domingo, 12 de enero de 2025

 LA CUERDA FLOJA


Estaban sentados en extremos opuestos del sofá, como dos combatientes en un ring improvisado. La única regla de este combate era el silencio, una norma que ambos rompían con sus suspiros, muecas y miradas furtivas. Clara cruzó los brazos, frunció el ceño y fijó la vista en un punto invisible más allá de la tele. Javier, con las manos en los bolsillos, tamborileaba un ritmo nervioso contra el cojín que tenía en el regazo.

El ambiente estaba cargado de ese odio cotidiano que solo puede surgir de alguien a quien se ha amado demasiado. Cada grieta en la pared, cada mota de polvo en la mesa, parecía conspirar para hacer el aire más denso. El último enfrentamiento, una discusión absurda sobre la mejor manera de cargar el lavavajillas, había dejado heridas invisibles pero palpables.

—Siempre haces lo mismo… —soltó Clara, rompiendo la tregua del silencio.

Javier levantó la mirada, suspiró con el cansancio de quien ha escuchado esa frase en más idiomas de los que domina.

—¿Hacer qué? —respondía, mientras un destello irónico le bailaba en los ojos.

Clara dudó un segundo, lo suficiente para que sus palabras perdieran la potencia que esperaba.

—Tú sabes. Siempre encuentras la manera de hacerme sentir… pequeña. Como si todo lo que digo fuera una estupidez.

Javier dejó caer el cojín al suelo y se incorporó, caminando hacia la ventana. Era un movimiento teatral que dominaba bien, casi tanto como el de lanzar comentarios cortantes con precisión quirúrgica.

—Clara, lo que dices no es una estupidez. Pero a veces lo dices como si fuera una verdad absoluta. Y eso… —él sonrió, ladeando la cabeza como si estuviera explicándole algo obvio a un niño— eso me irrita.

Clara sintió el pinchazo en el pecho, ese que había aprendido a disimular. Se levantó, caminó hasta la mesa de centro y empezó a reorganizar los papeles de facturas que ya estaban ordenados. Lo hacía cada vez que necesitaba un escudo.

—¿Sabes qué? No sé cómo seguimos aquí —dijo sin mirarlo.

Javier se giró lentamente, apoyó las manos en la ventana y la observó con esa mezcla de tristeza y ternura que tanto la desconcertaba.

—Seguimos aquí porque también hay días en los que todo esto —hizo un gesto amplio con las manos—, todas estas cosas pequeñas y ridículas… también nos hacen reír.

Clara lo miró, dudando entre romper a llorar o lanzarle el primer objeto contundente que encontrara a mano.

—¿Y qué hacemos con los días en los que no es así? —preguntó.

Javier sonrió, esta vez sin sarcasmo. Caminó hacia ella, alzó una mano temblorosa y la posó sobre su hombro. Ella no se movió.

—Intentar no caernos. ¿No es eso lo que hacen los que caminan en la cuerda floja?

Hubo un momento de silencio. Clara cerró los ojos, dejando que la imagen de una cuerda tambaleante en medio de la nada se apoderara de su mente. Sentía el miedo de caer, pero también la emoción de intentar cruzarla.

Javier retiró la mano. Se miraron durante lo que pareció una eternidad. Ninguno de los dos sabía si la cuerda resistiría, pero estaban de acuerdo en que, por ahora, valía la pena seguir intentando el equilibrio.

«Lo único que necesita el mal para triunfar es que los hombres buenos no hagan nada» (Edmund Burke, nacido el 12 de enero de 1729. Si hubiese sido por él aún habría monarquía en Francia. Afortunadamente –y a la larga- triunfó la república)

La señora del vídeo cantó muchísimas veces, entre el 10 de agosto de 1943 y el 12 de enero de 2022, "Be my baby"... y nosotr@s la hemos escuchado muchísimas más.

Be my baby

Va encendre la jukebox del vell bar just abans que les primeres gotes de pluja caiguessin sobre l’asfalt. La veu de Ronnie Spector va omplir l’aire com un eco del passat: Be my baby, now… Va somriure, recordant aquells dies d’estiu quan la cançó era la banda sonora de la seva història. Ella hi ballava descalça, amb un vestit blanc, mentre ell jurava amor etern entre riures. Ara, només quedaven els seus passos acompanyant el ritme. L’últim acord es va esvair, i amb ell, l’esperança que algú tornés a ballar per ell. Però la pluja li ho va perdonar tot.

 


 

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario