ENCERRADOS EN EL AMOR
Todo iba de maravilla. Velas encendidas, música ambiental, una copa de vino a medio terminar en la mesita de noche y la sensación de que, por primera vez en semanas, iban a tener una noche de pasión sin interrupciones.
Hasta que quedó atrapado. Literalmente.
—¿Qué pasa? —preguntó Laura, todavía jadeante, con una sonrisa satisfecha.
—Eh… nada, solo que… no puedo salir.
Ella arqueó una ceja.
—¿Cómo que no puedes salir?
—Que estoy atascado. Enganchado. Pegado. No sé, atrapado. Vamos, como cuando metes un anillo y no puedes sacarlo, pero en versión… ya sabes.
Laura lo miró fijamente, su expresión mutando de incredulidad a terror.
—¿Me estás diciendo que…? —Se quedó en blanco.
—Creo que tenemos un caso de penis captivus. Lo leí en internet. No es común, pero pasa.
El pánico hizo su entrada triunfal.
—¡¿Cómo que pasa?! ¿Y qué hacemos? ¡Dios, qué vergüenza! No puedo ir a urgencias con un hombre pegado a mí.
—No tenemos que ir a urgencias. Solo tenemos que relajarnos. La clave está en la calma —dijo él, como si no estuviera a punto de desmayarse de puro terror.
—¡Cálmate tú! —gritó Laura—. ¡Yo tengo un hombre incrustado en mi anatomía y no es precisamente un fetiche!
Él intentó moverse, pero el intento de escape solo hizo que los dos se estremecieran con una mezcla entre dolor y desesperación.
—No te muevas tanto —gimió ella.
—¡No me muevo, es la gravedad!
—¡La gravedad es un concepto, no una excusa!
Pasaron un par de minutos en los que intentaron respirar hondo y pensar en soluciones. La idea de llamar al 112 flotó en el aire, pero ninguno quería convertirse en un meme viral.
—Quizás si pensamos en algo poco sexy… —sugirió él.
—No me digas que piense en mi abuela, porque si mi abuela se entera de esto, me deshereda.
—Vale, pues no en tu abuela…
—A ver, ¿cómo se supone que esto se soluciona? —Laura intentó recordar lo poco que sabía de anatomía femenina—. Necesito relajarme, ¿no? Pero no puedo relajarme si estamos atrapados como si fuéramos piezas defectuosas de Ikea.
—Prueba a respirar hondo, como en yoga.
—Yo no hago yoga.
—Pues finge.
Laura cerró los ojos, inhaló, exhaló. Él hizo lo mismo. Se quedaron inmóviles. El silencio en la habitación se hizo espeso, interrumpido solo por el sonido de su respiración coordinada.
De pronto, sintieron algo. Un ligero alivio. Una especie de aflojamiento imperceptible. Era como si el destino les diera una segunda oportunidad de salir de esa situación sin ser noticia en la prensa local.
—Creo que… —él tragó saliva— Creo que funciona.
Laura abrió un ojo.
—No te muevas de golpe. Hagámoslo con delicadeza.
Con una sincronización digna de una operación de alto riesgo, lograron separarse. Un par de segundos después, ambos se dejaron caer sobre la cama, exhalando con un alivio casi espiritual.
—Bueno… —murmuró él, mirando al techo— Eso fue una experiencia.
Laura giró la cabeza y lo miró con una expresión mezcla de agotamiento y resignación.
—Mañana vas a la farmacia y compras lubricante.
—Sin duda.
Ella suspiró.
—Y esta historia se queda entre nosotros. ¿Queda claro?
—Clarísimo.
Por supuesto, al día siguiente, en la cena con amigos, él soltó: “¿Sabéis qué es el penis captivus? Porque tengo una anécdota de primera mano”.
Laura le lanzó una mirada asesina.
Moraleja: algunos secretos deberían quedarse en la intimidad. O, al menos, no contarse en la sobremesa.
"He advertido desde hace mucho tiempo que los jurados se mostraban implacables contra el ladrón e indulgentes hacia el infanticida. Es cuestión de intereses: el jurado teme que le roben, pero ha pasado ya de la edad en que podía ser víctima del infanticidio." (Edmond About, nacido el 14 de febrero de 1828 para constatar que la vida se vive conforme a los intereses de cada un@)
Entre el 14 de febrero de 1932 y el 1 de diciembre de 1969 Magic Sam cantó con todo el amor de ella la canción del vídeo.
Tot el teu amor
La guitarra gemega mentre ell es recolza contra la porta, massa cansat per trucar. La veu de la nit li xiuxiueja que no tornarà. Que no hi haurà una altra oportunitat. Però ell espera, amb les mans a les butxaques i el cor penjat d’un fil, que s’obri la porta i ella li doni tot el seu amor, només un cop més. La llum s’apaga a dins. S’acaba la cançó. No hi ha res més a fer que seguir caminant.

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