martes, 25 de febrero de 2025

 ENTRE LÍNEAS Y ALGORITMOS


—No puedo creerlo —dijo Clara, con los brazos cruzados como una muralla—. La gente usando eso para escribir historias. Es un insulto a la literatura.

Tomás, con la serenidad de quien ha escuchado esa melodía demasiadas veces, dejó el libro que leía —irónicamente, una antología de relatos de ciencia ficción— y la miró con media sonrisa.

—¿“Eso”? ¿Te refieres a ChatGPT? —preguntó, levantando una ceja.

—Sí, Tomás, a esa... máquina. Generar palabras sin alma. Poner en fila frases bien construidas sin haber sentido jamás lo que es la soledad, el deseo o el miedo. No puede llamarse literatura. La literatura es la respiración entre las páginas, es sudor, es heridas abiertas. No... no líneas de código.

Tomás acarició el lomo del libro con los dedos, como si pudiera transmitirle paciencia.

—Te entiendo. Pero, ¿no te parece curioso que una herramienta pueda, al menos, acercar a las personas a la lectura? Aunque no sea literatura en el sentido puro que tú defiendes, puede ser una puerta. Un empujón para quien no se atrevía a escribir… o a leer siquiera.

—Una puerta que lleva a un pasillo vacío —Clara bufó—. Las palabras sin vida son solo eso: ruido elegante.

Silencio. El tipo de pausa que pesa más que cualquier argumento. Tomás se inclinó hacia adelante, con los ojos brillando de una idea no dicha.

—Quizás no tenga emociones, Clara. Pero… ¿no es la literatura también un juego de espejos? Espejos donde se reflejan las experiencias humanas, sí, pero… ¿qué pasa si ese espejo empieza a devolver imágenes nuevas? Imagina una herramienta que aprende del dolor, del amor, del absurdo… no porque lo sienta, sino porque nosotros le enseñamos a reconocerlo. Tal vez no sea un poeta, pero puede ser un espejo que distorsiona para mostrar algo que no habíamos visto.

Ella ladeó la cabeza, con una mezcla de curiosidad y desprecio.

—¿Y qué pasa cuando la gente empieza a depender de ese reflejo? ¿Cuando dejamos de luchar con la hoja en blanco y nos contentamos con lo fácil, con lo rápido? La literatura no es un acto de consumo, Tomás, es de creación. Y eso lleva tiempo, esfuerzo. Sangre, a veces.

—¿Y no es también creatividad el saber cómo usar una herramienta sin perderte en ella? —Tomás entrecerró los ojos—. Depende de nosotros, Clara. No es la máquina la que quita valor al arte, somos nosotros quienes podemos hacerlo, si dejamos de valorar el esfuerzo humano detrás de cada palabra. ChatGPT no puede reemplazar la literatura, pero… ¿y si puede ser la chispa que enciende una historia en quien nunca pensó que podía escribir?

Clara calló. Miró por la ventana, donde la lluvia dibujaba cicatrices en el cristal. La habitación quedó en silencio, salvo por el golpeteo constante del agua.

—¿Sabes? —dijo finalmente—. Me asusta más la pereza que la inteligencia artificial. Que la gente se acostumbre a que todo venga fácil, sin el filo de la duda, sin el peso del fracaso.

Tomás asintió lentamente.

—Ese miedo… es válido. Pero tal vez la verdadera pregunta no sea si la máquina puede crear arte, sino si nosotros seguiremos dispuestos a hacerlo, incluso con la máquina al alcance.

Clara, por primera vez, no tuvo respuesta. La lluvia seguía golpeando el vidrio, como una máquina incansable que, sin emociones, lograba dibujar poesía en cada gota.

«La desamortización es abrir una fuente abundantísima de felicidad pública» (Juan Álvarez Mendizábal, nacido el 25 de febrero de 1790 para traer felicidad y caerle mal a la iglesia)

Y que cumplas muchos más de los 34 de hoy aunque sea haciendo "cover" de Adele.

Un segon massa llarg

Va obrir la porta amb un somriure forçat. Els anys havien passat, però ell encara era el mateix. O potser només ho semblava. Es van mirar un segon massa llarg. Massa tard.


—T’he vist feliç —va dir ella, amb veu de pluja suau.

Ell va assentir, i el silenci va pesar entre els dos, ple d’ombres i records.

—Jo també ho he intentat.

Un somriure trist, un adéu sense força. I ella es va perdre entre la multitud, buscant algú que no fos ell.


 

 

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