EL LUGAR QUE SÓLO EXISTE SI NO LO BUSCAS (y III)
Esta mañana encontré una verja.Oxidada, cubierta de hiedra, apenas visible entre dos robles que parecían sostenerla por cortesía. No recordaba haberla visto antes. Ni el sendero que conduce a ella, ni el leve temblor del aire que la rodea, como si el tiempo se resistiera a tocarla.
La abrí.
Al otro lado, un pasillo estrecho de cemento mal agrietado y farolas torcidas se abría paso entre lo que solo puedo describir como la versión cansada del bosque. Los árboles ya no susurraban. Esperaban. Las hojas eran más opacas. El río, un hilo moribundo que murmuraba cosas que no quise entender.
Avancé.
Pasé junto a una fuente seca. Una bicicleta oxidada yacía contra una roca, como si alguien la hubiese dejado ahí después de rendirse. Las cabras —mis compañeras, mis guías, mis esfinges sin enigma— me observaban desde lo alto, inmóviles. Una de ellas tenía un collar con una placa. No lo había notado antes.
Me acerqué.
"Paciente 247-B. Terapia inmersiva. Nivel 3."
Un zumbido sordo me atravesó el pecho.
Corrí. No sé hacia dónde. Busqué la cascada doble. El estanque que pensaba. El musgo amable. Nada estaba donde debía.
Solo el sonido.
Ese pitido leve que ahora comprendo. Siempre estuvo ahí. Como el murmullo de los árboles. Como el susurro del agua. Como esa voz que, en lugar de llamar, registra.
Cuando por fin me detuve, jadeando, entendí.
Yo tampoco estoy donde debería.
Un cartel clavado al suelo me lo confirmó, sin pudor ni poesía:
"Instituto para la Restauración Cognitiva y Conductual. Área de Simulación Natural Integrada. No cruzar sin supervisión médica."
Miré mis manos. Aún mojadas.
Y supe que me había curado.
O que me habían formateado.
Aquí el bosque no existe, pero el sistema lo considera eficaz.
Hay quienes vienen a buscarse y se encuentran. Otros, como yo, se descubren programados para no recordar qué vinieron a olvidar.
Y ahora me toca aplaudir al sol cada mañana. Sonreír a las cabras. Obedecer al paisaje.
Porque el lugar que sólo existe si no lo buscas, resulta que tiene Wi-Fi.
«Los condes no esperan la paz; la construyen con espada y frontera» (Ramón Borrell, nacido el 26 de mayo del 972. La frase la dijo entre esa fecha y el 25 de febrero del 1017 refiriéndose a lo que había que hacer para defender la integridad de los territorios donde gobernaba sin el apoyo ni de la Corona de Aragón, ni de los francos es decir, Catalunya. Lo malo es que esa lección de lo que había que hacer se olvidase 1000 años después)
Hoy era su aniversario, 84 pero se quedó en 72. Sus compañeros de "la banda" (The Band en inglés) se quedaron sin cantante, ni baterista ni compositor es decir, sin banda.
Quan vam fondre el sud
La mare es va quedar mirant el foc sense dir res. A fora, la pols de les sabates dels soldats encara no s’havia posat. Jo havia enterrat el gos, el rellotge del pare i la darrera fotografia del meu germà sota la figuera, perquè la guerra s’ho emporta tot, però no la memòria.
Quan van passar amb els tambors i les banderes girades, el pare es va posar dret, tot i el bastó, i va escopir a la terra.
Aquella nit no va ploure. Només van marxar. I vam començar, per fi, a tornar a ser ningú.
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