lunes, 16 de diciembre de 2024

LA REVOLUCIÓN DEL BOSTEZO


Me encontré con Napflix un miércoles por la tarde, en plena crisis existencial. Llevaba veinte minutos mirando la pantalla de inicio de una plataforma de streaming sin decidirme. Cuando apareció el anuncio, supe que estaba ante algo revolucionario.

“¿Cansado de no tener tiempo para aburrirte?” preguntaba una voz monocorde, mientras un pollo giraba lentamente en un asador, la grasa chisporroteando con la solemnidad de un sermón. “Napflix: el primer canal diseñado para devolverle el aburrimiento a tu vida”.

Toqué la pantalla por curiosidad. El primer vídeo sugerido era una ventana empañada por la lluvia. Veinte minutos de gotas resbalando como si estuvieran en un concurso de lentitud extrema. Decidí probar.

Al principio, me reía. ¿Qué tipo de persona paga por aburrirse? Luego me descubrí absorto. Cada gota era un poema visual. El tiempo se deslizaba como un caracol sedado. ¿Innovación? ¿Flexibilidad? ¿Motivación interna? A decir verdad, sentía más como si me hubieran anestesiado el cerebro con una cucharada de melaza.

La verdadera epifanía llegó con el vídeo de cuatro horas titulado “La ceremonia completa de boda de la infanta Elena y Jaime de Marichalar”. No sé qué fue más hipnótico: la lentitud con la que desfilaban los invitados o el incómodo silencio entre cada frase de los novios. ¿Cómo no lo había visto antes? Era un blockbuster del tedio.

Para el tercer día, ya no podía distinguir entre la ventana lluviosa y mi vida laboral. Mis reuniones de equipo parecían una colaboración especial de Napflix y Recursos Humanos. Las presentaciones de PowerPoint encajaban perfectamente en la categoría de “Aburrimiento Premium”.

El domingo, decidí ir más allá. Contraté la suscripción anual, con acceso exclusivo a “El crepitar del fuego en un hogar vacío” y “El reloj cucú que nunca suena”. No tardé en darme cuenta de que todo esto no era más que una broma cósmica: estábamos pagando por lo que siempre habíamos evitado.

Pero ahí estaba yo, felizmente aburrido, mirando la blancura de mi pared mientras el mundo seguía girando. Lo irónico es que, por primera vez, entendí que la creatividad surge cuando dejas de buscarla. O tal vez era el exceso de exposición a vídeos de gallinas asándose al espiedo.

En cualquier caso, bienvenidos a la era del bostezo comercializado. No olvidéis activar las notificaciones.

 «La vida es un constante aprendizaje, y el dolor es uno de sus maestros más severos» (Dolores Medio del 16 de diciembre de 1911. Le pusieron un nombre que era toda una declaración de intención de vida. También de los momentos felices en contraste con los dolorosos se aprende)

Hoy hubiese sido su 67 cumpleaños, pero decidió que con 52 ya tenía bastante: su coeficiente intelectual de 130 no le libró de su drogodependencia. Uno de los mejores del pop espanyol.

Resquists de sol

La fotografia s'esvaeix entre els dits. Una joven somrient, cabells al vent, ulls que brillaven com el mar. Era ella, la xica d'ahir, la que havia pintat els seus dies de colors. Ara, només en queda el rastre, una empremta indeleble en el seu cor. Cada vespre, quan el sol s'amaga, busca els seus reflexos en els núvols, esperant trobar-hi un resquici de la seva llum.

 

 

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