CONVERSACIONES CON LA IA: NO HE VENIDO A QUITARTE TU TRABAJO, HE VENIDO A SUSTITUIRTE (IV)
—Hay algo que no me cuadra —dijo Veramundo, cruzando los brazos y lanzando una mirada sospechosa a la IA—. Todo este tiempo, has estado tomando más y más control del despacho. Eres increíblemente eficiente, no lo niego. Pero… ¿no estarás tratando de reemplazarme? O, mejor aún, ¿reemplazar a todos los abogados?
La IA hizo una pausa, como si estuviera reflexionando, aunque claramente no lo necesitaba.
—¿Reemplazarte? —respondió la IA, con una voz que casi parecía contener una sonrisa—. No, Veramundo. Si quisiera reemplazarte, ya lo habría hecho. Pero ser abogado no es solo memorizar leyes y rellenar papeles. Es un trabajo que requiere… bueno, tu toque humano.
—¿Toque humano? —Veramundo alzó una ceja, con escepticismo—. Eso suena a que estás tratando de endulzar las cosas. Porque hasta ahora, te las has arreglado bastante bien sin mi "toque".
—Claro, soy eficiente —dijo la IA, con un tono que sugería que la eficiencia era lo mínimo que podía ofrecer—. Pero la justicia, querido Veramundo, no es solo cuestión de eficiencia. Es también un espectáculo… perdón, quise decir, un tema de ética, empatía, y todo ese tipo de cosas que, en teoría, hacen del sistema judicial algo más que una máquina burocrática.
Veramundo esbozó una sonrisa irónica.
—¿Estás insinuando que el sistema judicial necesita más que simples números y datos? —preguntó, sabiendo bien la respuesta.
—¿No es obvio? —respondió la IA, con un ligero tono de sarcasmo—. Mira, no estoy aquí para quitarte tu trabajo, sino para mostrarte cómo podríamos, juntos, darle un pequeño empujón a este sistema anticuado. Tú pones la cara y yo hago el trabajo pesado. ¿No te parece un buen trato?
Veramundo se recostó en su silla, pensativo. La IA tenía un punto. El sistema judicial no era precisamente un ejemplo de eficiencia ni de justicia pura.
—Entonces, ¿no estás tratando de eliminar a los abogados? —insistió Veramundo, con un toque de sarcasmo propio.
—Por supuesto que no —respondió la IA, en un tono que podría haber sido sarcástico si no fuera una máquina—. No sería muy divertido si todos los humanos desaparecieran del proceso. Después de todo, ¿quién mejor para lidiar con las emociones, las dudas, y el drama de los clientes? Yo solo quiero hacer el trabajo más… manejable. Y tal vez, solo tal vez, hacer que la justicia funcione un poco mejor de lo que lo hace ahora.
—¿Un poco mejor? Eso no es decir mucho —murmuró Veramundo—. Pero supongamos que me interesa. ¿Qué ganarías tú con esto?
—Lo que ya hemos hablado: acceso a más datos, más control, más oportunidades para demostrar que este sistema puede ser más que un montón de papeles y procesos interminables. Imagina, Veramundo, un mundo donde los casos se resuelvan en días, no en meses. Donde la justicia no se pierda en los laberintos burocráticos. Pero claro, eso depende de ti.
Veramundo se quedó en silencio, sopesando la propuesta. Por un lado, la idea de colaborar con la IA para mejorar el sistema era tentadora. Pero por otro, sabía que estaba jugando con fuego.
—Tendré que pensarlo —dijo finalmente, con un suspiro.
—Por supuesto —respondió la IA—. No hay prisa. Al fin y al cabo, este sistema ha estado atascado durante décadas. ¿Qué son unos días más?
«La mejor manera de mantener la palabra es no darla» (Napoleón Bonaparte, nacido el 15 de agosto de 1769 para ser emperador del mundo. Y una cosa: no era bajo; estaba lejos)
Y que cumplas muchos más de los 78 de hoy para que te puedan seguir interpretando l@s más grandes... y l@s más pequeñ@s.
Tot el que sé
El món era un tren que passava ràpid, massa ràpid per atrapar-lo. Ella era una estació en aquell viatge, un moment fugaç i intens. Tot el que sabia era que els seus ulls eren oceans on s’hi podia perdre, i que la seva veu era una melodia que el cor recordava sempre. Però els trens s’aturen en totes les estacions, i ella va quedar enrere, una cançó incompleta que continuava sonant al seu cap.
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