saber el sexo del bebé era palpable. "¿Será niño o niña?", preguntó el médico con una sonrisa profesional, como si la respuesta a esa pregunta pudiera abarcar todo lo que el futuro les deparaba. Pero cuando la pantalla mostró aquella pequeña figura en movimiento, la respuesta no fue tan sencilla. "Hmm... parece que tenemos algo más complejo aquí", dijo el doctor, frunciendo el ceño.
Sofía sintió un nudo en el estómago. Juan se aferró a su mano, buscando respuestas en la cara del médico. Pero lo que siguió no fue el anuncio de un "niño" o "niña", sino un torrente de palabras técnicas que, para una pareja común, sonaban como un lenguaje arcano: "intersexo", "variaciones cromosómicas", "diferenciación gonadal atípica".
“¿Qué significa eso?”, preguntó Sofía finalmente, con la voz temblorosa.
El médico respiró hondo y explicó que su bebé no encajaba en las categorías tradicionales de "hombre" o "mujer". Su desarrollo embrionario había tomado un camino diferente, uno que la naturaleza dibujaba con la misma libertad con la que pintaba los cielos al anochecer.
Sofía miró a Juan, buscando en sus ojos alguna señal de cómo debían sentirse al respecto. Pero él estaba tan perdido como ella. "¿Qué hacemos ahora?", preguntó, más a sí misma que al médico.
"Lo que siempre han hecho los padres", respondió el doctor con una serenidad que desarmaba, "amarlo y protegerlo".
El camino de regreso a casa fue silencioso. En sus mentes, la pregunta que una vez había sido tan sencilla –¿niño o niña?– se había transformado en un abismo lleno de incertidumbres. La sociedad les había vendido la idea de que el sexo era una moneda con solo dos caras, pero ahora se daban cuenta de que la realidad era un caleidoscopio.
Pasaron los meses, y con ellos, llegaron las decisiones. Sofía y Juan asistieron a consultas con especialistas que hablaban de cirugías, de hormonas, de "corregir" lo que la naturaleza había hecho. Pero cuanto más escuchaban, más sentían que estas opciones eran intentos de encajar a su bebé en un molde que nunca fue diseñado para él o ella. O tal vez para ambos. Decidieron esperar, dar tiempo al tiempo, y dejar que su hijo, o hija, eligiera su propio camino cuando tuviera la edad suficiente para hacerlo.
«El matrimonio es el estado más elevado de la amistad. Si es feliz, disminuye nuestras preocupaciones dividiéndolas al mismo tiempo que duplica nuestros placeres por participación mutua» (Samuel Richardson, nacido el 19 de agosto de 1689 para tener un millón de amigas y duplicarlo todo en su vida)
Y que cumplas muchos más de los 79 de hoy y, para ello, deberás seguir sin fumar ... en el agua. Nadie, ningún músico ha superado esa vibración de guitarra del principio de la canción.
Fum sobre l'aigua
El llac, un mirall trencat, reflectia un cel enfurismat. Des de la vora, un noi contemplava com les flames devoraven el casino, una silueta negra que s'esvaïa en la nit. L'aire, carregat de fum i de rock and roll, li recordava aquell concert cancel·lat, aquell somni fet cendres. Tancà els ulls i imaginà que les notes del baix de Glover es filtraven per l'aigua, creant ones que apagaven el foc i tornaven a la vida l'escenari. Obri els ulls i el fum s'ha esvaït, només queda el llac, tranquil i misteriós, guardant el secret d'aquella nit màgica.
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