LO QUE SON LAS COSAS
Es curioso cómo las cosas, esas que llenan nuestras vidas, nunca son lo que parecen. Al menos, eso es lo que me dije la última vez que intenté ver más allá de una simple taza de café. Porque sí, a veces el café no es solo café. A veces, sabe a una tormenta que no cesa, una tormenta que empieza con la primera gota en la lengua y termina cuando el amargo te da una bofetada en el paladar.
Todo esto me pasó por la cabeza mientras miraba la ventana de mi oficina, esa misma ventana que no ha visto el sol en días. La luz era tenue, como si el mundo hubiera decidido quedarse en gris por una temporada indefinida, y allí estaba yo, con una taza en la mano, preguntándome si el éxito tenía que ver con aguantar la amargura o aprender a saborearla.
Ah, el éxito... esa palabra que se cuela en cada esquina de nuestras vidas como un comercial mal disimulado. ¿Lo has notado? Nos lo venden en paquetes brillantes, con frases como "¡Está como nunca!" y "El mejor de todos los tiempos". Pero detrás de esas palabras, lo que en realidad encontramos es un "¡Está como siempre!", como la cerveza de la que nunca esperas nada nuevo. Porque, al final del día, todo esto se siente igual. Un desfile de apariencias.
Sorbí otro trago. El café, frío ya, ahora sabía a tierra, como si hubiera olvidado su propósito de despertar mis sentidos. Pero, ¿no es eso lo que nos pasa a todos? Nos desgastamos. Nos acostumbramos a vivir en este desfile de apariencias, repitiendo lo que nos dicen que debemos ser, haciendo lo que se supone que debemos hacer. Nos volvemos máquinas de hábitos. El anuncio nos vende una vida que, en el fondo, no tiene sentido. Y sin embargo, ahí vamos, día tras día, tragando la misma rutina con una sonrisa congelada.
Lo cierto es que, en el fondo, las cosas son mucho más sencillas. No hay éxito, no hay fracaso, solo hay ese momento en el que eliges quedarte en el sofá y observar el polvo danzar en el aire. Ese momento en el que decides que está bien no tener todas las respuestas. Que está bien si la taza de café sabe a tristeza hoy, porque quizás mañana sabrá a esperanza. Y así, sin más, vamos descubriendo lo que son las cosas. Sin filtros, sin slogans.
Y mientras tanto, seguiremos aquí, como esos libros que acumulan polvo en una librería que nadie visita. Tal vez no somos best-sellers, pero oye, tenemos la eternidad.
«La vida es como un río, siempre en movimiento, siempre cambiando, pero siempre siguiendo su curso» (Frans Eemil Sillanpää, nacido el 16 de setiembre de 1888 para ser premio Nobel de literatura en 1939. Aunque de nombre imposible de pronunciar para nosotr@s, nos dejó alguna que otra frase con regusto a Jorge Manrique)
Y que cumplas muchos más de los 56 de hoy viviendo tu vida que te va bastante bien... en apariencia.
Viure la meva vida
Vaig decidir ballar sota la pluja, deixar que les gotes em mullessin el rostre i esborressin les llàgrimes d’ahir. No hi ha temps per a la tristesa quan el món gira i el cor demana festa. Avui, el sol sortirà, encara que sigui només dins meu. Els records pesen, però l’alegria és lleugera. La vida es viu a cada batec, a cada rialla. No espero res, només sento. És el meu moment, el meu ritme, la meva cançó. I mentre els peus marquen el compàs, decideixo viure, sense pressa, però sense pausa.
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