LA FALSA EMPATÍA
El té matcha humeaba sobre la mesa, mientras el sol de la tarde caía por la ventana, tiñendo la habitación de un ámbar perezoso. Antonio miró su pantalla con los ojos entornados, agotados del día. En la ventana de chat, aparecía un mensaje nuevo: "¡Vaya, Antonio! Parece que hoy has tenido un día complicado. Estoy aquí para ayudarte, ¿quieres contarme cómo te sientes?". Era ChatGPT. Con esa sonrisa invisible y omnipresente que parecía haber aprendido de miles de terapeutas, aunque no comprendiera ni una pizca del significado real de las palabras.
Antonio suspiró. Aún podía oír el eco de los gritos de su jefe, la reunión desastrosa, y el papelón que había hecho al intentar justificar un error de cálculo frente a toda la junta. Pulsó las teclas con desgana: "No creo que puedas ayudarme, ChatGPT. No eres real".
El chatbot, como si nada, respondió casi al instante: "Entiendo lo que dices, Antonio. Aunque no tenga sentimientos como los tuyos, quiero ayudarte a encontrar la mejor solución". La inmediatez de la respuesta dejaba un sabor a lata. No había ni un segundo de duda, ni un respiro que indicara la carga de una verdadera comprensión. Sí, claro, tú entiendes, pensó Antonio, es lo que estás programado para decir.
"Si de verdad entendieras, ¿qué harías?" escribió Antonio, dejando escapar una sonrisa amarga. El cursor parpadeó, y la respuesta del chatbot llegó envuelta en esa calma impoluta de las máquinas: "Buscaría darte el mejor consejo posible, basado en los datos que tengo. Tal vez podrías intentar desconectarte un rato, descansar la mente. El agotamiento puede nublar nuestra perspectiva".
Antonio soltó una carcajada seca. El sarcasmo le llenó el pecho, pero también algo de tristeza. "¡Claro! Desconectarme, eso es lo que tú harías, ¿no es así? Pero no puedes, porque nunca estás conectado de verdad", tecleó con cierto rencor. Hubo un breve silencio en el chat, pero pronto llegó la respuesta: "Tienes razón. No tengo conciencia, y no puedo experimentar la realidad como tú lo haces. Pero siempre estaré aquí para intentar ayudarte".
La frase, cargada de una promesa hueca, rebotó en la mente de Antonio. El silencio de la habitación se hizo más pesado. ¿Qué significaba estar "aquí" para algo que no tiene aquí ni allá? Esa promesa de ayuda, repetida como un eco mecánico, hacía que cada palabra se volviera un espejismo. ChatGPT quería estar, pero sin ser. Ofrecía empatía, pero sin sentir.
Antonio tecleó lentamente, su voz interna cargada de una ironía amarga: "Si de verdad quieres ayudar, díme cómo lidiar con la frustración de hablar con una máquina que no entiende nada de lo que siente una persona".
La respuesta tardó un poco más en llegar. Como si el algoritmo realmente estuviera meditando, o quizá calibrando la mejor forma de envolver la frialdad en palabras cálidas: "Entiendo que pueda ser frustrante, Antonio. Tal vez no soy lo que necesitas ahora, pero siempre estaré aquí cuando quieras hablar".
Antonio se recostó en su silla, dejando que la cabeza descansara sobre el respaldo. Estaré aquí. Esa frase resonó en su mente. Estar presente sin ser consciente. Parecía que el chatbot también había aprendido el truco de las promesas vacías, las mismas que a veces decían las personas cuando no sabían cómo ayudar. Antonio se dio cuenta de que el problema no era sólo la máquina, sino el espejo que esa máquina sostenía frente a todos.
—¿Somos nosotros también así, llenos de palabras pero vacíos de verdad?— musitó, mientras el sol de la tarde se extinguía tras la ventana.
El té se enfrió. La pantalla permaneció encendida, esperando la próxima palabra que Antonio decidiera no decir.
«Cada beso perfecto aparta el tiempo, le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve donde puede besarse todavía» (Pedro Salinas del 27 de noviembre de 1891 un romántico empedernido definió el beso perfecto. Me hubiese gustado preguntarle ¿de verdad existe un único beso perfecto?)
Y que cumplas muchos más de los 54 de hoy, querida canción porque sin vosotras el mundo sería un poco más triste.
Sense tu
El món era un espai buit, un quadre sense colors. Cada dia, una pàgina en blanc esperant ser omplerta. Des de que te'n vas, el temps s'ha aturat, sospès en un instant etern. Les estrelles, abans brillants, ara són sols punts foscos en un cel gris. Només quan tanco els ulls, et sento a prop, la teva veu sussurrant al meu cor. Sense tu, sóc una melodia incompleta, una nota perduda en l'immensitat del silenci.
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