martes, 3 de junio de 2025

LO QUE NO SE HUNDE


Todo empezó con una piedra. Blanca, nervada, como si la hubieran dibujado con venas antiguas. La lanzó alguien siglos atrás, quizá un pastor aburrido o un niño descalzo, al centro de esta cantera inundada. No hizo plop, porque el silencio aquí se traga incluso los sonidos que no han nacido.

Mi abuelo decía que esas piedras eran mensajes. Que el agua, como las abuelas, no olvida. Que cuando algo toca fondo, siempre hay una vibración que lo arrastra de vuelta a la superficie. Como quien se resiste al olvido.

Nunca le creí del todo. Hasta que emergió la isla.

Una tabla de madera, de un metro escaso, apareció una mañana sin ruido ni ceremonia. Flotaba en medio del agua como un dedo acusador. Desde la ladera norte era un signo de interrogación clavado en el espejo. Desde la sur, una balsa que parecía dudar entre quedarse o dejarse llevar.

“Es el recuerdo de una puerta”, me dijo un anciano que apareció por el sendero, tan silencioso como la tabla. “De una casa que ya no existe”.

Y yo le creí. No sé si por la forma en que olía el viento —a pino, a óxido, a tiempo estancado— o porque Montserrat, al fondo, parecía más una cicatriz que una montaña.



Volví durante días. A veces con una libreta; otras, con una botella de vino comprada en la bodega de los viñedos. El vino sabía a tierra caliente. Y escribía frases sueltas: “El agua no tiene color, sólo memoria ajena” o “Hay árboles que recuerdan haber sido madres”. Disparates. O poesía. O lo que uno escribe cuando empieza a hablarle a una tabla flotante como si fuera un exiliado.


Una tarde, cuando el sol empezaba a resbalarse por la piedra, vi algo bajo el agua. Una sombra ovalada, lenta como el perdón. Una tortuga. Su caparazón era como una cúpula bizantina. Nadaba como si llevara siglos conociendo ese camino.

—Siempre hay una —dijo una voz a mi lado.

Era una mujer de unos cincuenta, sombrero de paja, manos teñidas de vendimia. No la oí llegar. Nos sentamos sin decirnos nada.

—¿Una tortuga? —pregunté.

—Una memoria —dijo—. Este lugar está lleno.

Y no hablamos más. Solo vimos cómo la tortuga pasaba bajo la tabla, como quien repasa un altar olvidado, como si reconociera en esa madera a alguien de su pasado.

Esa noche soñé que el agua se retiraba. Que dejaba al descubierto muebles, botas, cartas sin abrir, una radio muda y un espejo que me devolvía una cara que no era la mía, pero me guiñaba un ojo con complicidad.

 

No he vuelto desde entonces. Pero alguien me contó que la tabla ya no está. Que ahora hay un arbusto seco flotando. Como si la isla hubiera envejecido.

A veces creo que hay cosas que no se hunden. Que flotan porque están hechas de promesas, o de pena. Como las uvas en la boca de alguien que besa con sabor a otoño. Como las montañas que se cuelan en la postal de cada viña aunque nadie las invite.

O como una tortuga que sigue nadando, sola, bajo el agua de una cantera que, aunque nadie lo diga, recuerda mejor que nosotros.

«El amor es una invención de las mujeres para que los hombres no las abandonen» (Esta frase fue escrita por Rosa Chacel, nacida el 3 de junio de 1898 y no por varón o por mi; que luego dicen lo que dicen)

Y que cumplas muchos más de los 69 de hoy en compañía de tus "friends" aunque ya no la den por la tele y, aunque la diesen, ya no serían los mism@s. 

Quan no somrius

La Marina menja galetes salades al menjador buit de la facultat. El seu mòbil sona amb una alarma d’aniversari que ha oblidat programar. Fa anys, avui, rient li havien pintat la cara amb nata.

Plou. Sempre plou quan ho recorda.

El Gerard no ha tornat a aparèixer des que va marxar a Glasgow. Li havia dit: "siguis on siguis, seré amb tu."

Mentida? No. Una promesa massa gran per un cor tan jove.

Ara la pluja li cau als cabells, i en un banc, sola, li diu en veu baixa:

—Jo també hi seré, si un dia tornes i no somrius.




 

2 comentarios:

  1. Bona nit José Ángel, fa uns dias que e tingut una altra clisis, però ya me han tornat a posa a Toni,,, jay si no fos pels medicaments,, ho opino, que a'so que el invent de que l'as donàs no l'as abandonin( ni han que són els homes que tu diuan perquè no els abandonis tu, dons mentiràs han burros la gen va a caball,entes

    ResponderEliminar
  2. Cuida't Celia! I tens raó en el teu comentari...

    ResponderEliminar