lunes, 10 de febrero de 2025

 EL SILENCIO QUE SUENA A ESTAFA


Antonio Ramírez había desarrollado un reflejo condicionado: el teléfono sonaba y su mandíbula se tensaba. Tres llamadas el lunes, dos el martes. Jueves, 15:32. Justo cuando la cuchara con gazpacho tocaba su boca, vibró el móvil. Número desconocido. La trampa de siempre. Contestó.

—¡Hola, Antonio! Soy Laura, de Soluciones Energéticas Premium. ¡Tenemos una oferta exclusiva para usted!

Colgó. Respiró hondo. Las estafas telefónicas eran como los mosquitos: los aplastabas y volvías a escuchar su zumbido al día siguiente.

Entonces llegó la noticia: el Gobierno prohibiría las llamadas comerciales fraudulentas. Antonio vio el telediario y celebró como si le hubieran quitado la hipoteca.

—¡Por fin! —gritó, derramando el yogur en la mesa.

El ministro de la Presidencia, Óscar López, apareció en pantalla con la solemnidad de un cura oficiando un funeral. "Protegeremos a los ciudadanos", proclamó con el gesto de quien acaba de descubrir que los aviones vuelan porque tienen alas. Pero entonces, con el micrófono aún abierto, se le oyó decir con claridad de quirófano:

—Ahora habrá que ver cómo se puede implementar esa medida…

Antonio sintió un escalofrío. Algo olía a chamusquina. Como cuando el fontanero te dice que arreglará la fuga en media hora y acaba reformando todo el baño.

Pasaron los días. Las llamadas continuaban, pero mutaron. Martes, 15:34.

—Buenas tardes, Antonio. Llamamos para felicitarle. ¡Ha sido seleccionado como ciudadano del mes en su barrio! Queremos regalarle un vale de descuento en energía sostenible.

Jueves, 15:35.

—Hola, Antonio. Somos de la ONG 'Gatos Sin Wifi'. Estamos haciendo una encuesta sobre el consumo responsable de electricidad.

Viernes, 15:36.

—Antonio, es tu tío Manolo. Llámame, necesito hablar contigo urgentemente sobre tu factura de la luz.

Antonio apagó el móvil y fue directo al Ministerio. En la puerta, un grupo de ciudadanos sostenía pancartas: "¡Queremos silencio!", "¡No más ofertas exclusivas!", "¡El gobierno miente, el spam no muere!". La protesta se transmitía en directo, pero los subtítulos en la televisión decían: "Celebración pacífica por la reducción de las llamadas comerciales".

Una mujer se acercó con una petición para firmar. "Para exigir que se cumpla la ley", explicó. Antonio cogió el bolígrafo. Sonó su móvil.

—Hola, Antonio. Sabemos que está indignado. Queremos ofrecerle un seguro contra estafas telefónicas. Solo por hoy, 20% de descuento.

Antonio rompió el bolígrafo en dos.

Mientras tanto, en un despacho con moqueta beige y olor a café requemado, el ministro revisaba un informe. Las quejas habían aumentado un 300%. Sonrió. "Lo importante es que parezca que estamos haciendo algo", pensó, mientras su móvil vibraba. Número desconocido. Sonrió. Sabía que era su jefe.

«La verdadera sabiduría está en saber lo que no se sabe» (Tomás Borrás y Bermejo, nacido el 10 de febrero de 1891 para hacer ‘honor’ a esa frase inventándose una revolución comunista para justificar el golpe de estado de Franco. Más o menos como ahora determinados medios)

Hoy hubiese cumplido 92 años pero se marchó con 89 dejando a los amigos de su grupo sin el sonido de su guitarra. Ah! Y no fue a Hawaii precisamente.

Camina, no corris

L'ombra de l'estiu es fonia en la sorra quan la Marta va escoltar aquelles notes. Un riff elèctric, vibrant, li va travessar l’espina dorsal. Feia anys que no pensava en ell. En la persecució per aquella platja, en els peus afonant-se en l’arena, en el riure que es barrejava amb la brisa marina. “No corris”, li havia dit, just abans de perdre'l de vista.

Ara, en la vella jukebox del bar, la melodia encara repetia l’advertència: Camina, no corris. Però ja era tard. Sempre havia corregut massa ràpid. I sempre havia arribat massa tard.


 

 

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