PRIMER DÍA DE TRABAJO DESPUÉS DE LAS VACACIONES
Era la reunión habitual, todos alrededor de la mesa, rostros serios, palabras medidas. Pero algo estaba fuera de lugar. Carla sintió el calor subirle por la garganta, como si una llama se hubiera encendido sin previo aviso. Sus manos temblaban bajo la mesa, pero por fuera, mantenía la compostura. Hasta que no pudo más.
"Necesito aire", dijo, empujando la silla hacia atrás con un golpe seco. La habitación se congeló por un instante. Carla cruzó la puerta antes de que alguien pudiera decir algo, el sonido de sus pasos resonando en el pasillo vacío. Sabía que estaba huyendo, pero en ese momento, la idea de quedarse era insoportable.
En la sala, los demás intercambiaron miradas incómodas. Marcos apretó los puños, sintiendo la rabia bullir como lava en su interior. “Esto es una estupidez”, soltó, con la voz afilada como una navaja. Las palabras salieron sin filtro, directas y cortantes. Nadie respondió; sabían que cualquier intento de calmarlo solo avivaría el fuego.
Julia, sentada al fondo, se hundió en su silla, brazos cruzados y mirada fija en la mesa. No iba a dejar que la arrastraran a ese caos. Desconectó, cerrando todas las puertas en su mente. La conversación siguió, pero para ella era solo ruido de fondo, como el zumbido de una mosca en verano.
Carlos, en cambio, intentó mantener la calma. "Tranquilos, sigamos adelante", sugirió, aunque su voz sonaba más débil de lo que pretendía. Intentó redirigir la charla, lanzando un chiste flojo que se perdió en el aire denso de la habitación. Nadie rió. Hacer como si nada pasara, pensó, era la única opción que le quedaba.
Pero el silencio era espeso, y la tensión, ineludible. Afuera, Carla respiraba profundamente, con el pecho apretado, mientras las palabras de Marcos seguían rebotando en su cabeza como un eco molesto. Sabía que había una bomba en esa sala, y que todos, en su manera única, estaban tratando de desactivarla. Pero el contador seguía corriendo.
Al final, ninguno de ellos logró apagar la mecha. Pero sobrevivieron a la explosión, al menos por ese día.
«Era tan hermosa que no te hubieras atrevido a amarla» (Esto lo dijo Wilhelm Albert Włodzimierz Aleksander Apolinary Kostrowicki, más conocido como Guillaume Apollinaire entre el 26 de agosto de 1880 y el 9 de noviembre de 1918 y antes de que le pegaran un tiro en la sien y saliese medio-zombie)
Y que cumplas muchos más de los 78 de hoy para seguir inquietándonos a tod@s con tu música.
La veritat és allà fora
La Maria mirava el cel nocturn des de la finestra. Les estrelles parpellejaven com si volguessin dir-li alguna cosa. De sobte, va veure una llum estranya que es movia de manera erràtica. Va agafar els prismàtics i va observar amb atenció. No era un avió, ni un satèl·lit. El cor li bategava fort. Va recordar les històries del seu avi sobre visites misterioses. Potser tenia raó. Va agafar la càmera i va sortir corrents al jardí. Quan va arribar, la llum havia desaparegut. Però ella sabia que tornaria. I estaria preparada.
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