miércoles, 25 de diciembre de 2024

 NAVIDAD: LA JUNGLA DE LOS BUENOS MODALES

La mesa temblaba bajo el peso de la opulencia. Una hilera de platos repletos de langostinos, asados, turrones y ensaladas parecía disputar un concurso para ver qué elemento caía primero al suelo. María, la anfitriona, repasaba cada rincón con la mirada, como un guardia fronterizo en pleno turno de noche. “No me digáis nada del pavo”, dijo con una sonrisa que ocultaba terror. “Ya lo sé, no es del todo dorado, pero bueno, ni yo soy Julia Child”.

“No te preocupes, María. Está bien… aunque le falta algo”, disparó Manolo, el cuñado eterno. Su tono era tan casual como si estuviera comentando el tiempo, pero en el fondo sabía que había soltado la primera granada.

La atmósfera se tensó. María soltó la cuchara del caldo con un tintineo que resonó como un disparo. La abuela Paca, desde su esquina, señaló con un dedo artrítico pero firme. “La próxima vez lo haces tú, bonito. Y ya puestos, invítanos a tu casa”. Manolo encogió los hombros, sonriendo como un niño que acababa de romper un jarrón pero había salido ileso del regaño.

“¿Has visto las noticias?”, preguntó Pedro, el hermano mayor, mientras llenaba su copa de vino hasta el borde. María intentó detenerlo con la mirada, pero era demasiado tarde. Pedro había encontrado su tema favorito. “Lo del gobierno es un desastre. Y no me hagáis hablar de Europa, porque entonces no terminamos hasta el postre”.

Manolo levantó la mano, como si estuviera en una asamblea sindical. “A ver, que ya sabemos lo que piensas, pero ¿alguien me puede explicar por qué hay gambas congeladas en una cena de Navidad? Esto es Espanya, por el amor de Dios”.

“Pues si quieres, te las comes crudas”, respondió Paca, que había decidido unirse al combate con cuchara y todo.

El reloj del comedor marcó las nueve y media con un gong que sonó como una sentencia. Las sillas crujieron bajo el peso de los cuerpos y los resentimientos acumulados desde la última cena.

De repente, sonó un llanto. Todos se giraron hacia Laura, la prima más joven. Sostenía una copa de champán que había derramado sobre el mantel. “¿Cuándo vais a dejar de compararme con Marta?”, gritó, con lágrimas que mezclaban rabia y alcohol barato. Marta, su hermana mayor, intentó calmarla, pero al hacerlo derramó su propio vino.

El caos alcanzó su punto álgido cuando el perro de la familia, César, saltó sobre la mesa, robó un muslo de pollo y se lo llevó al rincón.

“Ahí tienes, César”, dijo Manolo, levantando su copa. “Por lo menos alguien sabe lo que quiere”.

Y justo cuando todos pensaban que la noche no podía empeorar, una de las sillas empezó a levitar. Al principio, creyeron que era el champán, pero cuando el mantel comenzó a flotar como un fantasma, el pánico fue palpable.

“Esto tiene que ser el abuelo Pepe”, dijo Paca, mientras se persignaba con la velocidad de un piloto de rally. El abuelo Pepe había fallecido el año anterior, y al parecer había decidido unirse a la fiesta.

Un mensaje escrito en salsa de arándanos apareció en la pared: “DEJAOS DE TONTERÍAS Y COMED”. Y como si una fuerza invisible los controlara, todos se sentaron, en silencio, y empezaron a comer. La comida nunca había sabido tan bien.

Cuando la cena terminó, la silla volvió a su lugar y el mantel se acomodó. La familia se miró unos a otros, masticando el extraño sabor de la reconciliación.

“Lo mejor de la noche”, dijo Manolo, limpiándose la boca, “ha sido el abuelo. Es bueno saber que sigue aquí, vigilando”.

“Y tú sigues siendo el mismo impertinente de siempre”, respondió Paca, pero esta vez con una sonrisa.

El espíritu de la Navidad que lo llaman.

«En el murmullo de una noche cualquiera, un llanto quebró el silencio y sin saberlo, dividió el tiempo en antes y después» (Frase de mi inventiva y que la atribuyo a Dionisio alias "El exiguo" que fue el responsable de que hubiese un antes y un después en la llamada era cristiana)

Y que cumplas muchos más de los 75 de hoy. Si, hay años que es mejor olvidar.

Y que cumplas muchos más de los 72 de hoy. Viajando, viajando que aún te queda por ver mundo.


 

Y que cumplas muchos más de los 70 de hoy. No me preguntes por qué? porque también tengo un buen lío.


Y que cumplas muchos más de los 66 de hoy. Estoy convencido que algún día lo verás todo con mayor claridad.


Y que cumplas muchos más de los 53 de hoy. Bueno, si es aquí contigo y tienes espacio, pues vengo con una condición: que me cantes "a cau d'orella" una canción de las tuyas.

 

Si, si, las cinco son señoras y, además, estupendas (como casi todas) Otro día tocará a los señores que también hay alguno que lo hace muy bien.

 

 

 

1 comentario:

  1. Se mascaba la tragedia en esa cena. Hubiera molado que hubiera corrido un poco de sangre.

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