sábado, 7 de junio de 2025

TEORÍA DE LA RELATIVIDAD COTIDIANA


Eran las seis y cinco, lo juro. Aún no había amanecido del todo y el mundo entero olía a sábana tibia y a baba reciente. Cerré los ojos cinco minutos —eso le dije al subconsciente— y cuando los abrí, ya eran las ocho menos cuarto y mi dignidad estaba debajo de la cama, con los calcetines sin pareja. El móvil vibraba como si tuviera epilepsia y mi cara en el espejo parecía el resultado de una pelea entre un mapa de carreteras y un aguacate pasado.

Salí disparado. Bueno, disparado para mi nivel: velocidad intermedia de caracol con contractura. En el metro me comí un codo ajeno, una mirada de “yo también llego tarde” y un audio de tres minutos que empezaba con “no te lo vas a creer, tía…”. Spoiler: lo creí todo.

A la una y media, sentado en mi escritorio, mi estómago rugía como un oso en huelga. Cerré los ojos cinco minutos. Sólo cinco. Respiré hondo, me prometí que no me dormiría y conté mentalmente hasta diez sin pasarme. Los abrí. Era la una y treinta y uno. Una eternidad de sesenta segundos. El universo, cruel y caprichoso, había decidido que el tiempo fuera elástico… pero sólo en pijama.

Porque esa es la gracia, ¿no? Que cuando estás a gusto, el tiempo vuela como un chisme en una terraza de verano. Pero cuando estás delante del Excel número 14, ese que nadie abrirá jamás pero que tú tienes que revisar por si hay una coma mal, el reloj se ríe de ti en tu cara. Y no sólo se ríe: te hace un TikTok.

La teoría de la relatividad no es una cuestión de masa ni de velocidad. Es de cama y de oficina. De sueño interrumpido y de jefes que preguntan si ya mandaste “eso que te dije, lo de antes”. Es de días que duran un suspiro y minutos que se alargan como una reunión mal convocada.

Einstein, amigo, debiste haber pasado por mi cama y por mi curro. Habrías entendido todo mucho antes. 

«El siglo XX será recordado como aquel en el que el odio se convirtió en una virtud política» (Julien Benda, aunque se fue el 7 de junio de 1956, a mitad del siglo pasado, acertó de lleno con su predicción y me temo que con la de éste)

Hoy pongo la canción del vídeo porque mis nietas la bailan en sus clases de jazz con muchísimo arte y particular regocijo de su "padrí". Bueno y porque el cantante cumple 85.

Tocat i enfonsat

Aquella tarda vaig entrar al supermercat amb una llista i un instint. Ella remenava els tomàquets com si fossin provocacions. Ulleres de sol dins el local. Boca de cirera. A la cua, va deixar caure expressament un iogurt. Jo el vaig recollir com qui recull una bomba de rellotgeria.

—Tens pinta de saber per on esclato.

No ho vaig negar. A fora, l’asfalt suava. La meva bossa, oblidada. El seu vestit, també. I a dins del cotxe, a ritme de Tom Jones, vam signar la pau a petons... fins que va sonar el mòbil. I era el meu marit.


 

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